El transcurso del camino a mi casa fue igual de tortuoso y silencioso que el de esta mañana. Cuando llegamos, Oliver solo me dijo "adiós, cuídate" y se marchó. Eso me hizo apretar los labios, conteniendo varias emociones, que no logré saber si eran rabia o nostalgia.
Ahora me encuentro en el ascensor, mirando la ecografía que me dió la doctora y a la cual no dejo de observar. Es asombroso que esa pequeña manchita sea mi bebé. Las puertas se abren y mis ojos caen en la rubia frente a mis ojos, en todo este tiempo no la había visto.
-¡Kate, que alegría verte! -sus labios se ensanchan en una gran sonrisa.
-hola Amelie, ¿cómo has estado?
-pues acostumbrándome a mi nueva vida -sus ojos me repasan y caen en el papel en mis manos -¿y eso?
Trago saliva y contesto rápidamente.
-oh no es nada, solo papel -ella me queda mirando poco convencida, pero después, sonríe mirándome a los ojos directamente.
-está bien Kate, nos vemos luego.
-adios Amelie -le devuelvo la sonrisa y salgo del ascensor.
Las puertas se cierran y suspiro aliviada, por alguna extraña razón no quiero que nadie se entere de mi embarazo ahora. Mis pies se dirigen a la puerta y cuando voy a introducir la llave en la cerradura para abrir, la puerta se abre dejándome en mitad de la acción.
-mamá ¿que haces? -le reprocho un poco asustada.
-ví por la puerta que venías y te abrí la puerta antes de que lo hicieras tú -dice encogiéndose de hombros-. Ahora cuéntame cómo te fue.
-si pero, primero déjame pasar.
-ah si verdad -se echa a reír y se hace a un lado.
Ingreso al apartamento y el olor a Lavanda llega a mis fosas nasales, haciéndome arrugar la nariz.
-ahora si, empieza.
-voy a cambiarme primero -le aviso.
Ella asiente y se sienta en uno de los sofás. Entro en mi habitación y me despojo de la ropa para luego cambiarme por una más cómoda. Ya vestida, salgo del lugar y me siento al lado de mi madre. Le cuento todo lo que paso, claro, omitiendo la conversación con Oliver.
-¡ay muestra la ecografía! La quiero ver
Me levanto y voy a mi cuarto de nuevo, tomo el papel en mis manos y se lo doy cuando regreso nuevamente. Ella se queda mirando la ecografía en sus manos.
-¿y como está? -pregunta aún mirando el papel en sus manos.
-la doctora dice que está bien y está creciendo sanamente.
Mi mamá sonríe de felicidad y no puedo creer lo que veo, hace una semanas me estaba regañando y ahora parece como si siempre hubiera anhelado tener un nieto.
-bueno entonces hay que dejar que siga creciendo sanamente, por lo que debes alimentarte bien -me mira seriamente.
-lo sé, la doctora me lo dijo.
-bien, el almuerzo está listo y son albóndigas. No me hagas esa cara que de todos modos te la tienes que comer.
Ruedo mis ojos disimuladamente y la acompaño a la cocina, estando ahí la ayudo a servir la comida. Nos sentamos en las sillas del comedor y empezamos a comer. Pruebo la comida y mi mente se va a otro lado, o más bien a alguien.
Sacudo mi cabeza, alejando esos pensamientos.
-¿pasa algo?
-no.
Termino el plato de Albóndigas y arroz, me levanto y camino a la cocina donde lavo el plato y el cubierto.
-voy a recostarme un rato -le aviso a mi madre y sin obtener respuesta, ingreso en mi habitación.
Me tumbo en mi cama y cierro mis ojos, pero nuevamente viene esos pensamientos lujuriosos a mi mente. El calor llega a mis mejillas y me incorporo en la cama.
-agh que fastidio, ni en mis pensamientos dejas de estar.
Soy consciente de lo agitada que está mi respiración y trato de calmarme, tomando pequeñas respiraciones. Me alivio cuando mi respiración vuelve a estar en un ritmo normal.
Mi teléfono se ilumina anunciando una llamada entrante, me bajo y camino descalza hasta el tocador pero, mi corazón se acelera cuando veo el nombre en la pantalla.
Oliver.
Con dedos temblorosos, respondo la llamada.
-¿ocurre algo? -trato de que mi voz no se oiga tan afectada.
-necesito que vengas a mi casa ahora mismo.
-¡¿que?! ¿estas loco? No tengo nada que hacer allá -respondo a la defensiva.
-es algo delicado que no puedo tratar por llamada, así que por favor deja tu orgullo y ven -escucho como su voz se enoja.
-no voy a ir, no entiendo porque no me lo dice por llamada.
-es un asunto delicado que te involucra.
Me quedo en silencio asimilando sus palabras, ¿Qué podrá ser?
-está bien pero, no me sé tu dirección -digo avergonzada.
-entonces te espero afuera de tu edificio.
-ok, adiós.
Él cuelga la llamada, espero que el "asunto delicado" sea verdad y no me quede en su casa como aquel día. Voy al armario y preparo la ropa que me voy a poner, para después entrar a bañarme.
El sonido del agua mezclándose con mi piel, no logra calmar los latidos de mi corazón ni mucho menos relajarme, de repente un mal presentimiento se instala en mi mente.