Me enamoré de ti

XXXVIII

Luego del incidente en la oficina de Oliver, regreso a mi puesto a continuar trabajando. Lleno más informes, redacto cartas y organizo la agenda del gerente general de la empresa.

Para cuándo caigo en cuenta de la hora, muerdo mi labio, es tarde y todavía me queda terminar gran parte de la agenda.

Mi estómago ruge de hambre, recordándome que no he almorzado. Decido ignorarlo, por lo menos hasta terminar toda la agenda.

Cuando por fin termino, guardo todo en los archivos de la computadora y organizo todo para salir. Guardo mi libreta y celular dentro de mi cartera y dejando todo en orden camino hasta adentrarme en el ascensor.

Salgo y mi celular suena. Detengo mi caminar y lo saco, cuando lo tengo en mis manos lo llevo a mi oreja.

-diga.

-Katerine ¿podemos hablar ahora? -la voz de mi amiga me llena de preocupación.

-si claro, ¿cómo estás?

Ella suspira del otro lado.

-supongo que bien pero necesito desahogarme.

-está bien.

-¿podemos encontrarnos en un restaurante? Quiero hablar en otro lugar que no sea el apartamento.

-bueno.

-ya te mando la dirección del lugar. Chao.

-chao.

Ella cuelga y yo guardo el celular. Debe ser importante lo que me va a decir, no me hubiera pedido hablar en otro lugar.

Avanzo hasta la salida de la empresa. Me siento un poco débil por el hecho que no he comido nada aparte de la manzana y la botella de agua de esta mañana. Me siento en una banca a esperar que pase el autobús.

Reviso mi celular para revisar la ubicación del sitio.

El sonido de un vehículo estacionándose frente a mi, llama mi atención. Alzo la vista y la ventana del conductor se baja, me sorprendo al ver a mi jefe detrás de esta.

-Katerine sube -su voz es demandante.

-no, no puedo ir con usted ahora -le respondo con formalidad.

-no voy a llevarte a ningún sitio, solo te llevo a tu casa.

-no. No tiene que hacer esto.

Él me mira serio para luego decir:

-Katerine sube al carro, es una orden.

Lo miro indignada.

-disculpe pero no estamos en la empresa para que empiece a darme órdenes. Tengo cosas que hacer y ya se acabó mi jornada laboral, así que deje...

-escucha -me interrumpe -estas pálida y te noto muy débil, de hecho no sé cómo estás hablando y sosteniendo te justo ahora, pero no te voy a dejar en ese estado.

-no estoy débil -miento -ademas, puedo cuidarme sola.

-no seas terca, no me voy a ir de aquí hasta que te vea dentro del carro -luce molesto y yo me cruzo de brazos.

Agh, ¿Por qué simplemente no me ignora y se va?

Miro a otro lugar, a lo mejor si no le prestó atención se canse y se va. Pero, tal y como dijo, luego de varios minutos sigue ahí.

Ruedo mis ojos resignada y me levanto, camino hasta adentrarme en una de las puertas traseras.

Cuando estoy sentada, él empieza a conducir, después nos detenemos en un semáforo. Aclaro mi garganta para decirle el lugar.

-no me voy a quedar en mi casa -él me escucha atento -voy al restaurante Las Rocas.

-¿vas a reunirte con alguien? -su curiosidad lo delata.

-si -contesto sin más.

Noto como aprieta el volante.

-creo que deberías dejar de perder el tiempo con un chico como Marcos -sus palabras me dejan estupefacta.

-¿que?

-lo que oíste, él es muy poco para ti.

Suelto una risa sarcástica.

-tu que sabes lo que es bueno para mí o no.

-no, no lo sé. Pero en definitiva con ese chico no -me observa por el espejo que está arriba del volante.

-¿por qué? solo porque tú lo dices -le digo enojada.

Él aprieta el volante dejando sus nudillos completamente blancos, cualquier cosa que quería decirme prefiere reservarse.

Continúa conduciendo y yo miro por la ventana. Me pone de malas el hecho de que me diga que Marcos es poca cosa para mí, es que, ¿acaso que cree él que es? ¿alguien inferior a mi?

La idea estúpida me hace cruzarme de brazos.

"Tal vez solo te dice todo eso porque está celoso"

La vocecita en mi cabeza hace acto de presencia.

No creo que esté celoso, es más, no creo que siga sintiendo cosas por mi. Solo se preocupa por mi bienestar porque llevo a su hijo en mi vientre, en tal caso de que fuera lo contrario, ya me fuera hablado para intentar algo conmigo.

No puedo creer lo ilusa que soy.

Seguiré viendo a Marcos las veces que yo quiera y me importa un comino si eso le molesta o no, si Oliver cree que él es poca cosa para mí a mí no debe de importarme. Al menos con Marcos siento esa estabilidad emocional porque cuando estoy con él las cosas resultan ser fáciles.

Salgo de mis pensamientos al ver el letrero del lugar a un lado.

Me siento incomoda. Veo como repasa el lugar con una mirada filosa. Acomodo mi cartera en mi hombro y decido romper con ese tortuoso momento.

-gracias por traerme, aunque no tenía porque hacerlo.

-no es nada -aparta la mirada del frente para dirigir sus ojos hacia mi de forma cruel. -Espero que disfrute su comida, señorita Marshall.

Asiendo sintiendo mi pecho apretujado, salgo rápidamente del automóvil, no quiero seguir estando en el mismo sitio que él. Estando afuera camino derecho a la entrada del lugar sin mirar por última vez hacia él.

Para cuando entro, busco con la mirada a Bárbara, la ubico rápido sentada en una de las mesas del fondo.

-hola -saludo cuando llego.

-Kate gracias por venir, aunque vienes tarde -me reprocha y yo rio.

-si, sucedió un percance.

El mesero llega y pedimos la orden. Ambas pedimos lasaña con agua.

Cuando el joven se va, la estancia se sumerge en un silencio hasta que ella lo rompe.

-han sucedido muchas cosas Kate, yo no logré que me dieran el juicio.

-oh.

No sé que más decirle, ella me había contado que ese caso era importante para ella.

-si, ese idiota me lo arrebató. Ash no sabes cuánto lo odio.

-bueno vendrán nuevos casos y mejores que ese, te lo aseguro -trato de convencerla.



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En el texto hay: romanace

Editado: 23.03.2024

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