Me enamoré de ti

XXXIX

Al día siguiente ya es viernes, mi cuerpo se mira al espejo aliviado, vendría un fin de semana largo con un festivo y lo aprovecharía al máximo. Ese lunes festivo va a haber un evento benéfico de la empresa, me sorprendí cuando recibí mi invitación por correo, no pensé que me invitarían.

Retoco el suave maquillaje sobre la piel de mi rostro, estoy con calma y por primera vez no estoy corriendo rumbo al trabajo. Es viernes y no creo que haya problema si me permito llegar tarde hoy.

Salgo y encuentro a mamá regando unas plantitas. La nostalgia me invade al recordar que mañana se va, quisiera que se quedará más tiempo para que viera mi barriga crecer, pero lamentablemente no puede dejar el negocio solo.

Tomo el plato de huevos revueltos con tostadas, el olor llega a mis fosas nasales y en menos de un minuto estoy corriendo hacia el baño social. Me arrodillo en el váter y boto la comida de la noche anterior. Cuando termino siento mi boca ácida.

-¿otra vez las náuseas? -Mi madre está apoyada en el marco de la puerta mirándome con preocupación.

-si -siento mi voz débil y mis ojos llorosos debido al esfuerzo.

Teresa me ayuda a levantarme y enjuago mi boca para después salir.

-bueno tal vez si pruebas una avena con frutas, la preparé como opción b por si no querías las tostadas.

Asiento agradecida.

Me siento en el comedor con otro plato diferente el cual al probar mi estómago lo recibe mucho mejor. Termino y me bebo el batido que mi mamá me obliga a tomar.

Acomodo mi falda de tubo beige.

-te veo luego ma.

-adios hija, que te vaya bien.

Camino haciendo repiquetear mis tacones bajos. Ya estando afuera del edificio espero mi autobús, me sorprendo cuando un carro se estaciona enfrente mío.

El vidrio de la ventana se baja, dejando verme a un sonriente Marcos.

-¡Kate! ¿nos vamos señorita? -alzo una ceja curiosa.

-¿qué es esto Marcos?

-oh bueno hoy te vine a recoger para ir a la empresa.

-si lo sé -respondo un poco bruscamente sin querer -lo que quiero decir es ¿por qué lo haces?

-pues un favor a una amiga de vez en cuando no es problema para mí -me dedica una sonrisa encantadora.

Lo miro poco convencida.

Termino subiéndome al vehículo.

En medio del trayecto al trabajo pone música en la radio, me sorprendo un poco al notar sus gustos.

-no sabía que te gustaba el rock -murmuro mirándole.

-bueno pues no es sorprendente.

-oh claro que sí, no pensé que eres del tipo de chico con esos gustos.

-Kate te aseguro que puedo ser un chico muy rudo.

Mis mejillas se calientan como tonta.

"Que cochina eres."

Él se da cuenta que su comentario puede ser mal interpretado por lo que decide hablar.

-¿Qué tipo de chico pensabas que era?

-el tipo de chico romántico, que le lleva flores a la novia, se preocupa por ella y es atento con ella -sonrío y miro por la ventana -ya sabes, el chico que parece el indicado para cualquier chica.

Hace un gesto pensativo.

-bueno no soy tan cursi -lo miro sin creer y él ríe -bueno tal vez algunas veces puedo serlo, siempre y cuando sea con la chica indicada.

Asiento con una sonrisa de labios cerrados.

La conversación muere cuando llegamos al lugar, me bajo y lo espero para subir juntos adentro.

El sonido de bloqueo de un carro llama mi atención, mis ojos se mueven por inercia y me topo con un chico de traje y pelinegro de espaldas, para cuando se voltea me tenso.

Es Oliver.

No ha notado mi presencia por lo que respiro con tranquilidad, pero claro como este no puede ser un día normal lleno de paz, se da cuenta y sus ojos me enfocan, y es ahí cuando arde Troya.

Bueno no, pero si.

Da grandes zancadas hacia donde nosotros, Dios y ahora ¿dónde me escondo?

-señorita Marshall.

-buenos días señor -le mantengo la mirada para nada intimidada con sus ojos lacerantes.

-señor, ¿cómo va todo? -Marcos habla a mi lado.

Oliver repara en su presencia y lo mira como si de un pegaste en su zapato se tratara. Señor dame paciencia.

Le dedica una sonrisa en línea recta y sus ojos vuelven a mi.

-estas no son horas de llegar -revisa su reloj.

oh.

-si, se me poncho la llanta y tuve que ir a repararla.

Ay no, cállate Marcos.

-¿con ella?.

-si señor.

Trago saliva esperando la explosión, que nunca ocurre.

-ya veo que estaban muy ocupados juntos -sus ojos llamean -que no se repita.

Y sin dedicarme ninguna más de sus miradas, camina hasta perderse en el ascensor.

¿Eso fue...?

"Si boba."

-Marcos no tenías que cubrirme así. Fue mi culpa.

-de ninguno de los dos, vamos antes de que se ponga más rabioso, quería fusilarlos con la mirada por llegar tarde.

-ajá si.

Ni yo misma me lo creo.

Después de ese percance, me instalo en mi puesto, que empiece la jornada de trabajo.

 

-¿Ahora? -pregunto a Thomas, otro compañero de trabajo.

-si, te necesita urgente en la sala de juntas.

-está bien, gracias por avisarme.

Tomo mi celular junto a una libreta para anotar y entro en el ascensor, marco dos pisos arriba y espero para llegar. Avanzo por la sala hasta toparme con la secretaria del encargado de la oficina de ese piso.

-hola buenos días, ¿solicitaron mi presencia en la sala de juntas?

-buenos días, puedes pasar te están esperando.

Mi cara puede lucir como una gran interrogante.

Le hago caso y camino, agarro el pomo de las amplias puertas marrones y las abro, fuera preferido no abrirlas. Me quedo estática mirando la escena frente a mis ojos.

Es Cassie junto a Oliver. Él está besándole el cuello y al parecer hay un juego muy íntimo entre ellos, no notan a mi persona por lo que no se que carajos hacer. Ella se pega a su cuerpo y mi rostro se pone rojo producto de la furia.

Quiero quitar sus garras de él.

Cuelga sus brazos en el cuello de Oliver y cuando creo que se van a besar, carraspeo.



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En el texto hay: romanace

Editado: 03.08.2024

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