Me enamoré de ti

XLI

Deseaba sucumbir a mis propios instintos de su tacto, lo necesitaba y lo anhelaba, de hecho estaba a punto de hacerlo, dejar que me tomara ahí en ese mueble, pero... ¿Siempre hay un pero no?

Odiaba no poder hacer que mi mente se olvidara de Cassie y él en la oficina.

Por más que solo sea el hecho de dejarme llevar y pasar un buen rato, mis pensamientos iban a ellos en la oficina, la manera en como le besaba el cuello con hambre y deseo, justo de la misma forma que me mira a mí en estos momentos.

Sus ojos llenos de excitación me miran expectantes, esperando una respuesta, una afirmación para poder tocarme.

Mis ojos se aguan pero no por excitación, de un momento se marchó, más bien con ganas de llorar.

Lo miro y me decido a hablar.

-m-me tengo que ir -es lo único que logro decir, me muerdo el labio para no dejar que las lágrimas se escaparan de mis ojos.

-¿qué? ¿qué pasó?

Me bajo como puedo y arreglo mi blusa que está hecha un desastre y no quiero ni pensar como está mi cabello y rostro.

No digo nada, empiezo a guardar mis cosas ignorando su presencia. No quiero enfrentarle, porque significaría decirle que no me gusta para nada su cercanía con su secretaria, porque puedo olvidarlo si, pero no quiero, porque yo si tengo fuertes sentimientos hacia él y temo que si dejo que me toque, estos se harán más verdaderos y luego la verdad va a estallar en mi cara cuando me dé cuenta de que solo fuí un entretenimiento. Una relación solo de sexo.

Y no quiero eso.

-¿quieres hablar? -su mano me detiene en mi acción de guardar mi teléfono.

Lo miro y niego.

-ok. Te juro que no te entiendo -se lleva las manos al cabello frustrado.

-no hagas el esfuerzo -digo sin más, guardo el celular.

Acomodo lo más que puedo mi cabello, miro mi pantalón, está todo arrugado, paso mis manos para tratar de eliminar las arrugas.

-despues dices que yo soy el que esquivo todo y hablas...

-¡que carajos quieres que te diga! -chillo producto de las emociones.

-la verdad, que no huyas como una maldita cobarde -se levanta posicionándose frente mío.

-no me importa si luzco como una, solo quiero que nuestra relación sea solo laboral, ¿entiendes?

Se queda mirándome por varios segundos.

-está bien -me siento un poco decepcionada por lo fácil que cedió.

-creo que no tengo más nada que hacer aquí.

Se encoge de hombros y una lágrima rebelde escapa de mis ojos, haciendo que la seque enseguida. Tomo mi cartera.

No me despido, solo salgo de su vista rápido, mi corazón late desenfrenado y creo que voy a tener una crisis de ansiedad. Solo que no logro llegar a la puerta cuando su mano en mi brazo me detiene.

-no te puedes ir así -me dice apenas me vé.

-claro que si -digo con dificultad.

-deja la terquedad que no ves que estás apunto de tener un ataque de pánico -me escupe.

-eso a ti no te importa.

-¡claro que sí!

Me quedo en silencio.

-no voy a dejar que te vayas en este estado.

Me zafo con brusquedad de su agarre.

-bien.

Camino nuevamente a la sala y me cruzo de brazos mirando hacia otro lado.

Siento sus ojos escrutándome pero no le presto atención, saco mi celular y me entretengo en él. Mi actitud es infantil lo sé, pero no me importa.

Se pierde en la cocina y luego aparece con un vaso de agua, me lo tiende.

Lo recibo y bebo un poco. Cuando termino el agua se lo doy.

Pone el vaso en su lugar y regresa.

-¿mejor? -pregunta acercándose.

Su cercanía me envuelve, su perfume entra por mis fosas nasales, disfrutándolo.

-si.

Su pulgar va a mi mejilla secando mis lágrimas, debo lucir patética.

-Katerine no te vayas -susurra.

Frunzo el ceño confundida.

-¿cómo?

-no te vayas.

Varias veces me había pedido que no me fuera y me quedara con él y todas esas veces yo aceptaba gustosa, pero ya no estoy para sus juegos, él no se decide, parece que no sabe lo que quiere y yo estoy cansada de que no me tome en serio.

-no.

-¿por qué?

-porque no Oliver, no puedo decir si a todo lo que me digas, creo que tengo que recoger un poco de la dignidad que me queda.

Aprieta sus labios y entonces me mira ¿dolido?

-cuando termine de calmarme me voy a ir y tú vas a olvidar todo esto, porque jamás debió pasar -le dejo en claro

-si así lo quieres.

Se aleja y se sienta en el mueble.

Vuelvo a la pantalla del móvil y le escribo un mensaje rápido a Bárbara, diciéndole que voy a llegar un poco tarde. En respuesta ella me envía caritas pervertidas.

Reprimo la risa cuando veo el mensaje.

La estancia se ha sumido en un silencio incómodo, me acerco y abro la boca para romperlo.

-entonces quedamos así con el trabajo.

-bien lo has dicho, ya hicimos suficiente por hoy -me responde cortante sin mirarme.

Aparto la mirada. Me quedo como una estatua en el mueble sin saber muy bien que hacer, ya debería irme, pero mi cuerpo no reacciona.

-bien -hago una pausa. -¿Cuándo va a ser la próxima reunión?

-dentro de unas semanas, te estaré avisando.

-bueno.

Me levanto torpemente y agarro mi cartera.

-ya estoy mejor, gracias Oliver -lo miro a los ojos que por un momento me miraron.

Él asiente como respuesta y yo me volteo caminando hasta la salida. Quisiera que me detuviera, pero nada de eso sucede y ya me encuentro en el ascensor. Afuera hay un clima horrible, está todo oscuro y parece que el cielo se va romper en cualquier momento. Pido un taxi enseguida y me subo en él.

Para cuándo llego a casa, me bajo y entro. Al pasar por la puerta de entrada, mi amiga me mira sorprendida.

-¿no ibas a demorarte?

-no. Terminamos más rápido de lo que te imaginas -dejo el bolso en el sofá.

-¿todo bien? -pregunta preocupada.

-si, ya sabes cómo son las cosas con él.

Ella asiente y decide no ahondar más en el tema.



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En el texto hay: romanace

Editado: 03.08.2024

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