Me EnamorÉ De Un Amor Que No Era MÍo.

Capítulo 3

ME ENAMORÉ DE UN AMOR QUE NO ERA MÍO.

Capítulo 3.

El domingo me levanté muy temprano y le ayudé en algunas cosas a María. Empaqué y subí al parque, quería aprovechar para ver a Mauro antes de irme. Me saludó con un beso en la mejilla.

—Estás hermosa.

—Gracias —sonreí.

—Te voy a extrañar mucho, espero verte pronto muñeca —sonrió.

Rodé los ojos.

—Voy a matar a Carlos.

—Pero si es verdad. Eres tan hermosa, tan perfecta.

Me sonrojé. Pero al instante un frío me recorrió la columna. Lo que Mauro dijo me dejó sorprendida.

—Ana, ¿cuándo crees que pueda ir a tu casa? Creo que es hora de presentarme delante de tu papá.

Me quedé mirándolo, tratando de procesarlo, ¿de verdad era real lo que estaba escuchando?

—¿Estás seguro? —pregunté en un gesto de incomprensión.

—Mucho. Obviamente primero me presentaré como tu amigo, pediré permiso para poder visitarte y así poder ir seguido a tu casa. Quiero ganarme la confianza de tu papá —me tomó de la mano y sonrió—. Aunque yo quisiera ir de inmediato y decirle que su hija me encanta que quiero ser su novio, pero no creo que tu papá lo vea de buena manera, así que ni modo tocará esperar para que tu padre apruebe nuestra relación y vea que mis intenciones con su hija son serias. Luego le suelto la bomba y le digo que si me permite salir con su hija como mi novia porque me trae loquito.

No pude evitar soltar una risita. Eso se escuchaba tan hermoso.

—¿De verdad lo harás? —Inquirí.

—El don de la paciencia no es mi fuerte. Te confieso que es la primera vez que para tener novia tengo que pedir permiso primero a sus padres. Pero por ti estoy dispuesto a ser paciente, esperaré lo que tenga que esperar. Por el momento tendré que llegar a tu casa solo como un amigo. Ana, quiero que sepas que me enamoré de ti, puedo decir que la primera vez que escuché tu voz algo dentro de mi cambió y luego lo confirmé la primera vez que te vi. Quiero hacer las cosas bien porque de verdad quiero que seas mi novia. En este momento podría pedirte que empecemos a salir a escondidas, al menos mientras tenemos la aprobación de tu papá, pero no, eso no es lo correcto. Tú eres diferente a las demás, eso es lo que me enamoró de ti, tu autenticidad. Por esa razón quiero seguir cada regla que me impongan al pie de la letra, todo para estar contigo. Esperar valdrá la pena, pues mi recompensa será ser el afortunado novio de una princesa tan bella.

Después de escuchar esa declaración sentí que los pies se me quedaron pegados al piso y la lengua al paladar,

es más, ni sabía cómo se pronunciaban las palabras, porque hasta eso olvidé. Respiré profundo tratando de controlar el enjambre de mariposas que había dentro de mí. Me aclaré la voz.

—Todo eso se escucha tan lindo, de verdad quiero creer que no son sólo palabras. Es la primera vez que siento tantas cosas bonitas cuando estoy al lado de una persona, me sonrojo con una mirada, al escucharte se me acelera el corazón, cuando estás cerca la piel se me pone chinita, me tiemblan las manos incluso la voz. Son tantas cosas que jamás había sentido, estoy segura que es eso que todos llaman amor. Me enamoré de ti… y tengo miedo.

Hice una pequeña pausa, aspiré con fuerza para poder seguir, él me miraba atento.

»Tal vez ese miedo que siento sea normal porque tú eres mi primera ilusión, mi primer amor… Y de verdad me da mucha ilusión escuchar que estás dispuesto a hablar con mis padres, sé que para los chicos de ahora eso es tonto, pero tú quieres hacer las cosas bien y eso me da tanta alegría, hace que crezca más esta hermosa ilusión. Me hace soñar con pasar tiempo a tu lado.

Mauro tomó mis manos y dejó un beso en ellas.

—Ana, haría todo por estar a tu lado. Confieso que me da un poco de nervios al pensar en la impresión que tendrá tu papá de mí, pero te miro y deja de importar porque por ti vale la pena.

Caminamos por el parque mientras platicábamos. Me dijo que haría todo lo posible para ir ese sábado a mi casa. Aprovecharía para subir por mí e irnos juntos en la tarde. Mi trabajo era decirle a papá que un amigo iría a casa. Eso me daba un poco de nervios, pero yo también estaba dispuesta a darlo todo para poder estar con él. Yo quería ser su novia oficial.

Mi padre no era tonto, yo sabía que al mencionar la palabra “amigo” otras cosas llegarían a su cabeza. De inmediato iba a deducir que iba con otras intenciones, pues nunca antes había llevado a nadie a la casa. Me acompañó hasta el carro, dejó un beso en la comisura de mis labios y sonrió. Luego me entregó un paquete, dijo que era un pequeño detalle para mí. Me negué a recibirlo, pero él insistió, me dijo que si no lo hacía se iba a sentir mal. En el paquete había; frutas, chocolates, dulces. En Colombia era muy común que los chicos que cortejaban a una chica, o cuando ya eran novios les llevaran una bolsita con el mecato. Así se le dice a los dulces y chocolates.

En ese momento recordé las historias que me contaba mamá. Cuando papá empezó a cortejarla llegaba con una bolsa llena de mecato. Ella decía que no había nada más emocionante que esperar los sábados la visita del muchacho que le gustaba. Antes incluso tenían horarios de llegada y salida, tenían que seguir las reglas que los suegros imponían.

Ojalá mis padres no lleguen a esos extremos; Pensé.

Si todas esas cosas que yo sentía en ese momento de verdad era amor, era la sensación más hermosa. Es increíble lo que puede provocar una mirada, una sonrisa, una palabra, un simple roce de la persona que te gusta.

Cuando llegué a casa ahí estaba Juliana esperándome. Nos fuimos a mi habitación, la felicidad se me salía por los ojos. Le conté lo que había pasado.

Qué ingenuos somos a veces, confiando en quien no debemos. Frente a ti, muestran una sonrisa, pero en cuanto te das la espalda, te atacan como perros traicioneros, afilados como armas de doble filo.




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