ME ENAMORÉ DE UN AMOR QUE NO ERA MÍO.
Año 2025.
Narrador omnisciente.
El tiempo había pasado y con él, las emociones que alguna vez parecieron imposibles de olvidar. Ana construyó una vida junto a David, con cada día que pasaba, reafirmaba que había tomado la decisión correcta. Sofía crecía en un hogar lleno de amor, convirtiéndose en el reflejo de todo lo que Ana y David habían soñado juntos.
Mauro, en cambio, siguió su propio camino. Nunca encontró un amor como el que tuvo con Ana, pero tampoco lo buscó con verdadera intención. Las noches solitarias traían ecos del pasado, recuerdos de lo que fue y de lo que nunca sería. En su interior, sabía que algunas historias no estaban destinadas a tener un final distinto, por más que uno las repase una y otra vez en la memoria.
Aunque sus vidas tomaron rumbos diferentes, el recuerdo de lo que fueron quedó guardado en un rincón especial de sus corazones. Porque hay amores que no se olvidan, solo aprenden a vivir en el pasado.
Sebastián se casó, encontró su otra mitad. Esa mujer que lo complementaba y con la que decidió formar un futuro sin volver a mirar atrás. Una mujer con la que quería construir todos los días, una mujer que amaba y lo amaba.
Se alejó radicalmente de Ana, esa sombra de lo que un día sintió por ella no podía estar en su nueva vida, así que lo mejor era por respeto y lealtad a su esposa dejar el pasado atrás. Le dolió hacerlo, pero era lo mejor. Se repitió; No hay como retroceder el tiempo. Solo guardar en nuestro corazón esos momentos invaluables…
No podía elegirlas a las dos, pues su esposa siempre estaría incómoda al saber lo importante que fue Ana para él. Así que Sebastián eligió.
Un día decidió borrar su número, incluso cambió el suyo para no tener tentaciones de escribirle. Él quería darle a su esposa el lugar que ella merecía, no sería justo tener esa sombra de quién fue tan importante para él. Le dolió en el alma alejarse, pero él también tenía que soltar lo que no le pertenecía para poder ser feliz.
La tenía agregada a facebook, veía sus fotos como un fantasma, se alegraba mucho por ella. Cada que Ana subía una foto siempre pensaba; que hermosa está. A veces le escribía a Clara y de una manera disimulada preguntaba por Ana. Buscaba una manera indirecta de saber de ella, aunque desapareció de su vida sin darle explicaciones.
Año 2022.
Ese año fue un año lleno de cambios. Mientras Sebastián celebraba una gran noticia, Ana pasaba por un momento difícil.
Sebastián se enteró que sería papá. Esa noticia lo puso tan feliz. El resultado del amor con su esposa les regaló sus frutos. En la actualidad tiene una hermosa rubia de tres años.
Es verdad eso que dicen, mientras unos ríen, otros lloran. Sebastián celebraba con lágrimas de felicidad el hecho de convertirse en papá de una princesa. Y Ana lloraba lágrimas de sangre.
Ana perdió un ser querido que marcó su vida. Es que nadie se prepara para el adiós definitivo. Ese viaje sin retorno. Fue realmente difícil para ella, pero siempre tuvo el apoyo de su esposo. Incluso Sebastián que de alguna manera se enteró decidió escribirle para saber cómo estaba y darle un mensaje de condolencias. No pudo contenerse, él sabía lo importante que había sido esa persona en la vida de Ana, así que por un momento rompió su propio juramento de desaparecer. Le escribió, de alguna manera quería hacerle sentir su apoyo. Luego de la tormenta volvió a desaparecer. Por su lado Ana respetó su decisión, tampoco le escribía, sólo si él lo hacía ella respondía.
Le dolió perder esa amistad, pero ella entendía su situación. Y si Sebastian era feliz, para ella eso era suficiente. A veces sabía de la vida de él, por Clara, pues ella sí mantenía contacto con él de vez en cuando. Ella se encargaba de contarle a Ana.
…
Clara terminó la universidad, estaba trabajando en una empresa, repartiendo su tiempo entre ser esposa, mamá y profesional. No era fácil, pero cada vez se esforzaba más por mejorar. Ella seguía en contacto con Ana, aunque por cuestiones de tiempo no se podían ver regularmente, lo hacían cada año o dos. Pero siempre hablaban por teléfono.
Ana seguía viviendo en la tierra natal de su esposo. Viajaba cada vez que podía a visitar a sus padres. Cortó todo tipo de relación con sus primas y demás familia. Su núcleo más cercano era la familia que construyó, sus padres y sus suegros. Los demás solo llevan su sangre, pero eso no los hace familia. ¿El árbol genealógico también podía podarse? Se lo preguntó muchas veces y decidió que el árbol de ella necesitaba ser podado.
Así que ni siquiera se topaba con esa familia que decidió cortar de su árbol porque sus padres se mudaron a un lugar diferente. Ella se alegró demasiado cuando recibió la noticia, ya que gracias a eso no tendría que verle la cara a Juliana.
Mauro y ella compartieron algunos mensajes por allá en el 2019. Se tenían agregados al WhatsApp y al Facebook, pero ninguno de los dos volvió a escribir. Mauro se dio cuenta de que ella de verdad era feliz, así que no valía la pena perturbar esa felicidad. Ambos dejaron ese contacto guardado, incapaz de escribir, incapaz de borrar.
Mauro de vez en cuando miraba sus estados, tantos recuerdos llegaban a él de esos momentos que fueron tan lindos, pero también llegaba la nostalgia por lo que quiso y nunca fue. Así que decidió que no podía seguir aferrado a un fantasma del pasado. Decidió tomar una decisión drástica para evitar tentaciones. Él fue el primero en borrar el número de Ana, seguro de que no volvería a escribirle nunca más. Así enterrar el pasado de una buena vez.
Tuvo miles de relaciones, muchos intentos que nunca llegaban a nada porque él no quería. Quizás por el miedo de fallar, miedo de no merecer a alguien que realmente lo amara. Para él el matrimonio no era algo que estuviera en sus planes. El problema de Mauro era que se seguía culpando. Como auto castigo creía que no merecía amar ni ser amado por alguien. Lo que pasó con Ana lo destruyó tanto, que tenía miedo de volver a amar. Quizás se merecía estar solo por el daño que le causó. Eso era lo que pensaba.