Me Enamoré de un Dragón

Un amor nace y otro muere parte (II)

Sebastián volaba hacia el lugar donde él y Beatriz se solían verse a escondidas cada noche.

Scarleth caminaba preguntándose ¿Dónde podrá estar Sebastián? En su camino ve en el cielo volar a un dragón azul. - ¿Será Derek? Se pregunta a sí misma. No, él no es Derek, ¿es... Sebastián?

Scarleth decide seguirlo, pero por más que lo intentaba su ritmo disminuía, correr entre la vegetación alta y frondosa la cansaba más. el vuelo de Sebástian era más rápido, en ciertos puntos el sol la cegaba, la obligaba bajar la vista por los fuertes rayos del amanecer. Cuando miro al cielo, Sebástian se le había perdido de vista, de tanto correr, Scarleth no sabía en donde estaba ni cómo regresar al castillo.

Miraba a su alrededor, todo era exactamente igual que en otros lugares de Geldor, vegetación, árboles gigantescos y más flores. El lugar estaba desolado. Scarleth caminaba sin parar con la esperanza de llegar al castillo o encontrarse con Sebastián.

¡¡Sebastián¡¡ - grita Scarleth llamándolo

¡¡hola, hay alguien aquí!!

Sebastián llego al lugar de sus recuerdos con Beatriz, tomo su forma humana, el aroma fuerte a flores le traían a su memoria los viejos recuerdos de aquella época cuando él y Beatriz solían encontrase cada a tardecer en este bosque solitario y silencioso. Nostálgico se agacha en puntillas y con sus manos acaricia el pasto recordando que allí él y Beatriz se recostaban tomados de la mano, cerrados sus ojos contemplando el bello canto de los pájaros hasta que el sol se ocultara. Sebastián cerro sus ojos, respiró profundo el mágico aroma a flores y la brisa soplaba fuerte en sus mejillas como el de aquella vez.

Se imaginó a Beatriz a su lado una vez más, al abrir sus ojos y no verla a su lado hizo que el pecho de Sebastián se inundara de un fuerte dolor, la brisa ya no era cálida, sino, helada. Triste se levanta aproximándose hacia un árbol frondoso y grande. Inevitablemente sus lágrimas rodaban por sus mejillas mientras miraba fijamente un pedazo de muérdago seco que colgaba en una de las ramas de aquel árbol. Se detiene ahí y lo mira por unos largos minutos, recordando.

*recuerdos*

Sebas... te tengo una sorpresa. – Dice Beatriz-

Beatriz tapa los ojos de Sebastián y le guía hacia el árbol y dice. - ¡¡sorpresa¡¡

Sebastián confundido le pregunta –¿Qué es eso?

Se llama muérdago...escuche decir a una humana que el muérdago es para colgar debajo de las parejas y así durara su amor para siempre, o algo así. No entendí muy bien.

Beatriz, me prometiste que nunca más volverías a la isla de los humanos, sabes que es prohibido. No quiero que te pase nada. – dice Sebastián.

Tranquilo, aquí estaré para ti siempre. Lo juro.

Scarleth exhausta de caminar se sienta y se rinde de buscar, cuando escucha el amargo reclamo de Sebastián.

¡¡¡¿porque me dejaste?¡¡ Dijiste que ibas a estar conmigo por siempre!!! – grita lleno de dolor, Sebastián.

Scarleth ve a Sebastián a lo lejos hincado en sus rodillas frente al árbol con un aspecto descuidado, sus ojos estaban hinchado y rojos por llorar y su rostro demostraba el dolor que seguía cargando por la pérdida de su amada Beatriz.

Verlo a Sebastián muy triste, hacia que Scarleth se sintiera culpable. – está destrozado... debo buscar a Derek.

Scarleth se retira silenciosamente dejando a Sebastián a solas, pero accidentalmente pisa ramas secas que se encontraban en el pasto. Sebastián regresa a ver alrededor y percibe el aroma de Scarleth.

Sebastián se levanta y se seca las lágrimas. – ¿Quién te dio permiso de seguirme a este lugar? – con un tono de voz muy serio. Vaya que los humanos si son hábiles, no pude sentirte cuando llegaste.

Lo siento... no fue me intensión. Solo quería saber si estabas bien.

No necesito tu lastima. Si en verdad quieres ayudar, aléjate de mi hermano o lo hare por medio de mi madre.

Sebastián se va.

 




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