Me Enamoré De Un Terrícola

Capítulo 5 Mientras tanto en el planeta Tierra

Corría el mes de agosto, época de vacaciones en Venezuela, Eduardo y Francisco dos hermanos gemelos, profesionales, solteros estaban vacacionando en el apartamento de playa de sus padres ubicados en la isla de Margarita.

Los días de playa tostaban sus pieles y la contemplación meditativa que les proporcionaba el mar era un bálsamo para sus espíritus en la búsqueda de paz interior, paz que necesitaba muy especialmente Eduardo un romántico soñador que estaba pasando un despecho de amor que tenía un nombre: Lissette, su novia de dos años que lo había abandonado por su “mejor amigo” Carlos, lo que el mes pasado había devenido en una fuerte pelea que incluso llegó a los puños, pero no había nada que hacer. Francisco mucho más práctico y menos sentimental viéndole tan triste le decía enfáticamente mientras ambos disfrutaban a las orillas del mar bajo un toldo con una cava llena de cerveza y hielo:

—Hermano, deja ya la lloradera y los lamentos, chico, menos mal que te diste cuenta a tiempo de la clase de sabandija que era Lisset, ¡yo te lo dije!, una y mil veces que la tipa era una sinvergüenza…

Eduardo al borde de las lágrimas y haciendo un mohín de pena le contestó enseguida:

—Yo sé que me lo dijiste Francisco, pero no puedes aunque sea más respetuoso con mi dolor…?

Francisco burlándose de sus palabras intentando sacarle una sonrisa a su afligido hermano le dijo en tono burlón:

—“Pero no puedes aunque sea más respetuoso con mi dolor…” Bobo, ¡je,je,je!, ya encontraras un nuevo amor muy pronto, por ahora disfruta este hermoso día de playa; en cambio papá y mamá están en Islandia visitando a nuestra querida hermanita Diana y su esposo y de seguro el clima allá es mucho más fresco que aquí.

Eduardo admirando la majestuosidad del mar y aquel cielo luminoso le contestó a Francisco con parquedad:

—Tienes razón —y abrió una lata de cerveza guardando su dolor para sí y pensó en ese momento: «Caray, qué distintos somos mi hermano y yo, no entiendo, creo que Dios se equivocó al hacernos hermanos gemelos, si bien físicamente somos como dos gotas de agua en lo espiritual somos tan distintos…, de verdad no lo comprendo, Dios definitivamente te equivocaste.»

Después de un largo día de playa ambos jóvenes de hermoso semblante, piel morena y ojos almendrados abandonaron la playa cuando el crepúsculo vespertino hizo acto de presencia con aquel colorido majestuoso que invitaba a conciliarse con la vida y el sonido del ir y venir de las olas que era música para sus oídos, sin olvidar el perfume del salitre traído por el viento que inundaba sus fosas nasales de modo agradable.

Luego de cenar en un restaurante de playa de la paradisíaca isla, un delicioso menú que incluía: pescado frito, tostones y ensalada de repollo y zanahorias rallada, los jóvenes se dirigieron al lujoso departamento de playa que sus padres habían comprado cuando ellos eran apenas unos bebés con la intención de recibir la noche estrellada.

Sólo que esa noche la isla fue azotada por vientos huracanados y una intensa lluvía que amenazaba con anegar toda la isla, lluvia torrencial y vientos que continuaron hasta la mañana siguiente.



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En el texto hay: humor, amor, ciencia-ficción

Editado: 12.10.2025

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