Muriel y yo nos despedimos afectuosamente de Ron y Ran, después de que nos ayudan a colocarnos los trajes y aseguran nuestros cinturones para ir seguras en el suave descenso que nos aguarda. Mi prima y yo contemplamos el planeta Tierra con ansias, le rezamos a la Diosa Univa y llega el momento de ingresar a la atmósfera, a vivir bajo otro espectro de colores que por ahora nos son desconocidos, en fin: ¿cómo nos veremos en La Tierra?
Mis vivencias del momento anulan mi mundo interior, veo a Muriel impactada y muda en el descenso y de pronto una ráfaga de viento similar a las ventiscas marcianas pero en este caso acompañada de un torrencial aguacero nos sacude violentamente, de pronto comprendo que algo ha salido mal y grito:
—¡Muriel, Muriel!
—¡Kalena, Kalena…!
Nos tomamos de la mano y…
***
—¡Kalena, Kalena, despierta estamos en la Tierra!… —Escucho su voz como un eco lejano y al abrir los ojos veo a mi prima, con sus ropas hechas un desastre pero sana y salva afortunadamente, el brillo del sol me deslumbra por lo que me veo obligada a cerrar mis ojos, empiezo a mover todo mi cuerpo, bueno no me he roto nada, eso sí hace un calor espantoso pero no puedo dejar de pensar: gracias Diosa madre por mantenernos sanas y salvas...
Luego abro mis ojos y le respondo:
—Gracias Muriel, estoy bien.
Ambas de pronto somos conscientes de que estamos saludables a pesar del aterrizaje de emergencia que hemos sufrido y de pronto el agua de esa masa líquida que llaman los terrícolas mar, moja nuestras ropas y ello nos hace volver la vista al mar que está al aire libre y no hay palabras para describir tanta belleza, llevo un poco de esa agua a mi boca y descubro con sorpresa que es salada: Muriel y yo contemplamos bastante golpeadas y magulladas la espléndida e inédita vista a ese mar tan intensamente azul y a ese sol tan grande en comparación con la vista que tenemos del mismo en Marte.
Muriel de pronto me dice impactada:
—¡Guau!, prima, prima, ¡qué lugar tan impresionante es la Florida!
—Así es Muriel o mejor dicho Mary, no olvides que vamos a trabajar encubiertas.
Ella enseguida me responde, muy bien Dorot… Dorothy del mago de Oz… ¡Je,je,je!
De pronto volteo hacia mi lado derecho y veo que la cápsula espacial está maltrecha seriamente averiada en medio de la arena de la playa y para nuestra desgracia enseguida salen a relucir las maletas pero en este caso abiertas, por lo que hay ropa regada en distintas partes de la cápsula espacial, la arena e incluso vemos que algunas prendas de vestir se sumergen en esa masa líquida que los terrícolas llaman: mar.
De pronto Muriel pega un grito quejumbroso que me causa un gran sobresalto y es que ve como su pequeña maleta de joyería fina sucumbe ante las olas para hundirse irremediablemente exclamando a viva voz:
—¡Mis joyas!, ¡Mi colección de ganchos para el pelo!... Noooo
—Cállate Muriel, cierra la boca, es un milagro que estemos vivas… Lo que sí tenemos que hacer es ver cómo ocultamos los vestigios de la cápsula y por supuesto la ropa, acuérdate que ya no estamos en Marte, estamos en la Tierra y no conocemos a nadie… Por ahora nadie se ha comunicado con nosotros… Quizá ya Ron y Ran han partido de regreso a Marte o quien sabe?
Ambas nos abrazamos contemplando aquel atardecer en la Florida?, no se ve ninguna base espacial o cohete… Dios, ¿dónde estaremos realmente?