Me Enamoré De Un Terrícola

Capítulo 8 Un ovni en los cielos de Margarita

El cielo margariteño amaneció bajo un fuerte aguacero con rayos y truenos que prometía anegar toda la isla, el cielo y el mar parecían fundirse en uno, Eduardo y Francisco sin embargo, amanecieron haciendo planes para un nuevo día, si bien eran hermanos gemelos se la pasaban discutiendo por todo y esa mañana justamente Eduardo quería comer empanadas de cazón en el local de doña Yuleisi, mientras que Francisco quería desayunar arepa con pulpo en el local de don Simón, el problema es que debían compartir el carro y ambos locales quedaban distantes, sin embargo, tuvieron que esperar un buen rato a que amainara el temporal.

Eduardo le exclamó a Francisco hambriento:

—Mano el jugo de naranja que me tomé hace media hora ya desapareció, vamos a comer empanadas pana, queda más cerca el local de Yuleisi, dejemos para otro día lo de las arepas con pulpo del señor Simón…, además con esta lluvía es mejor no alejarnos tanto chico…, ¡ves te lo dije mano!: teníamos que hacer mercado ayer, pero tú siempre con la misma flojera de ir al supermercado a hacer compras.

—Está bien pues…, vamos a comer empanadas chico, ya tengo tanta hambre que soy capaz de comerme hasta la comida de Michi —la preciosa gata atigrada de ojos verdes maúllo en señal de protesta— Y bueno sí, vamos a hacer mercado al salir de comer las empanadas, honestamente tienes razón, la verdad es que comer en la calle es muy caro y para eso tenemos la cocina.

—Eso sí es verdad brother.

De pronto el timbre sonó .

Eduardo le dijo a Francisco:

—Te aseguro por mi vida que quien toca la puerta es la señora Concha, caray hermanito esa señora aunque es metida es muy buena persona, además ha sido amiga de la familia por décadas, dejame ver que es lo que quiere.

Eduardo abrió la puerta y se encontró a la propia señora Concha quien enseguida les dijo:

—Mis adorados jóvenes, pasaba para saludarlos con mucho afecto y además traerles unas deliciosas empanadas que yo misma les cocine… ¡Y es qué como ha llovido!, hasta hace frío aquí en la isla, ¡que increible!

Francisco se acercó y junto a Eduardo le dijo a la señora Concha:

—Caray, señora Concha, la verdad que ha llovido con fuerza y con respecto a las empanadas, caray, nos ha salvado la vida, imaginense que tenemos que hacer mercado justo hoy y estábamos pensando donde ir a desayunar así que muchísimas gracias, además sinceramente se ven deliciosas.

La señora Concha enseguida contestó :

—Mis queridísimos muchachitos, siempre he estado muy al pendiente de ustedes y de tu madre que es muy amiga mía… Quien siempre los recuerda es Linita, antier hablé con ella y como sabe que están en la isla les mando un caluroso saludo, caray jóvenes, como pasa el tiempo, mi amada Linita vive hace años en Miami, aún recuerdo cuando todos ustedes eran niños y jugaban a las escondidas en el edificio, montaban bicicleta y junto a tus padres y hermana Gabriela y mi amado y fallecido Felipito íbamos a la playa a darnos un buen baño de mar, la verdad, éramos muy felices todos juntos, como añoro aquellos tiempos, además mi vida ya no es la mismo sin mi Felipe, ya va a ser el tercer aniversario de su fallecimiento… —una lágrima se asomó de su ojo derecho y Eduardo entonces la abrazó tiernamente diciéndole:

—Pues así es mi querida Concha, fuimos todos muy felices y lamento mucho la muerte del señor Felipe..., por ahora sólo podemos recordar aquellos buenos tiempos y agradecerle por este desayuno que se ve muy rico.

Francisco la miró enternecido y le agradeció afectuosamente enviándole especialmente muchos saludos a Linita.

La señora Concha se despidió cariñosamente de los jóvenes y estos quedaron en el departamento contemplando desde el balcón un lluvioso amanecer tardío mientras comían el rico desayuno.

Eduardo quien era el más hablador le comentó a Francisco:

—Oye hermanito, que buena gente es la señora Concha, se que es un poco metida y chismosa, pero no podemos olvidar lo amable que era especialmente cuando todos éramos niños…

Francisco lo secundó:

—Es verdad hermanito, es muy buena persona, muy amiga de mamá y dejemos tanta habladera y vamos a comernos de una vez estás empanadas que muero de hambre…

—¡Ay, yo también!

Eduardo colocó en la mesa del balcón un mantel, los vasos, la jarra de jugo de naranja y las empanadas regaladas y le dijo a Francisco:

—Chico, que amabilidad la de la señora Concha, bueno hermano ya no tenemos que ir a ningún lado a desayunar —muy pronto los jóvenes se encontraron desayunando alegremente.

De pronto los jóvenes comenzaron a charlar de todo un poco incluso de sus ocupaciones profesionales Eduardo era abogado y le gustaba escribir relatos de ciencia ficción, mientras que Francisco era Ingeniero mecánico y amante de la pintura, dos hermanos gemelos idénticos sin embargo, tan distintos…

Mientras deleitaban sus paladares con aquellas empanadas de cazón caseras cortesía de la señora Concha en la contemplación meditativa de una mañana lluviosa frente al mar, un punto luminoso repentinamente se dibujó tenuemente en el firmamento para luego desaparecer seguido de un ensordecedor estruendo, que sacudió todo a su alrededor.

—¡Rayos Eduardo!, ¿qué fue eso?

—¡Diablos no sé!

—¡Ay Dios!

El timbre del departamento de pronto sonó, Eduardo le dijo a Francisco aún con el corazón palpitante por el susto:

—Ay bro…, voy a ver quien llama a la puerta.

Eduardo vío por el ojo de la puerta que se trataba de la señora Concha abriendo enseguida y la buena señora se le abalanza encima expresándole angustiada:

—Mijo, ¡Ay Dios mío, qué ruido tan horrible y el temblor que le siguió, esto ya no son truenos, ni rayos…!, ¿qué será?

—Francisco recordando aquella tenue luz que brevemente se dibujó en el firmamento les dijo a Eduardo y a la señora Concha.

—Yo vi, una extraña luz en el cielo y luego vino como un golpe seguido de un fuerte estremecimiento de toda la tierra, ¡Santo cielo!, ¿qué habrá sido? —se rascó la cabeza con los ojos desorbitados y continúo—Conchale, lo que faltaba además de la crisis política venezolana, ahora quizá se estrelló un ovni? por estos lares, ¡lo que faltaba pues!



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En el texto hay: humor, amor, ciencia-ficción

Editado: 01.11.2025

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