Me Enamoré De Un Terrícola

Capítulo 11 Cordial acogida en casa de la señora Concha

Una señora algo nerviosa y bastante elocuente de pronto sale del apartamento de al lado y saluda a Francisco y a Eduardo muy familiarmente, ve que somos algo extrañas desde todo punto de vista y mirándonos de arriba a abajo bastante asombrada después de saludarnos cortésmente, le dice a estos jóvenes apartándolos brevemente de nuestra presencia quizá con la intención de hablar en privado, pero aún así logramos escuchar su conversación:

—Eduardo, Francisco: ¿por fin saben cuál fue la causa de aquel extraño ruido y la luz en el cielo? Y además: ¿quiénes son estas jóvenes tan extrañas? —la señora se voltea a vernos y nos sonríe algo inquieta, pero claramente Muriel y yo intuimos que su curiosidad no tiene límites y va a ser todo lo indecible para saber la verdad, así que yo bajo los influjos de la bebida espirituosa le respondo convincentemente:

—Saludos terrícola, nuestra cápsula espacial cayó inesperadamente en esta isla, venimos de Marte específicamente de la ciudad Alaylux

La señora se nos queda mirando a Muriel y a mí petrificada, impactada con lo que he dicho.

Francisco, Eduardo, la señora Concha y nosotras pasamos al departamento de la señora Concha, lugar donde los jóvenes le narran a la señora que de algún modo se me parece a la tía Mirna, la historia de nuestro encuentro con todo lujo de detalles.

La señora cuyo nombre es Concha y se ve muy afectuosa, escucha detalladamente cada punto de la historia haciendo un gesto de la cruz cristiana que en su momento vimos en la materia de historia universal en el instituto marciano. Francisco y Eduardo le hacen prometer que no revelara nada hasta saber qué hacer.

De pronto entre la bebida espirituosa y la vivencias del día a día el sueño me arropa amenazando cerrar mis párpados, veo a Muriel y está igual que yo adormilada y bostezando, es que ya es casi de noche.

Entonces la señora Concha se presenta extendiendonos la mano con firmeza y cortesía y nos ofrece muy amablemente que podemos estar el tiempo que deseemos en su departamento, para evitar las habladurías de los vecinos de que dos jóvenes están solas con dos hombres solteros, que hay que cuidar la reputación… Caray, honestamente me parece estar oyendo a mi papá y a tía Muriel, creo que los humanos de cualquier parte del universo al llegar a cierta edad se comportan igual.

Lo que sí me sorprende es escuchar que Muriel extrañamente acepta la propuesta de la señora Concha sin poner pretextos, ella que es tan quisquillosa a la hora de dormir, pues busca que su cama esté en perfecto orden, la almohada tenga ciertas dimensiones, en fin su actitud relajada me sorprende, así será su elevado nivel de cansancio.

Entonces agradecidas por tener donde dormir, nos llevamos un par de maletas a su casa, las que tienen nuestros ropajes más indispensables, las otras maletas van a dar al departamento de Francisco y Eduardo, así como la silla de peluquería que logramos rescatar del mar.

Francisco además sorprende a Muriel con su caja de joyas, lo cual hace que ella lo abrace de forma efusiva.

Y yo sintiéndome bastante mareada, habladora y con mucho sueño sólo atino a decir:

—Muchas gracias a todos —los miro agradecida.

No tardamos en entrar a una de las habitaciones del departamento de playa de la señora Concha que amablemente nos ofrece, la señora no para de hablar y hablar y así se queda hablando sola pues yo caigo tendida en el catre sobre un mullido edredón con lindos motivos de peces y moluscos, fauna similar a la que hay en los ríos subterráneos marcianos…



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En el texto hay: humor, amor, ciencia-ficción

Editado: 01.11.2025

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