Me Enamoré De Un Terrícola

Capítulo 14 Identificaciones gracias a “El Gordo”

El sonido de unas aves ruidosas me trae de vuelta a la realidad, al abrir mis ojos la luz del sol que penetra a través del ventanal abierto, inunda mis pupilas de ese azul lleno de un brillo sin igual… Azul, definitivamente los colores en la Tierra son más brillantes y vivos con respecto a los de Marte, colores de este último que claramente están bajo el influjo de ese tono rojizo tan característico de nuestro cielo marciano…

El olor a salitre se cuela en el recinto pero sobre todo la imagen de Eduardo se apodera de mis pensamientos, es buena persona el terrícola, tan servicial y atento, pero sobre todo es bello y… ¡Diosa Madre!, no debo pensar en el terrícola de modo romántico, pero es que realmente no puedo dejar de pensar en él.

En breve sonrío y contemplo a Muriel que aún duerme y la verdad luce muy feliz, es que la Tierra es bella y colorida y Margarita es especialmente hermosa… pero cuál será la razón por la que le denominan cariñosamente: la perla del Caribe?, bueno quizá en algún momento sabremos.

Muriel finalmente se levanta y ambas nos sonreímos, honestamente papá y tía Mirna también organizaron este viaje para que ambas estrecharamos nuestros lazos afectivos más allá de nuestras diferencias.

La señora Concha enseguida llama a nuestra puerta y nos dice cariñosamente:

—Mis queridas marcianas, les preparé un rico desayuno, recuerden que en media hora vienen a buscarlas Francisco y Eduardo para que vayan al organismo de identificación llamado: ENCUBRE a ver al Gordo Junixis quien es el director, no se tarden por favor y no olviden llevarse lo que queda de sus identificaciones.

Enseguida le respondemos al unísono cariñosamente:

—Ya nos alistamos señora Concha y gracias por todo.

***

En la vía al organismo gubernamental que recibe el nombre de ENCUBRE no pude dejar de contemplar aquel precioso mar que parece unirse al cielo por un puente infinito alcanzando quizá la eternidad de un sistema en permanente búsqueda de equilibrio. Muriel disfruta la preciosa vista al igual que yo, nuestras pupilas extasiadas absorben detalladamente todas aquellas formas de vida antes absolutamente desconocidas para nosotras, la vida en todo su esplendor en el ecosistema del tercer planeta del sistema solar. Honestamente lo que más nos encanta son las aves que despliegan sus alas animosamente para flotar en la inmensidad del cielo.

Pero lo más álgido del día son Eduardo y Francisco, jamás pensé que dos hermanos gemelos tan idénticos físicamente pudiesen ser tan diferentes a la vez a nivel emocional y en este caso yo tenía a mi favorito: Eduardo, Eduardo ¡Oh, Eduardo!, cuando manda el corazón que yo sea de Marte y él un terrícola bien poco importa.

Y de pronto me sonríe desde el asiento del copiloto y yo me sonrojo, luego él enfoca sus ojos brevemente en Muriel y nos comunica a ambas:

—Bueno Kalena, Muriel ya llegamos a ENCUBRE, anoche logré que El Gordo nos diera una cita aparte para evitar las usuales filas de gente que son inmensas en la entrada de este organismo gubernamental.

Encantada y sobre todo muy agradecida le respondí enseguida:

—¡Ay, muchas gracias a los dos! —Francisco me sonríe una vez que termina de estacionar el vehículo y nos dice a ambas:

—Siempre a su orden para lo que gusten.

Encantadas Muriel y yo respondemos al unísono:

—Gracias…

El organismo gubernamental luce bastante desarreglado, y los gemelos nos llevan a una amplia habitación donde en breve se presentará su gran amigo que promete ayudarnos a hacer legal nuestra estadía en la isla, por supuesto me entra la duda de si es conveniente revelar el secreto y le comento esta inquietud algo aparte a Eduardo, quien enseguida me comenta:

—Nooo, cariño al gordo no le cuentes que eres de Marte, ese si es hablador de verdad, si se lo cuentas, esta misma tarde toda la isla e incluso la capital de Venezuela que es Caracas, se va a enterar que nos visitan dos marcianas e incluso van a ver cómo les sacan dinero y exponen sus imágenes como si fuesen ejemplares de un circo.

Yo me quedo notablemente impresionada y preocupada con lo que ha dicho Eduardo por lo que antes de entregar nuestras falsas identificaciones, Eduardo brevemente vuelve a ver los documentos y nos susurra:

—Precisamente, le vamos a decir que los pasaportes están roto producto de un accidente que ambas tuvieron haciendo motociclismo de agua, accidente que gracias a Dios no llegó a mayores.

Yo le susurro impresionada por su habilidad inventiva:

—-Ah, bueno, tú sabes más de eso que nosotras —mientras susurramos acerca de este tema, nuestra conversación se ve interrumpida por la llegada de un señor de noble rostro y bastante entrado en carnes, pero con una sonrisa impecable que enseguida le dice a los jóvenes:

—¡Mirá, muchacho der diablo, que les trae por aquí…, hacé tiempo no me visitaban, je, je je…, ¿qué se les ofrece, par de ingratos ?

—Hola Gordo, tienes razón, somos unos ingratos te debíamos ir a visitar una vez que pisamos la isla… —contesta Eduardo sonriendo.

—La verdad que hemos estado tan cansados con nuestros trabajos en Caracas, que lo que hemos hecho es llegar a descansar, pero pensábamos visitarte no lo dudes, como olvidar nuestros jugos de metras en la calle querido amigo.

—Así es, vengan hermanos para darles un fuerte apretón a los dos.

Veo que los tres se abrazan efusivamente y el señor entonces repara en nosotros y enseguida le comenta a los dos:

—Con…, veo que están muy bien acompañados, con razón no me han llamado par de sinvergüenzas —se ríe.

—Bueno chicas, encantado de conocerlas —extiende la mano—, mi nombre es: Junixis Dillinger Peréz, para servirles.

Antes de que metamos la pata Eduardo quien está al tanto de nuestros nombre asignados desde Marte, expresa en tono cariñoso:

—Es un gusto presentarte a Dorothy Mitchell y a Mary Smith

Nosotras extendemos nuestras manos imitando su gesto de cortesía.



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En el texto hay: humor, amor, ciencia-ficción

Editado: 01.11.2025

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