Después de almorzar algo ligero, en horas de la tarde vamos al Museo Marino de Margarita en donde nuestra vista se deleita con la hermosa exhibición de gran variedad de coloridos peces nativos que nadan en las diversas peceras, así como una piscina donde contemplamos hermosas e inmensas tortugas de mar, estos animales llamados tortuga no existen en Marte razón por la cual Muriel y yo pasamos largo rato contemplándolas y tomandoles fotos y videos, tienen un duro caparazón que nos explica Eduardo que funge como su hogar, ¡qué preciosos animales tan interesantes y llenos de vida!
Luego metimos las manos en la tina de las mantarrayas, estas se dejan acariciar especialmente por Francisco tanto es así que todas se han ido con él dejándonos sin la oportunidad de tocarlas a nosotros, entonces Eduardo en broma comenta:
—Bueno, Francisco, como que todas las mantarrayas son mujeres y están enamoradas de ti, te persiguen ¡je,je,je!
Francisco le responde muy divertido:
—Pues así es chico, ellas han determinado que yo soy el más guapo y especial ¡je,je,je!
La señora Concha disfruta mucho la parte histórica del museo, mas de pronto se nos hace la hora de cierre y nos vamos después de haber disfrutado un agradable momento en el museo.
De vuelta en el carro decidimos que es hora de cenar, por lo que no tardamos en llegar a un restaurante sencillo llamado Playa Bonita donde degustamos unas deliciosas langostas y puré de papas, de postre nos deleitamos con un dulce que es de un sabor inigualable que se llama: tres leches, nos ha gustado tanto que repetimos el postre y antes de partir se nos acerca un vendedor de accesorios y Muriel y yo quedamos fascinadas con unos collares que el vendedor dice que son de perlas, me quedo encantada al observar aquella extraña joya hábilmente ensartar en unos hilos, ¡Guau! No hay una piedra o lo que sea que es una perla en Marte, en Marte hay ópalos, pero esto claramente no lo es, viendo mi cara de impresión Eduardo me dice cariñosamente sonriendo:
— Mi querida marciana Kalena, las perlas se forman en el interior de las ostras que son por así decirlo unos “animales marinos”, al introducirse una partícula extraña en el interior de la ostra estas comienzan a segregar una sustancia que se llama nácar dando origen a las tan preciadas perlas.
Yo impactada con su explicación y la contemplación de esas preciosas joyas proveniente del mar le comento:
—Pero que belleza, Muriel vamos a adquirir unos collares, los necesitamos urgentemente.
La señor Concha se sonríe y Eduardo de pronto dice:
—No…
Y yo extrañada le expreso:
—Pero, ¿cómo que no?
Enseguida él se sonríe y me contesta sacando su cartera:
—Cariño que no las compres tú o Muriel, es un regalo que yo le quiero hacer a cada una de ustedes incluida por supuesto a usted señora Concha, hemos pasado unos día fantásticos todos juntos —Eduardo se sonríe y le cancela al vendedor tres hermosos collares de perlas muy blancas y tornasoladas y esa generosidad me llega al corazón.
Con ojos llorosos le expresó llena de alegría:
—Caray Eduardo, gracias por tanto.
El vendedor se va feliz por la venta y después de que Francisco cancela amablemente la cena, nos vamos todos en dirección al conjunto residencial, planificando ir al día siguiente a visitar otras playas.
Francisco nos dice cariñosamente medio en broma medio enserio:
—Bueno chicas cuando regresen a Marte no se olviden de estos terrícolas que se han encariñado tanto con ustedes y por favor mantengámonos siempre en contacto.
Eduardo pone ojos tristes y me mira de modo más que cariñoso y eso me encoge el corazón y levemente tomando una de mis manos en un susurro me expresa:
—Kalena, no quisiera que te fueras de mi vida nunca…
Mi corazón en este momento da un brioso salto de emoción, Eduardo siente algo por mí, ahora lo sé con certeza y honestamente no se que hacer, ambos pertenecemos a mundos distintos, pero quizá el universo quiera que estemos juntos pues por algo nos ha unido de forma tan abrupta e inesperada.
Como nadie quería separarse, terminamos todos en casa de la noble y maravillosa señora Concha viendo una película juntos que se llama Terminator, bastante peculiar honestamente, nada romántica por cierto y muy apocalíptica…, lo cual me lleva a rememorar las historias marcianas que relatan el gran éxodo hacia la Tierra en la era del cataclismo climático ocurrido hace miles de años.