Me Enamoré De Un Terrícola

Capítulo 22 Día de surfear y una sorpresiva buena noticias

Mi dispositivo móvil terrestre con ese pito tan característico y por cierto nada agradable me trae al mundo de la realidad, sin embargo, un fragmento de mi sueño se cuela en mi plena conciencia: el día de mi boda con Eduardo; una boda cuyo escenario era justamente una playa margariteña, encantada de la vida con ese recuerdo sonrío, entonces feliz de la vida enamorada como estoy de Eduardo, al ver quien me llamaba tan temprano descubro que es el propio Eduardo, entonces contesto llena de dicha y sueños…, y enseguida le digo:

—Hola cariño, veo que te has levantado muy temprano, justo ahora estoy en la plena contemplación de los arreboles mañaneros.

Él enseguida me responde cariñosamente:

—Perdona dulzura por entrometerme en tu mundo de sueños y despertarte así.., pero, ¿qué te parece si vamos a surfear ya mismo? Es que tiene que ser temprano, ayer me llamó papá de Caracas, que por cierto mis padres están encantados con Muriel incluso hicieron una videollamada donde le presentaron a mi hermana Diana Gabriela que vive en Islandia, imagínate…, bueno el caso es que papá me pidió su opinión legal acerca de una propiedad que tenemos en Los Teques una zona que forma parte de La Gran Caracas, por ello debo sentarme a trabajar en la tarde cariño.

Yo encantada con Eduardo enseguida le digo:

—¡Oh!, qué jovén tan responsable…, pues ya mismo me alisto para que luego puedas dedicarte a trabajar, por cierto me alegra que a aquel par de tórtolos les esté yendo tan bien.

—Bueno marcianita, nos vemos en media hora afuera en el pasillo.

Enseguida le contesto:

—Ya mismo me acomodo y salgo.

A pesar de mi apuro, veo que ayer me llegó un mensaje de whatsApp que aún no he leído y justamente era de Muriel, ella no sólo me ha escrito sino que me ha enviado unas preciosas fotos de una montaña pero de un verdor intenso como jamás hemos visto en Marte y unas aves llenas de colores muy similares a nuestras ara ruru marcianas, ¡woo que impresionantes y bellas son!, ¡Oh, Muriel de verdad la está pasando muy bien en Caracas!

El mensaje dice así:

Muriel: primita soy muy feliz, los papás de Francisco y Eduardo, los señores Ramón y Ninoska son encantadores, estudiados y principescos, por videollamada conocí a Diana Gabriela. Ojalá puedas venir a Caracas algún día 🙂

Caray, este viaje ha sido toda una sorpresa y si bien estamos aquí porque nuestra cápsula espacial sufrió un percance gracias al temporal, quizá todo haya sucedido porque nuestra amada Diosa Univa tiene unos maravillosos planes para nosotras dos, pero es hora de alistarme para ir a surfear…, caray espero que no sea tan difícil.

La señora Concha aún duerme y yo ya arreglada y acomodada con la hidratación suficiente, tomo las llaves de la casa que me asignó tan amablemente la señora Concha, mi identificación que jamás volveré a olvidar en mi vida y lista finalmente salgo al pasillo, por supuesto no tardo en encontrar a Eduardo que tiene todo listo para que partamos a un día de playa y surf que promete muchas sorpresas.

En el camino a Playa El Yaque, le comento a Eduardo que mi prima me ha escrito y me ha mandado unas imágenes fotográficas y videos muy hermosas de Caracas y me ha hablado de sus padres y su hermana, él me comenta muy divertido:

—Así es Kalena, realmente ayer por la noche hable con Francisco quien de verdad está muy enamorado de Muriel y mis padres y hermana encantados con tu prima…

Yo agrego sin demora:

—Y Muriel está encantada con Francisco y tu familia, honestamente jamás me imaginé que este viaje al planeta Tierra supuestamente con fines laborales, en realidad se iba a convertir en un viaje romántico cariño… —atrevidamente como jamás en mi vida, le puse la mano en el muslo izquierdo a lo que él respondió con una sonrisa picaresca.

—¡Ay, mi querida marcianita, es que ustedes dos llegaron al planeta Tierra para arrebatarnos el corazón, de eso no me queda duda alguna,¡je, je, je!

La verdad en estos momentos estoy ruborizada, sintiéndome sumamente atrevida, pero lo hecho hecho está…

Al llegar a la playa contemplo extasiada el precioso cielo azul que brilla con una intensidad luminosa, mirando a la distancia observo que ya muchas personas están surfeando, entonces la emoción me embarga, como dicen los terrícolas venezolanos: ¡Qué chevere, voy a experimentar lo que es surfear!

Al bajar del vehículo nos dirigimos a un puesto donde alquilan tablas de surf y una vez que la tengo entre mis manos, emocionada como una niña muy cerca de Eduardo, me arrojo a ese mar que me recibe ancho y espumoso en sus líquidas entrañas, siento a lo profundo de mi ser que esta masa de agua me da la bienvenida de modo cariñoso y así me sumerjo con la tabla e intento pararme sobre ella como hacen las otras personas y bueno me caigo una y otra vez, las olas me arrojan a la orilla, pero insisto, la tabla no puede más que yo y después de muchos instantes logro ponerme de pie por algunos segundos y luego nuevamente al agua.

En un breve descanso veo que Eduardo igualmente intenta pararse sobre la tabla cayendo una y otra vez, cuando de pronto una inmensa ola lo envuelve completamente lo cual me asusta muchísimo pero luego emerge Eduardo de las aguas marinas, eso sí todo lleno de algas lo cual me hace recordar a un sucuru una especie de anfibio marina que tiene unas protuberancias algo graciosas y eso me lleva a reírme de él a carcajadas, entonces algo disgustado me dice:

—Bueno querida marcianita, ya no voy a "surfear" más…

Su cara roja me hace comprender que se avergüenza de su falta de habilidad, por lo que yo enseguida le digo:

—Mirá Eduardo esto tampoco es para mí, chico lindo, vamos más bien a comernos unas maravillosas empanadas de cazón donde Yuleisi, ¿qué te parece?, yo invito.

Él no tarda en responderme:

—Me parece una excelente idea.

Ambos devolvemos las tablas de surf, nos calzamos nuestras sandalias y nos vamos al consabido local donde al amparo de un cielo luminoso y aquel ambiente marino tan deliciosamente exquisito, nos comemos unas empanadas acompañadas de unas frías maltas, ante la contemplación de un espléndido mar que refleja el cielo como un espejo sin perder su ondulante personalidad.



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En el texto hay: humor, amor, ciencia-ficción

Editado: 19.11.2025

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