En 5 minutos a próximamente llegamos a la ciudad de Caracas, Muriel y yo nos abrazamos emocionadas, en breve contemplamos a oscuras una ciudad iluminada inmersa en un valle que parece abrazar a toda la ciudad, brevemente contemplo extasiada las luminosas estrellas que brillan en el precioso cielo, cielo que no tiene patria, cielo que parece inmutable a los designios del tiempo.
Ante mis ojos está la ciudad que vio nacer al gran amor de mi vida, mi amado terrícola Eduardo, que junto con Francisco han resistido nuestra ausencia por más de un mes y ahora por fin, todos vamos a estar juntos otra vez.
La nave se posa en la embajada marciana ubicada estratégicamente en el pueblo de Galipán en un cerro al que llaman El Ávila y lo que parece una inofensiva casita elaborada en piedra y madera de fachada colonial, rodeada de un precioso jardín lleno de rosas, orquídeas y algunos árboles frutales, aloja en el sótano unas amplias oficinas que gozan de equipos de comunicaciones de avanzada con tecnología marciana, mientras la parte visible sirve de alojamiento para los marcianos que visitan la Tierra e incluso otros extraterrestres que hacen vida o viajan al planeta que vio nacer al hombre de mi vida.
Está casita tan tierna y pintoresca por así decirlo nos sirve para pasar la noche y la idea es que mañana nosotras y los grandes amores de nuestras vidas nos reunamos finalmente, mañana bajaremos en un vehículo rústico todo terreno de la embajada marciana a la ciudad de Caracas.
Sin embargo enseguida que Muriel y yo llegamos a esta preciosa y pintoresca embajada enseguida llamamos a nuestros amados y veo a Eduardo en todo su esplendor en la pantalla de mi móvil maravilloso: obsoletin y emocionada le digo:
—Amor, ya llegamos, estoy muy emocionada y ansiosa a la vez, estoy contando los minutos e incluso los segundos para que podamos vernos al fin amor mío, honestamente mañana se ve aún muy lejano…
—¡Ay Mi marcianita, que bueno que llegaron bien!, yo también cuento las horas con ansiedad para verte, pero, luces visiblemente cansada…
—Así es mi amor, es que la cantidad de equipaje que nos trajimos de vuelta estaba fuera de lugar, incluso tuve una pelea con Muriel por el equipaje, cuando se casen el pobre Francisco deberá adosarse una maleta a su espalda para poder cargar con las cosas de Muriel, es que Eduardo Muriel parece una niña, se compra todo lo que se le antoja en el momento, imagínate el día que tengan hijos...
—Bueno Kalena, Francisco está tan enamorado de ella, que le va a parecer magnífico cargar todas sus pertenencias, lo que sí no me imagino como tú bien señalas es que harán el día que se conviertan en padres, de seguro comprarán un remolque para llevar a todos lados, ¡je, je, je!
—Por cierto marcianita, envíame la ubicación de la casa para pasarlas a buscar en nuestra camioneta todo terreno a primera hora de la mañana.
—Pero Eduardo, más bien un vehículo de la embajada nos puede llevar a tu casa, no tienes porque molestarte, son solo unas horas más de espera.
—Pues eso es lo que no quiero, tener que esperar más de lo que ya he esperado y así podemos hasta pasear un poco por el cerro El Ávila es muy bonito, además Francisco también está ansioso por ver a Muriel, honestamente él parece estar más impaciente que yo, y eso es ya mucho decir.
—Bueno cariño por motivos de seguridad, te voy a dar la ubicación de la casa que queda a dos casas, por cierto nos hospedamos en la preciosa y pintoresca casa colonial de rejas azules…
—Comprendido amor, nos vemos a primera hora de la mañana, estoy ansioso por verte.
—Bueno mi terrícola bello, me están llamando a cenar en este momento y sobre todo necesito dormir.
—¡Qué comas rico y descanses mi amada marcianita!
—¡Qué descanses mi bello terrícola!, te amo…, ya muy pronto vamos a estar juntos…
Ay, ¡mi bello terrícola, mi gran amor!, pero bueno, por ahora me voy a cenar.
La preciosa pareja que nos atiende con esmero se llaman Xiliniia quien es marciana y proviene de Olimpia una ciudad que queda en los alrededores del Monte Olimpo y un terrícola venezolana llamado Roberto de padres colombianos que emigraron a venezuela en los años 70, ambos se enamoraron perdidamente y bueno no hay más que hablar…, tienen 2 hijos adolescentes que viven en la casa que tienen en la ciudad de Caracas, como verán el universo es más vasto e intrincado de lo imaginado y cuando uno pasea por cualquier calle de cualquier pueblo o ciudad no se puede imaginar las vivencias particulares que cada persona guarda en su interior, definitivamente la creación de la Diosa Univa es todo un misterio inexpugnable para la raza humana.
Después de una suculenta cena de sándwiches de pernil donde de postre comimos unas deliciosas manzanas caramelizadas que son muy típicas en Galipán y que le encantaron a los nobles señores Ron y Ran, Muriel y yo ya demasiado cansadas nos dirigimos hacia nuestras habitaciones y caemos sobre la cama inmóviles absolutamente agotadas, pero antes de quedarme dormida la imagen de mi amado se hace presente, lo veo sonriente aguardándome cariñosamente y por una fracción de segundo puedo escuchar el balbuceo de un tierno bebé… ¡Oh ser la madre de nuestros hijos será en el futuro todo un sueño hecho realidad!