Me Enamoré De Un Terrícola

Capítulo 37 El regreso a Marte con nuestros prometidos

Pasamos una semana en casa de nuestros amables y maravillosos suegros en la mágica compañía de nuestros novios, definitivamente ellos representan la plena garantía de que una alianza interplanetaria bien se puede consolidar entre Marte, la Tierra, el Satélite Europa e incluso Próxima Centauri b y este hecho me llena de una infinita satisfacción, incluso ya mis suegros han logrado establecer una conexión segura a los fines de mantenerse al día con las noticias interplanetarias.

Nuestros amados novios preparan su equipaje y nosotros el nuestro, tuve que enfrentarme nuevamente con Muriel pues compro más souvenirs o como ella le llama “cositas” y más maletas por lo que le dije que realmente de seguir así yo y los muchachos tendríamos que viajar con sólo una muda de ropa y la nave iba a estar ocupada exclusivamente con su equipaje… Bueno, al momento se molestó, pero cuando vio el estudio de nuestros futuros suegros lleno de sus nuevas adquisiciones y que Francisco solo llevaba una maleta de mano y un par de zapatos para que ella se diera el gusto de llevar todo lo que quisiera, entonces comprendió la gravedad de la situación, Ay, Muriel y su exceso de equipaje, honestamente no me la imagino siendo madre…, y hablando de la maternidad, la nave va a hacer una parada en la isla de Cubagua y encubiertos vamos a visitar a la señora Concha, le vamos a dejar la silla de peluquería y una ropita para su preciso nietecito, que resulta que va a ser un varoncito, ¡qué belleza!

Los días previos a nuestra partida nos comunicamos por videollamada con Diana Gabriela la hermana de nuestros amores que vive en Islandia con su esposo, me agrada mucho como persona, es una mujer decidida y estudiada, además de ser amante de la gastronomía caribeña, de hecho ella y su esposo islandés montaron un restaurante llamado: Un Rinconcito del Caribe, definitivamente es una mujer no sólo atractiva, sino que exuda seguridad y optimismo ante la vida, honestamente aunque nuestros amores no ostenten títulos reales pues no es lo estilado por estos lares, son personas educadas y distinguidas, razón por la que me siento muy orgullosa de este noviazgo nuestro. Pero

bueno volviendo al equipaje y a nuestra próxima partida, siento que voy a extrañar infinitamente este maravilloso planeta, de hecho creo que la Tierra va a ocupar un rincón privilegiado en mi corazón marciano o mejor dicho va a ocupar la plenitud pues muy pronto voy a ser nada más ni menos que la esposa de Eduardo Pocaterra un terrícola graduado de abogado y nuestros hijos serán unos precisos mestizos muy amados por cierto, que tendrán dos hogares donde ser queridos y poder crecer sanos y fuertes: La Tierra y Marte.

La noche previa a nuestra partida papá me gira las últimas instrucciones y acuerda conmigo que un vehículo todoterreno con credenciales diplomáticas de la comunidad Europea, nos va a llevar a la embajada de Marte ubicada en Galipán donde los muy encantadores Xilliniia y Roberto nos van a recibir hasta que coloquemos el equipaje en la nave espacial y de allí aterrizaremos brevemente de incógnito en Margarita y por la noche partiremos rumbo a Marte. Y no puedo más que suspirar, suspirar nostálgica pues definitivamente voy a extrañar al planeta Tierra y todas aquellas fantásticas persona a las que conocí y sacaron una sonrisa de mis labios y aquellos lugares llenos de gran colorido y belleza sin igual que me llenaron el alma de dicha; ahora comprendo a plenitud que abandona el planeta Tierra una persona muy diferente a la que llegó aquel día que nuestra cápsula espacial se vio inmersa en la tormenta, cambiando mi vida y la de Muriel para siempre.

***

El vehículo llega en horas de la madrugada el día 10 de noviembre y después de una muy afectuosa despedida donde la presencia de fuertes abrazos, besos y dulces palabras nos conmueven a mí y al Muriel, sin embargo, muy pronto todos nos echamos a reír pues entre el chofer y nosotros hacemos malabares para que entren nuestras maletas y las de Muriel que son más del triple que las nuestras, tanto así que algunas de las cositas de Muriel quedaron a buen resguardo en casa de nuestros futuros suegros.

Eduardo y Francisco ya en La camioneta no dejan de ver a sus padres que se despiden abrazados y algo tristones viendo a sus dos hijos partir nada menos que a otro planeta… Me da cierta pena pues Diana Gabriela vive en Islandia que queda muy lejos para los terrícolas, bueno quizá ya sea hora de echarles una mano a los terrícolas ayudándolos a desarrollar unas naves mucho más rápidas y eficientes y eso me hace recordar al marciano Setiblaj, pionero en la era aeroespacial marciana y creador de plasma ionizado inventó que nos llevó a a las puertas de los viajes interplanetarios.

Pero por ahora el abrazo de mi gentilhombre me hace sentir plena y feliz, entonces me aboco a observar desde el vehículo las calles y edificaciones terrícolas de la ciudad de Caracas a las cuales no veré quizá por un buen tiempo.

Luego del escarpado ascenso a la montaña llamada cerro El Ávila, llegamos a la embajada marciana donde muy amablemente nos reciben gratamente Xilliniia y Roberto secundados por Ron y Ran, quienes ya resguardaron la nave en pleno patio de la embajada a la vista de cualquiera, pero protegida bajo el manto de invisibilidad. Y es que papá ahora confía más en la nave que en la cápsula espacial desde aquel aterrizaje forzoso que puso en riesgo nuestra vidas y el objetivo de la misión, lo cual irónicamente terminó siendo lo mejor que nos pudo pasar en la vida a Muriel y a mí.

Después de un delicioso almuerzo y las bendiciones de los encargados de la embajada y que Xilliniia me entregará un regalo para su madre para que se lo hiciera llegar cuando llegara a Marte, nos despedimos afectuosamente y partimos rumbo a Margarita a ver a la señora Concha.

***

En breve aterrizamos en Cubagua y gracias a Sergio a quien habíamos contactados el día anterior, rápidamente conseguimos trasladarnos en lancha al departamento de nuestra buena amiga a quien también avisamos que la íbamos a visitar; sólo que esta vez nos acompaña Ron, quien está enamorado a más no poder de la señora Concha, en sus manos lleva una cajita de joyería para nuestra tan querida amiga y bueno ya está planeando jubilarse e irse a vivir con la señora Concha en Margarita, honestamente creo el señor Ron va a cumplir mi sueño antes que yo, pero se lo merece por los años de arduo trabajo al servicio de la compañía aeroespacial Aluz de la cual papá y tío Gabo son copropietarios.



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En el texto hay: humor, amor, ciencia-ficción

Editado: 19.11.2025

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