Estiben, despertó en la enfermería, un frío en su muñeca le hizo darse de cuenta que estaba esposado, la mascarilla de oxígeno olía a viejo, era un cuarto pequeño entonces debería estar en la sala de urgencias de palacio, eso significaba que aún podía ver al presidente, no era fan de él, fue su detractor, votó por el rival, pero ahora lo necesitaba o no a él, lo que requería era su autoridad y medios para buscar una solución al verdadero problema de la supuesta pandemia, pero ahora no tenía su equipo que sin este no podría demostrar su macabro hallazgo, lo único que le quedaba sería poder acceder a un video de su celular, que tendría que aparecer, estaba en el edificio más seguro del país, ahí no se podría perder nada.
De pronto llegó la enfermera jovencita parecía recién salida del colegio, una rubia, ojos azules, un cuerpo voluptuoso que hacía que a uno se le olvidara sus enfermedades, yo de presidente sería hipocondríaco para que ella me la pasara revisando.
Se da cuenta de que la mira con deseos, a lo cual está muy acostumbrada, también lo mira, ya que tiene que darle esta cruel noticia:-
—señor Estiben, le tengo buenas noticias, un convoy militar fue a traer a su esposa.
Casi le da otro paro respiratorio de no ser por la espectacular vista que contemplaba. Pero, sin embargo, soltó algunas maldiciones:
—¡maldita sea! No puede ser ella no, ya debe de estar diciéndoles a los soldados que yo si soy un loco, además de perdedor y bueno para nada, sin metas e ilusiones. Es mentira, tengo muchas, La principal es separarme de ella, la odio con cada sub partícula de mi ser, aunque llevamos casados 8 años, llevo 7 odiándola, sé que nunca fue amor correspondido, pero estoy muy seguro que el odio sí.
—¿cómo dice?; pregunto la enfermera, quien no comprendió todo lo que él dijo, pues hablo muy rápido; sin embargo, quiso ayudarle poéticamente diciéndole: — del odio al amor hay un solo paso igual que del amor al odio, lo que no sé es si se puede dar ciclos o es solo un cambio, bueno ¿Por qué no se separa y ya?
Estiben, suspiro guardando silencio, no tenía que contarle a una extraña sus problemas, aunque fuera tan hermosa una razón más para evitarla, no se creía tan iluso para creer que una mujer como ella se fijara en el que ni lindo, ni rico, si de pronto ella se enamorara misteriosamente, esa relación no duraría debido a que por ser tan atractiva le lloverían pretendientes, cuando que él tuviera que vivir preocupado por sus infidelidades; así pensaba nuestro perdedor.
…
La angustia lo sacudía como las olas del mar cuando ya casi tocan la playa, por un lado, el fracaso de su misión y por el otro su esposa se encontraba frente a él clavándole la mirada como algún día le clavó unos puñales, ella aparentando los dientes que los hacía crujir, su tez rojiza, pero no por raza sino a la gran ira que portaba, la cual se tradujo a este infame saludo:
— ¿que te pasa estúpido?, ¿que pretendes?, ¿que nos maten a todos?, ya bastantes problemas, tengo con mis hermanos, que ellos si me importan, pero ahora el loco se quiso meter a palacio, ¿que querías hablarle mal de mí, al presidente?, qué bobadas supones, ya eres un cucho que te portas como un niño, madura no sé por qué sigo con una basura como tú, ya no aguanto más, ¿quieres que nos separemos?, tan solo dímelo.
El impávido pensó en decirle que sí, que era lo que más quería, pero lo invadía la idea que sus familiares lo comparecieran o criticaran por perder otro hogar, también le daba miedo la idea de estar solo, sus hijos, ella se los llevaría, los vería a veces y solo para darles dinero, posiblemente lo odiarían al igual que sus otros hijos de otras mamás; sin embargo, ella seguía hablando improperios.
De pronto sus siniestros lamentos fueron silenciados por un grupo de generales y científicos, y el más importante, un general con tantas condecoraciones que no le cabían en su pecho los saludos diciéndoles:
—Cordial saludo, requerimos al señor Estiben en la sala de reuniones presidencial urgentemente.
Estiben lo miro moviendo sus manos haciendo sonar las cadenas de las esposas contra las barras de la camilla. Así que llego la sexi enfermera a soltar al prisionero, quien se entretuvo al ver sus senos cuando se agachó para soltarlo, cuando de pronto sintió un fuerte golpe en su cabeza, al voltear a ver, era su esposa que le siguió dando golpes e insultos, exigiendo respeto, mientras todos en la sala miraban atónitos esta escena tóxica de celos, menos la enfermera que por evitar salió corriendo encerrándose en el baño.
…
Les tocó llevarlo escoltado hasta el gran salón presidencial debido a la furiosa mujer que no paraba de asestar golpes contra su marido, a quien minutos antes aseguró que odiaba.
En la gran sala había una mesa como de 20 puestos, cada uno de ellos ocupado por ministros y en la silla en la cabeza de la mesa estaba el presidente, Estiben corrió emocionado a abrazarlo, sin darse cuenta de que por inercia unas gotas de su sangre le salpicaron en la boca del mandatario, quien muy enfurecido dijo:
—pero que gas, me trague sangre de esta plebe, yo les dije que no lo golpearan, ¿por qué no me hicieron caso?
El General de más alto rango les informó que ellos no tenían nada que ver con sus heridas, las cuales eran producto de que su mujer estalló en ira porque se dio de cuenta que casi se le salen los ojos mirando los encantos de la dulce enfermera, todos se rieron algunos también porque el presidente había sido bautizado por este pelafustán.
Pasadas las risas se paró un científico muy respetado, anciano, con gafas de gran aumento:-
Estamos aquí reunidos debido a que este señor hizo un gran descubrimiento, que nos puede servir para iniciar el salvamento de nuestra raza, él me envió un video, el cual ya se lo compartí a cada uno de vosotros, ¿señor Estiben cuéntenos como es la cuestión? Por favor.
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Editado: 15.07.2023