¡me encantas!

Hakuna Matata

Todos estaban en una pequeña sala con ventanas de cristal. Sus caras de aburrimiento observaban el exterior a través de aquellos cristales anhelando que no hubiera lluvia.

—Chicos, ¿por qué no ven una película? —El señor Mars les sugirió.

—¡Otra vez! —se quejaron al unísono. Habían transcurrido tres días de lluvia y ya habían visto todas las películas de la playlist.

—Ojos melosos, te propongo algo —Kevin la abordó haciendo que su corazón se disparara. Últimamente era así. Una mirada, un gesto, su voz o cualquier cercanía que proviniera de él hacía latir su corazón fuera de lo normal.

—¿Qué propones? Ya hemos revisado fotografías antiguas, famosas, profesionales, no profesionales, las que he tomado…

—Sí, sí —la interrumpió—. Sé que te he hecho ver muchas fotografías estos días… Pero me refiero a algo diferente; si estás dispuesta, claro. —La intriga la consumía.

—¿Qué es?

—Ummm… No sé, tal vez no quieras.

—¡Déjate de rodeos, Kevin Mars! —le exigió curiosa.

—Lo siento. —Sonrió—. Te voy a enseñar a fotografiar bajo la lluvia. —Amplió su sonrisa. Ella se quedó pensativa.

—¿Se puede? 

—¡Por supuesto! —afirmó—. Solo hay que proteger bien los equipos. ¿Qué dices, chica melosa? —Laura rodó los ojos de fastidio.

—¿Otro sobrenombre? 

—No lo veas como un sobrenombre, más bien como descripción.

—Quieres decir que soy cansona —bufó.

—No me referí a eso. —Rascó su cabeza—. Creo… que es porque me transmites una sensación de dulce y delicioso. —Laura abrió sus ojazos. Él se avergonzó al darse cuenta de lo que acababa de decir. ¿Por qué no pensó antes de hablar?—. Ahhhh… Yo creo que… no quise decir que eres deliciosa… —Se lamió los labios por instinto—. No es que no lo seas…, pero… no me referí a nada de lo que estás pensando en este momento… —La miró a los ojos con pena, ya que pudo notar cómo se sonrojaron sus mejillas—. Yo… discúlpame, a veces soy un tarado. —Sonrió avergonzado.

Ella rio entretenida. Se le veía muy lindo tratando de explicar lo inexplicable. Sentía punzadas en el estómago al imaginarse que podría estar coqueteando.

—¿A veces? —trató de seguirle el juego con una miradita coqueta—. Desde la primera vez que te vi supe que eras un tarado.  

—Oye…

—Pero te ves lindo cuando haces de tarado —soltó con una sonrisita pícara. Espera, ¿ella dijo eso? Kevin no creía que esas palabras salieran de su boca, en especial con ese tono de flirteo. Él no pudo evitar sonreír como un tonto. «Pero ¿qué fue lo que dije? ¿Estoy seduciendo a Kevin Mars?», Laura pensó y, de repente, sus cejas se juntaron de la pena—. Está bien. Vamos a fotografiar bajo la lluvia —continuó tratando de escapar de ese momento incómodo.

Protegidos con impermeables y botas, salieron con sus cámaras cubiertas por un protector de plástico para evitar mojarlas. Las lecciones no duraron mucho, ya que, después de varios jugueteos, terminaron bañándose bajo la lluvia. 

—¡Achuuu! —Laura estornudó ya adentro, cubierta con toallas. Era gracioso verlos mojados y desarreglados, parecían unos pequeños traviesos.

—¿En qué estabas pensando, jovencita? —su tía le recriminaba. Pero no sabía si era por mojarse con la lluvia o por haber estado en compañía de Kevin—. ¿Qué era lo que hacían bajo ese aguacero?

—Es que Kevin me estaba enseñando a fotografiar bajo la lluvia —contestó Laura bajando el rostro.

—¡Ajá…! Y si Kevin te dice que te tires de un puente, ¿te tirarás? —Clara preguntó desplazando sus manos a la cintura de forma autoritaria.

—Ummm…. —Se acercó Pablo con ese gesto burlón que lo caracterizaba—. No sé si ella se tiraría, pero de algo estoy seguro… —Sonrió con malicia—. Si ella le dice a Kevin que se tire, él lo haría sin pensarlo dos veces. —Todos lo miraron y él no soportó esa risa que hace rato tenía atrapada.

—¡Deja ya de decir tonterías! —Kevin profirió molesto

—Clara, deja de regañar a Laura —dijo el señor Mars—. El único culpable aquí es Kevin, que cree que porque él es resistente a esos baños bajo la lluvia los demás lo serán.

—No estoy de acuerdo, Cristian. Él no la obligó. Alguien en su sano juicio… y dominio propio —la miró directamente al pronunciar estas palabras— no le hubiera seguido el juego a Kevincito. ¡Pero, claro! Esa era una propuesta a la que ella no se resistiría.

—¿Aún estamos hablando del baño bajo la lluvia? —preguntó Pablo— O… —Kevin le dio un manotazo para que no le echase más leña al fuego—. Oye… —se quejó.

—Hablas mucho, primito. —Kevin le dedicó una mirada fulminante.

—Ya déjense de tonterías y de especulaciones —interpeló el señor Mars—. Kevin y Laura son adultos, lo que ellos hagan o dejen de hacer bajo la lluvia no le compete a nadie más que a ellos mismos.

—¡Papá! —Kevin protestó.

—En eso te equivocas, querido Cristian —Clara intervino—. Yo soy la responsable de mi sobrina y no tolero comportamientos inadecuados. 




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