¡me encantas!

Evasión

El juego se volvió un caos y todos empezaron a disparar a diestro y siniestro, olvidando el objetivo de este. Claudia estaba cerca de la torre y quedó horrorizada al ver a Kevin acorralar a Laura.

«¿Cuál será su intención?», pensó. La rabia la invadió. No podía entender por qué él la prefería a ella. Solo era una huérfana insulsa, una mosquita muerta que se hacía la víctima en todo.

«¿Acaso ella lo hechizó? ¿Le habrá dado a beber algún brebaje?», sus pensamientos la mortificaban mientras subía las amplias escaleras a toda prisa.

¡Tenía que evitar a toda a costa que algo sucediese entre ellos!

Suspiró al saber que llegó a tiempo y, con ímpetu, gritó su nombre. Su corazón aún latía por el gran esfuerzo y las ansias de llegar. De repente, un ardor, seguido de dolor, la sorprendió en la pierna. «¡El estúpido de Kevin me disparó y ni siquiera se disculpó!». 

 

En la noche…

—Era obvio que algo que surgió de la cabeza hueca de Paulito sería un desastre —Clara expresó con satisfacción.

—¡Vaaa…! ¡Mira quién habla! Fuiste la primera en estropear el juego —este se quejó.

—Lo que te duele es que te aplasté como la cucaracha que eres. Ni siquiera disparate un tiro.

—¡Claro! ¡Todos arremetieron contra mí! Y mi supuesto equipo me abandonó a mi suerte. —dijo mirando a su familia.

—Se supone que sabías lo que hacías, tío —Pablo se burló—. No necesitabas nuestra ayuda; después de todo, solo éramos unos novatos. Tus gritos de niña de seguro los usaste como estrategia. ¡Auxilio! ¡Ayúdenme! —Pablo y Kevin imitaron los gritos desesperados de su tío.

—¡Respétenme, par de mocosos! —Les dio una colleja a ambos.

—¡Tío! —se quejaron al unísono. Laura observaba a Kevin de lejos con intriga.

«¡¿Cómo puede estar tan relajado después de lo que sucedió entre nosotros!?», pensó.

Era como si Kevin hubiera escuchado sus pensamientos, dirigió su mirada hacia ella e hizo que su corazón latiera más rápido al instante. ¿Por qué su mirada la agitaba de esa manera? Su deleite fue interrumpido bruscamente, ya que él apartó la mirada de golpe.

 

***

 

—¿Pasó algo? —Pablo lo abordó sentándose a su lado, este había seguido a Kevin a su dormitorio. Kevin estaba tirado sobre la cama, con la cabeza recostada sobre sus brazos cruzados.

—¿Por qué la pregunta?  —Kevin contestó de mala gana y con voz de decepción.

—Qué borde… ¿Qué sucedió? —preguntó con curiosidad.

—Estoy cansado de estar en este lugar —declaró—. No sé de dónde mi padre sacó a todos estos locos, pero ya me estoy aburriendo. ¡Me siento asfixiado! —Pablo soltó una risita. Kevin lo miró con hastío—. ¡Tú encajas bien aquí, idiota!

—No te enojes. —Pablo sopló y se recostó tomando la misma posición que Kevin, pero en vez de mirar al techo, volteó su mirada hacia él—. ¿Qué pasó con Laura? —se interesó sabiendo que su molestia tenía que ver con ella.

—Laura… —Suspiró—. Esa chica rara me va a volver loco. Creo que tienes razón al decir que ella siente algo por mí, pero… ¡Es tan evasiva! ¿Cómo puedo acercarme a ella si siempre está a la defensiva? Ah… pero para coquetearle al imbécil de Frank no es ni evasiva ni inhibida. —Sus ojos se tornaron oscuros.

—Eres un celoso. —Pablo no pudo evitar reírse.

—No estoy en condiciones para aguantar tus estupideces… —Kevin lo miró tocándose la sien con los dedos—. Estuve a punto de declararme hoy —confesó volviendo su mirada al techo.

—¿En serio? ¿Laura te rechazó?

—¿Por qué presupones que me rechazó? ¿Que no me escuchaste? Casi me declaro, ¡CAAASIII!.

—Ah… no. Si me vas a hablar así, me voy —Pablo se quejó.

—Entonces deja de provocarme. —Frunció el ceño.

—¿Vas a contarme lo que pasó o vas a estar quejándote como una niña?

Kevin respiró profundo.

—Después de que el juego se volviese un caos, vi que Laura subió a la dichosa torre. Me divirtió el hecho de que, pese a que nadie fue, como quedamos, ella sí lo hizo. —Una sonrisa se dibujó en sus labios—. Yo fui tras ella y bueno… las cosas entre nosotros estaban tensas y me acerqué… Te puedo jurar que temblaba de los nervios, nervios provocados por mí, estoy seguro. Ella me recriminó que me encerrase con Claudia durante horas; claro, su excusa fue su lección del día, ¡ja!, como si fuera la primera vez que pierde una clase. —Su voz aún se escuchaba molesta.

—Por cierto… —Pablo lo interrumpió—. Hay un rumor entre las Gutiérrez… de que tú y Claudia estuvieron en la habitación durante horas “haciendo cosas”.

—¿Qué? —Kevin se sorprendió—. Eso explica el comportamiento de Laura. ¿Ves por qué me quiero ir de aquí? Esas hermanas están locas. Claudia y yo sí estábamos en mi estudio, como he estado muchas veces con Laura, pero ni encerrados ni “haciendo cosas”. —Puso cara de desagrado—. Solo la ayudaba con unos bocetos.

—Pues yo creí que caíste en la tentación de Claudia. De todas formas, es raro que hayas estado a solas con ella, ya que te desagrada.




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