¡me encantas!

Problemas

Habían decidido que solo permanecerían una semana más en el club, ya que las responsabilidades de las compañías les solicitaban de forma presencial. El padre de Pablo llamó a Cristian con tono serio, reclamando su falta de compromiso hacia el conglomerado.

Si bien era cierto que Cristian medio se había retirado, su presencia aún era requerida en ciertas reuniones pese a que él, normalmente, hacía conferencia vía Skype. Los Castillos también tenían que volver a sus respectivas responsabilidades. Kevin tenía una exhibición de arte en unos meses y, aunque tenía a personas trabajando para él, como artista principal, debía encargarse personalmente de ciertos asuntos.

—Hola, lindura. —Frank se acercó a Laura con una sonrisa de flirteo. Todos estaban en la piscina compartiendo. Laura se había levantado de su mesa para buscar una nueva bebida cuando este la abordó. Kevin venía del baño y apretó los puños cuando vio a Laura acorralada por él.

—Mi nombre es Laura —dijo tratando de tomar distancia—. ¿Podrías alejarte? —le pidió al ver que este no le proporcionaba el espacio que ella luchaba por conseguir.

—Me gusta la cercanía —expresó con una sonrisita que ella no soportaba—. Deberías acostumbrarte, ya que tú y yo seremos esposos, amorcito. Ya es hora de que me veas como algo más… ¿No crees?

—¿Quién te dijo que quiero ser tu esposa? —Ella cruzó los brazos—. Así que sácate cualquier idea extraña que tengas conmigo, tú y yo nunca seremos algo más que conocidos, porque ni siquiera te considero mi amigo.

—¿Ah, sí…? —Él tomó su brazo con fuerza—. Pero Kevin sí, ¿verdad? ¿Te gusta él? —La apretó con más intensidad.

—¿Qué te pasa? —soltó tratando de zafarse. Kevin se acercó con rapidez y lo empujó.

—¡Si la vuelves a tocar, te rompo la cara de idiota, salvaje! —profirió, posando su brazo alrededor de los hombros de Laura. Todos se acercaron al notar que discutían.

—¿Y tú qué, Kevin Mars? —rechistó levantándose—. ¿Quién rayos te crees para reclamarme algo? Lo que suceda entre Laura y yo es asunto nuestro, así que aléjate y aparta tus sucias manos de ella. —Trató de acercarse para separar a Kevin de Laura y este le golpeó en la cara, Frank le devolvió el golpe y bueno… se armó el desastre. Cristian y el señor Castillo los separaron y los llevaron al estudio de Cristian.

—Y bien… —Cristian estaba delante de ellos con los brazos cruzados al igual que los Castillos y Paulo—. Sigo esperando una respuesta —Él insistió, pero ambos estaban en silencio y llenos de rabia.

—¿Qué quieres que te digan, Cris?, ¿no ves que se pelearon por Laura? Estás haciendo preguntas obvias —Paulo contestó con cara de hastío.

— ¿Y a ti quién te preguntó? Ni siquiera sé qué haces aquí —Cristian protestó.

—¿Y crees que me perderé este chisme? —dijo con una sonrisita—. Nunca había visto a un Mars pelearse por una chica. Y menos a Kevin, quien siempre ha sido un chico raro. —Cristian lo fulminó con la mirada, pero no replicó a su respuesta. Posó su mirada sobre Kevin. Sus ojos reflejaban decepción y confusión.

—Kevin, no sé qué sucede contigo, pero yo no te crie así. Tu comportamiento desde que llegaste aquí me está decepcionando y preocupando.

—Lo siento, papá. —Kevin respiró mientras se frotaba la sien—. Sé que mi comportamiento no ha sido el mejor. Pero esta vez fue diferente. —Fijó su mirada en Frank—. Este tipo… Frank, estaba lastimando a Laura y, lo siento, pero no me iba a quedar de brazos cruzados. —Volvió la mirada a su padre. Cristian miró a Frank, pero antes de articular palabras, el señor Castillo se acercó a este.

—¿A ti qué te pasa? —le interrogó apuntándolo con el dedo—. Debes controlarte, te lo he advertido muchas veces, ese carácter impulsivo te traerá muchos problemas. ¿Es esa la forma de tratar a una mujer? ¿Es así cómo quieres conquistarla, imbécil? —Frank bufó fastidiado. Kevin miró al señor Castillo al escuchar esa frase que tanto lo molestó.

«¿Conquistarla? Ni en sus sueños», pensó

—No la estaba maltratando —se explicó irritado—. Tienen que exagerarlo todo. Lo que me molesta de todo esto es el hecho de que este idiota —posó sus ojos sobre Kevin— se tome atribuciones que no le corresponden. ¿Acaso te gusta Laura?

—¡Ja! —Paulo exclamó—. ¡Y siguen con las preguntas obvias! —Cristian lo fulminó con la mirada—. ¿Qué? ¡Todos saben que Kevin babea por esa chica! ¿No es así, Kevin? —Movió las cejas con picardía. Kevin sonrió. Luego miró a Frank con desafío.

—Dices que me tomo atribuciones que no debería, pero… ¿Quién sabe? Tal vez tengo más derecho del que crees. —Su mirada era victoriosa y provocativa.

—¿Qué dices, imbécil? —profirió alterado—. ¡Habla! ¿A qué rayos te refieres? —Kevin solo sonreía con malicia—. ¡Quita esa cara de idiota! —exigió preocupado—. ¡Te estoy haciendo una pregunta, Kevin Mars! ¡Contesta! —Se balanceó sobre él y su padre lo sostuvo por el cuello.

—¡Ya, cálmate, Frank! —le interpeló el señor Castillo.

—¿Ven? ¡Es un salvaje! —Kevin exclamó.

—¡Kevin! ¡Ya basta! —Cristian le regañó—. Sal de aquí, si no él no se va a calmar —dijo suspirando—. Más tarde tú y yo tendremos una conversación —le amenazó. Kevin asintió y salió de allí. Regresó a la piscina para buscar a Laura, pero ella ya no estaba. Se acercó a Pablo y se lo llevó aparte.




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