¡me encantas!

Enfrentamiento

Se dirigía incrédula hacia el lago. Si aquello era una broma de Frank, era de muy mal gusto. Cruzaron un pequeño camino rodeado de árboles. Estaba anocheciendo y la luna resplandecía proporcionando un poco de luz. El lago brillaba con la luz de la luna y las pequeñas lámparas alrededor. El pequeño camino los condujo directo a la orilla del lago. Miró a su alrededor y su corazón empezó a latir con brusquedad. ¡No creía lo que sus ojos veían! El pasado se encarnó en aquel lugar, el dolor de aquella imagen la azotaba.

—¡Laura! —gritó con desesperación al ver como Kevin la besaba. ¡Ese beso! La rabia la abordó, estaba temblorosa. Laura soltó un susurro que ella ignoró. Apretó el largo cabello con sus manos y empezó a abofetearla. Kevin reaccionó al instante apartándola de ella.

—¡¿Se ha vuelto loca, señora?! —dijo colocándose frente a Laura para protegerla.

—¡Quítate de en medio, Kevincito! —gritaba airada—. Este es un asunto familiar.

—¿¡Asunto familiar!? —profirió molesto—. Sus asuntos familiares son muy peculiares. No permitiré que ni usted ni nadie le haga daño a Laura. El tiempo de sus asuntos familiares con Laura se ha terminado, señora. ¡Ella tiene quien la defienda! —Dicho esto, la tomó del brazo y se marcharon. Clara los seguía insultando a Laura.

 

Kevin apresuró el paso y Laura era arrastrada en silencio. Todavía estaba pasmada. Solo sentía el cosquilleo de las lágrimas que bajaban por sus mejillas. Kevin se detuvo a la entrada del comedor. Clara se abalanzó hacia de Laura, tratando de pasar por encima de él, pero este la detuvo. La apartó hacia Frank, quien observaba el espectáculo con satisfacción.

—¡Eres una cualquiera, al igual que tu madre! —gritaba con impotencia al no poder saciar su deseo de pegarle. El corazón de Laura era apuñalado con cada frase de odio que su tía dejaba salir. El llanto la embargó. Todos salieron abrumados ante aquel escándalo. Sus rostros expresaban confusión y preocupación. Cristian se acercó a ellos al ver que Kevin era parte de la discusión. Los demás miraban atónitos el espectáculo.

—Pero ¡¿qué sucede aquí?! —preguntó preocupado. Nunca había visto a Clara tan alterada. No recibió respuesta. Clara siguió increpando a Laura.

—¿Cómo pudiste hacerlo? Eres una ramera. ¡Tenías que seguir los pasos de tu madre! ¡Cualquiera oportunista! —Todos se miraron asombrados.

—¡Ya basta, señora! —Kevin gritó fastidiado de sus insultos. Cristian posó su mirada sobre él.

—Kevin… ¿qué sucedió entre Laura y tú?

—¡Yo los encontré, Cristian! —Clara gritó histérica. Cristian abrió los ojos de la sorpresa y sus mejillas blancas se tornaron rojas.

—¡Ese es mi sobrino! —Paulo vociferó celebrando. La confusión se hizo presente y Claudia se lanzó hacia Laura.

—¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! —exclamó encendida al ser detenida por Kevin—. ¡Eres una cualquiera! ¡Cómo te atreviste a revolcarte con mi hombre!

—¿Perdón? —Kevin la interrumpió—. ¿Tu hombre? ¡Ja! —exclamó maravillado—. ¡Atrévete a tocarla y se me olvidará que eres mujer! —dijo amenazante, Claudia retrocedió.

—Cristian. —Mico se acercó—. Tu hijo deberá responder por sus actos —dijo ofendido—. Para nuestra familia la dignidad de nuestras señoritas es muy importante. Llámanos anticuados, pero no vamos a tolerar ese tipo de comportamiento —expresó con su segunda intención. 

—Deje de ser un oportunista, señor. ¿Acaso olvidó nuestro trato? —Frank reclamó.

—Hijo, creo que debes olvidar a Laura —su padre se dirigió a este—. Ella ya se entregó a Kevin.

—¡¿Pero qué rayos?! —Kevin los interrumpió—. ¿Acaso están todos locos? Laura no es un objeto y lo que suceda entre nosotros es asunto nuestro.

—Kevin. —Su padre lo miró sorprendido—. Entonces… tú y Laura…

—¡No! No tuvimos relaciones, si es lo que están pensando. 

—¿No? —Paulo preguntó—. ¿Por qué el escándalo, entonces? —Kevin tomó la mano de Laura.

—Solo la estaba besando. —Todos miraron sorprendidos.

—¡Tanto escándalo por un beso! —profirió Paulo moviendo el rostro—. ¡Tenía que ser la exagerada y loca de Clara!

—Solo nos estábamos besando. —Kevin respiró—. Es normal que los novios se besen. ¿No? —Se hizo un silencio sepulcral.

—¿Novios? —Cristian dejó escapar una sonrisa.

—¡Bastardo! —Frank gritó—. Deja de decir tonterías y aléjate de mi chica. —Trató de ir a tomar a Laura y Kevin lo empujó con su mano libre. Paulo y el señor Castillo agarraron a Frank.

—¡Ya basta, Frank! —exigió su padre.

—¿Que no escuchaste lo que está diciendo este imbécil? —Una tristeza se reflejó en su rostro. Miró a Clara y a Mico—. ¡Teníamos un trato! Yo estoy pagando por ella. ¡Ella me pertenece!

—¿Tía, a qué se refiere Frank? —Cecilia preguntó aterrada.

—Nada… mi amor… —Su voz era temblorosa—. Frank solo está hablando por el dolor que Laura le está causando.

—¿Ah, sí…? —respondió Frank molesto—. ¿Por qué no lo cuenta, señora? ¡Dígales! ¡Dígales que están arruinados! Que sobreviven gracias a mi apoyo económico. Porque todas las míseras ganancias de sus negocios con los Mars el vicioso de Mico las ha despilfarrado en los casinos. Díganles… que el negocio familiar que sus padres construyeron durante años se hizo añicos por los vicios de este hombre y la negligencia de esta señora.




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