Me enseñaste a elegirme

2

El silencio en el comedor era incómodo, más para la madre y la hija.

En ese momento el celular de la madre sonó, y no dudo en contestar.

Salió un momento de la habitación y cuando regresó, la noticia que dio, hizo que Camila lo agradeciera.

—Siento la interrupción, pero nosotros nos retiramos. — informó su madre. — sucedió un incidente y tenemos que irnos.

Todos los Wilson presentes no dudaron en la veracidad de lo que Glenn decía. Se pararon de sus asientos, se disculparon y salieron de aquella casa, dejando a todos con la duda de lo que estaba pasando.

Para la madre de Isaac, estaba impactada por la noticia y por cómo su amiga salió de su casa, sin hacer ningún tipo de comentario.

Isaac vio salir a su castaña, con su espalada derecha, sin dedicarle una sola mirada.

Eso lo hizo sentir un vacío, no imagino que le iba a afectar tanto, pero ¿qué esperaba después de lo que pasó? ¿Qué lo recibirá con los brazos abiertos? Claro que no.

La sonrisa que tenía en su rostro, fue decayendo cada vez más.

Isis, sin percatarse del estado de ánimo del hombre que llevaba de la mano, siguió con una gran sonrisa.

Pues nunca imaginó que el gran Isaac le propusiera ser su novia y sobre todo que lo hiciera rápidamente oficial.

La alegría que sentía, nadie se lo podía imaginar.

Camila le demostró que no dolía y eso a él lo incómodo.

—Isaac—. Su madre hizo que regresara a lo que estaba sucediendo. —Pueden tomar asiento.

Dijo, siendo educada, pero sabía que tenía pendiente una conversación con su hijo.

La familia Wilson, llegó rápidamente a su hogar. La primera en irse a su habitación fue Camila. Su corazón no le permitió seguir con su familia, pues sí seguía conviviendo. En ese preciso momento, sus lágrimas la delatarían.

La madre suspiró resignada, sabía que tenía que darle su espacio, era convincente en que era lo que más necesitaba, ya mañana podría tocar el tema.

—¿Qué ocurre? —Le preguntó su esposo, pues no miraba ninguna emergencia para dejar la casa de sus amigos.

—Ay, Arnold, nunca te das cuenta de las cosas, aunque sucedan en frente de tu nariz.

—Explícame. — dijo a su mujer.

Entonces la mujer, tomó asiento cerca de él, para poder explicar lo que puedo ver en su hija. No era tonta y sabía que los sentimientos en esa edad podían ser confusos.

En otro lado de la casa, Camila estaba en su habitación, viendo que sus planes se vinieron abajo después de esta noche.

Ya no quería asistir a la misma universidad, que había planeado lo mejor.

Lo mejor. Era seguir su camino, donde ya no incluyera a su amigo.

La decisión estaba tomada, se dedicó una semana a encontrar lo que buscaba, pero no iba a poner los huevos en una sola canasta.

Tenía la opción: A, B y C.

Si alguna de ellas no funcionaba, la menos le quedaría la opción D y la última.

Aunque pensaba que algunas de las tres primeras se conformaban. Agradeció con el alma que su madre no la estuviera presionando, sabía que iba a llegar el momento, pero ahora era consciente de muchas cosas.

Isaac, escribió un WhatsApp, pero ella tomó la decisión de no contestar. Necesitaba poner un poco en orden su cabeza.

Y logró de la mejor manera aplicarse en otra universidad y esperaba que la aceptaran. No dudaba de las capacidades que tenía, dudaba del entorno y de una nueva ciudad, pero no importaba el reto.

Ella ya estaba en la línea de salida para enfrentar los obstáculos que se presentarán en el camino.

Isaac, consciente de lo que había hecho, solo empeoró lo que pasaba con Camila.

La decisión de estar con Isis, ahora le pesaba. Estaba claro que lo que sentía por Camila, pero tenía miedo de que todo se fuera por la cloaca.

Y lo había logrado, logró que ella se sintiera mal y ni el mensaje que le había enviado se había dignado en contestar.

Tenía que ganarse su perdón, pero sobre todo hablar de aquella noche, donde sin querer se habían entregado a la pasión del momento.

Nunca lo planeo. Eso estaba más que claro, pero ver cómo aquel vestido se iba subiendo.

Lo descontroló, eso nunca había sucedido, pero con Camila todo era distinto.

Sus piernas blancas y ella con sus pequeñas manos que trabaja para que la prenda quedara decentemente, fallando en el proceso.

Solo lograba que su lujuria aumentara.

Solo de recordar su piel tan suave, y que fragmentos de aquella noche se dispararan en su mente, su amiguito reaccionará; era inevitable.

Llegó a la residencia de los Wilson, espero que alguien abriera, pero lo que nunca imaginó era que su castaña.

Era el que lo recibió, e inmediatamente extendió las ofrendas de paz.

—Hola—. Saludó con timidez, a que la chica lo rechazara, tenía miedo de perder su amistad.

Ella solo asintió con la cabeza y, recibiendo lo que él le extendía, se hizo a un lado para que él pudiera entrar.

Ella estaba sola y eso era mejor, enfrentar al toro de una vez por todas.

—Es bueno que estés aquí. — dijo la chica una vez que estuvieron en la privacidad de su recámara. —Te iba a escribir para que vinieras.

—Necesitamos hablar. — soltaron al mismo tiempo.

Él, escuchó cada palabra que ella le estaba diciendo, esperando su turno, quería explicarle, pero al verla tan serena, no pudo ocultar su molestia.

Tenían planes y ella lo estaba cambiando todo.

Se levantó de donde estaba y salió de aquella casa, nunca se imaginó que el día iba a terminar así.

Camila, cuando escuchó que la puerta se cerraba de golpe suspiro, suspiró: ya había pasado una de las cosas más difíciles.

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Aviso, trate de subir diarios capítulos.

Seran capitulos cortos y por ende también una novela corta.

Cualquier sugerencia háganlo saber en los comentarios.



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En el texto hay: amor propio

Editado: 17.10.2025

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