Presente.
Camila.
No pudo creer que esto me pasara, se suponía que hoy sería mi boda, pero aquí estoy viendo un ataúd.
Un ataúd vacío, las lágrimas no tardan en llegar, sentía nublada mi vista, desde que recibí aquella maldita llamada, no podía parar ni una, solo recordaba cada gesto.
No podía creer que el destino se empeñará en arrebatarme al ser que amo, que planeaba pasar la vida con él.
Cierro los ojos, y dejó que mi mente divague en el momento en que lo conocí.
Dios, era un hombre que te quitaba el aliento, sus casi dos metros, su cabello rubio, y sus ojos grises.
¿A quién no le iba a gustar un hombre así?
Él era tan perfecto, y no podría dejar de pensar que la vida me había sido tan injusta que me separó del hombre que amé y que me amó.
Estaba convencida de que me amó.
Mi madre se acerca a darme consuelo, es lo único que necesito para que mis pies vuelvan a pisar tierra.
—Llora Cami, llora. —Ella ha sido un soporte desde el primer segundo, que nos dieron la mala noticia.
—Mamá… — digo, sintiendo más sola, no puedo y ni quiero quedarme en este país, donde solo me recordará a él.
—Va a pasar, todo lo que estás sintiendo pasará. —dice ella con los ojos rojos, diciendo lo que cree que es mejor.
No sé si es lo mejor, pero lo que sí sé, es que no va a hacer pronto.
—Una vez que termine esto, quiero regresar a California.
—Sabes, que siempre eres bienvenida a regresar.
Muchos se acercaban a darme palabras de aliento. No quiero estar aquí, quiero regresar a mi lugar seguro.
Miró el ataúd y pienso en lo vacío que está, no hay nada ahí, más que uno poco de cenizas, que lo representan.
Un maldito accidente lo redujo a lo que estaba dentro de esa caja.
Deje que la última persona se despidiera, y me dejaron sola. Para mí no tenía sentido, sabía que no hay nadie ahí.
—Lo siento, no quería que esto pasara, no es justo.
—digo entre sollozos—. Teníamos que llegar a viejitos como lo habíamos planeado.
Recuerdo cuando estamos en la cama y hacíamos planes a futuro.
» ¿Sabes que te amo? Aunque no te lo dijera a cada segundo, sabes que eres importante para mí, siempre serás dueño de mi corazón.
Toco la madera fría y sé que nadie está para escucharme. Todo termina, pero ya mi corazón está en otro lugar.
Porque la sepultura, solo será donde podemos venir a dejar flores a pesar de que esté vacía, con pequeños rastros de él.
No hay más familia aparte de mí, era y soy su única familia.
—Siempre estará contigo, bebé —. Consuela de mi papá.
Mientras alistamos mis maletas, llevo todas las fotografías que tenía con él.
Es un recordatorio que él estuvo aquí.
No alquilé el departamento, lo dejé tal y como estaba, solo necesitaba un respiro de todo lo que estaba pasando, caer en cuenta de que ya no estaría aquí.
Llegamos al aeropuerto, y por fin pude tener un descanso. Claro que fue el colapso de mi cuerpo, por tantos días de desvelo.
Hoy ya se cumplen veinte días de que me dejo.
No sé cuándo llegamos, lo único que sé que me siento fuera de lugar, como en una dimensión paralela que no me deja avanzar.