Me enseñaste a elegirme

10

Dos meses después.

Por mucho que quisiera encerrarme, no puedo. Hay una vida que seguir y un trabajo que me espera.

Dudó y tomó su laptop, empezó a llenar, ya que lo necesitaban, pasó unas horas.

Voy a mi closet a buscar los atuendos de los siguientes días, aunque quisiera seguir con restregándome en la miseria.

Eso no sería yo.

Así que decido que es hora, de levantarme y cumplir varios sueños que he tenido.

Ya no puedo rendirme.

Concentré una cita, necesito que alguien con quien platicar.

Tres días después.

Estaba lista, una nueva etapa empezaba.

Un mes después estaba instalada en mi nueva oficina, todo quedó en orden con el proyecto, el cliente tenía sus exigencias y yo estaba dando todo de mí.

Era un señor de la tercera edad, buscando remodelar una de sus fincas para su hija, que pronto iba a casarse. La idea de él me gustó, pues incluía casitas pequeñas para sus futuros nietos.

Me encanta su entusiasmo, podía jurar que era lo que él quería, y hasta pensé: solo algo fugaz, estaba allí, latiendo muy dentro de mí.

Tratad de darle mi toque, era impresionante cuando tu trabajo en realidad es una distracción, que te apasiona, que sientes que juegas con ella.

Mi familia por fin podía respirar tranquila, sé que el duelo no solo me afectaba a mí, era a todos los que me rodean.

Damos el último detalle, ahora solo falta pasarlo en 3D. Como a mí me encanta usar papel y lápiz para hacer mis diseños.

Estaba sumergida, en algunas ideas, para un proyecto más pequeño, pero igual de importante que los demás.

Cuando toda mi concentración se esfumó, al toque de la puerta.

—Adelante. — Di el acceso, a pesar de que me sentí frustrada, pues cuando uno tiene una idea y se distrae, cuesta rescatarla.

—Lo siento, señorita Wilson, pero tiene una visita. —Me informa mi asistente.

Se hace a un lado y deja pasar a Isaac; por más que insista en hablar, no puede venir a irrumpir mi trabajo.

—Está bien, ¿puedes ir por dos tazas de café, por favor?

Ella sale despavorida, sin hacer más consulta, me da ganas de reír, pero mantengo mi profesionalismo. No. Puedo hacer creer que tiene una oportunidad, ya no.

—Señor Jackson, tome asiento, por favor. — Digo señalando un mueble frente a mi escritorio.

—Hola, Cami.— saluda, como si nada hubiera pasado.



#1718 en Otros
#321 en Relatos cortos

En el texto hay: amor propio

Editado: 17.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.