Tomó el sobre que me extiende, se siente algo grueso.
Cuando iba a abrir el contenido, la puerta se abre y entra Isaac.
¿Ahora qué quiere? Me pregunto, es demasiado ya. El sobre que tengo en las manos, termina en uno de los cajones de mi escritorio; cuando se vaya, lo abriré.
Cierro la gaveta con llave.
—Lo siento—. Es lo primero que dice al llegar frente a mí—. Necesito hablar contigo, pero sería en otro lugar. ¿Puedes?
Lo veo y está sudado, no quiero suponer que vino hasta acá corriendo como un loco.
—¿Algo en específico? — preguntó.
—Tienes que ver algo. — dice solo con ver mi cara, me molesta que se tome atribuciones que no le competen.
—¿Me lo puedes decir?
Niega con la cabeza, mi asistente sale, dándonos un poco de privacidad, él se acerca donde estoy y me entrega una fotografía. La tomo, y al apreciarla puedo ver que se trataba de una foto de nuestra cita de negocios.
¿Qué mierda? — Lo sé, eso lo recibí hoy, pero no sé qué diablos esta tramando esa persona, lo que preocupa ahora es tu seguridad.
—Puede ser alguna de tus amantes.
—No tengo amantes, Camila, ¡por Dios! — se ve frustrado. —Me da miedo que esto llegue a la presa, y tu reputación se vea afectada.
—¿Por qué se vería afecta? NOSOTROS solo tenemos una relación profesional, se puede ver claro en la imagen, y si la presa lo saca de contexto lo podemos aclarar.
Él parece pensar lo que le digo, toma de nuevo la fotografía y sale de mi oficina dejándome con la paz que necesito.
—¿Qué fue eso? — pregunta mi asistente cuando vuelve a entrar. — El cliente, parecía que iba a echar humo por las orejas.
Me rio, por su atrevimiento, porque eso era lo que se veía en la cara de Isaac.
—Dejando de lado al cliente, tienes lista ya la agenda de la próxima semana, sabe que iremos a la finca del señor Smith.
—Sí, ya solo estoy que contabilidad me dé luz verde con los viáticos y listo.
—¿Y los materiales que te pedí?
—Ya deberían de estar por venir, pero te doy mi palabra que estarán antes de que nos vayamos.
—Esta bien.
Los siguientes días, se van entre trabajo y más trabajo.
—Nos vemos dentro de unos días, sabes que puedes tomar las decisiones que quieres anotarlas y cuando llegue el señor Smith lo podremos evaluar.
Dejo la ciudad y me adentro para llegar al pueblo desarrollado para seguir con mi trabajo.
Irma parece gustarle todo lo que mira, pero a quien no con semejante paisaje pasarle por el frente. Las propiedades que se miran son impresionantes.
—Vamos a disfrutar mucho esto. —-comenta ella.
—Vas a disfrutar mucha esto. — la corrijo.
Su risa me confirma que tengo toda la razón.
Llegamos a nuestro destino y el señor Smith esta acompañado de otro hombre, cuando nos ve, camina para recibirnos.
—Bienvenidas. — nos ofrece un apretón de mano. —Él será el encargado de estar a su disposición, confió que cualquier imprevisto, sea de gran ayuda, también les mostrara cada rincón de la propiedad.
El hombre, un poco menor que el cliente, se presenta con nosotros, el señor Smith se despide de nosotros y se va dejándonos con completa libertad de inspeccionar.
Un equipo especializado para detectar algún tipo de riesgo no tarda en llegar.
Y ahora donde empieza lo más difícil.
Cuando estamos en la revisión, veo a lo lejos una figura, mi cuerpo se tensa. Me froto los ojos, pensando que lo que vi no era real.