El traqueteo constante del tren acompañaba los pensamientos de Valeria mientras se deslizaba por los rieles de acero, llevándola de regreso a casa después de un largo día de trabajo. Afuera, el paisaje urbano se desvanecía en una maraña de luces y sombras, reflejando el ajetreo y bullicio de la ciudad que dejaba atrás.
Sentada junto a la ventana, Valeria observaba el panorama con la mente en otra parte, perdida en un laberinto de reflexiones y preocupaciones. El suave balanceo del vagón parecía acunarla en un estado de ensimismamiento, permitiéndole sumergirse en un mar de pensamientos mientras el mundo pasaba a su alrededor.
De repente, un recuerdo se deslizó en su mente como un rayo de luz en la penumbra. Recordó el día en que su madre, con voz suave y ojos brillantes, le había contado la historia detrás de su nombre.
"Valeria", le había dicho, acunándola entre sus brazos con ternura. "Te llamé así en honor a mi abuela, una mujer fuerte y valiente que siempre luchó por lo que creía correcto. Espero que lleves su espíritu contigo a lo largo de tu vida, querida".
El eco de esas palabras resonaba en su mente mientras el tren se detenía en la estación, trayéndola de vuelta al presente con un sacudón. Con un suspiro, Valeria se puso de pie y se deslizó entre la multitud que se agolpaba en el andén, sintiendo el cosquilleo familiar de la anticipación mientras se abría paso hacia la salida.
Al cruzar las puertas de la estación, el fresco viento nocturno le acarició el rostro, trayendo consigo el aroma a asfalto mojado y humo de escape. A lo lejos, las luces de la ciudad parpadeaban como estrellas distantes, pintando un paisaje urbano lleno de promesas y peligros.
Valeria se ajustó la chaqueta con gesto automático, sintiendo el peso del día en sus hombros mientras se adentraba en la noche. A su alrededor, la ciudad cobraba vida con cada paso, sus calles iluminadas por el resplandor de los anuncios luminosos y el brillo de las farolas.
Con pasos rápidos, se encaminó hacia su destino, el sonido de sus tacones resonando en el pavimento con cada zancada. A su alrededor, la gente iba y venía, perdida en sus propios mundos de preocupaciones y esperanzas.
Mientras caminaba, Valeria se detuvo un instante para revisar su teléfono, desbloqueando la pantalla con un gesto ágil. Un mensaje de texto parpadeó en la pantalla, llamando su atención con su insistente destello.
Lo abrió con curiosidad, leyendo las palabras con creciente intriga. Un nombre desconocido y un mensaje críptico, cargado de promesas y amenazas veladas. ¿Quién era el remitente y qué quería de ella?
Valeria frunció el ceño, sintiendo cómo la inquietud se apoderaba de su corazón. Con un suspiro, guardó el teléfono en el bolsillo y prosiguió su camino, decidida a descifrar el misterio que se cernía sobre ella.
Valeria decidió no contestar el mensaje por el momento. Guardó su teléfono en el bolsillo y se dirigió a casa, decidida a dejar el misterio de lado hasta estar en un ambiente más familiar. Las luces de la ciudad titilaban a lo largo del camino mientras caminaba hacia el punto de taxis más cercano.
Un taxi amarillo se detuvo frente a ella, con su característico letrero luminoso que indicaba su disponibilidad. Valeria se deslizó por la puerta trasera y se acomodó en el asiento de vinilo desgastado, sintiendo la familiaridad reconfortante del interior del vehículo.
El taxista la saludó con una sonrisa amistosa en el espejo retrovisor antes de arrancar con suavidad. El interior del taxi estaba iluminado por una tenue luz amarilla, y el aire estaba impregnado con el olor a cuero y desinfectante.
Valeria miró por la ventana mientras el taxi se abría paso por las concurridas calles de la ciudad. A lo lejos, el brillo de las luces se reflejaba en los charcos de la carretera mojada, creando un paisaje urbano pintoresco y evocador.
De repente, el teléfono vibró en su bolsillo, interrumpiendo sus pensamientos. Con un suspiro, lo sacó y leyó el nuevo mensaje del número desconocido. Esta vez, el mensaje era aún más intrigante, con un tono misterioso que enviaba escalofríos por su espalda.
"Las caras de las mentiras revelan más de lo que imaginas. ¿Estás lista para descubrir la verdad, Valeria?"
El corazón de Valeria dio un vuelco ante esas palabras enigmáticas. ¿Qué significaba todo eso? ¿Quién era este remitente misterioso y qué quería de ella? Una sensación de inquietud se apoderó de ella mientras el taxi continuaba su camino por las oscuras calles de la ciudad.
Sin respuestas y con más preguntas que nunca, Valeria se sumió en un mar de pensamientos mientras el taxi la llevaba a casa. La noche parecía más oscura y misteriosa que nunca, y la promesa de revelaciones ocultas la llenaba de temor y anticipación.
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Editado: 02.06.2024