¡me gustas! #1

5 Asesorías en la playa

Corregido

Veo el momento exacto en que él aparece, es bueno estar sentada en una mesa junto al ventanal me da oportunidad de observar todo lo que pasa en el estacionamiento o la calle junto a la cafetería.

El baja de un carro que no me permite ver hacia dentro, no dice nada solo asiente y cierra la puerta para comenzar a caminar hacia acá.

Espero pacientemente a que llegue y en ese tiempo lo observo con detenimiento porque es lo que puedo hacer.

Me parece extraño y sí, lo digo en serio, porque él realmente viste bien y su voz sonó segura cuando habló conmigo, pero hay algo en su actitud que sin duda da el aire de una persona que vaga por los pasillos de una escuela, no importa que mire o que llegue a analizar de él, todo me da señales cruzadas, pero me niego a rendirme. Yo no me rindo así que sigo mirándolo tanto como puedo ates de que entre a la cafetería.

Cuando por fin entra, veo como su mirada comienza a desplazarse por el lugar y cuando pasa donde me encuentro levanto la mano, pero no tan alto para que me vea. Muevo la mano en forma de saludo y le sonrío, él parece reconocerme y con lo que creo es una especie de sonrisa sin mostrar sus dientes, comienza a caminar hacia mí.

Bajo la mano y la pongo por sobre la mesa. Espero pacientemente a que el cruce el local y llegue hacia mí.

─Hola ─digo cuando se encuentra frente a mí ─, soy Romina.

─Tobías ─responde con una leve sonrisa ─¿puedo sentarme?

Asiento con la cabeza y señalo el asiento vacío frente a mí, él asiente y se sienta.

─¿Gustas pedir algo? ─pregunto con amabilidad, pero el niega ─Bien, en ese caso creo que debemos irnos a otro lugar.

─Acabo de llegar ─dice con desconcierto.

─Lo sé, pero este no es un buen lugar para iniciar con nuestras asesorías.

─No traje nada… ─responde y se detiene un momento ─Debiste decirme que trajera algo.

─No es necesario.

Como dije, su voz suena segura, pero justo ahora parece nerviosa o dudosa.

Decido que es mejor no empeorar la situación y le digo que tengo la tarde libre y que es mejor que él la tenga. Justo ahora parece que no quiere estar aquí, ¡vaya! No es muy persistente sobre no estar seguro de querer estar aquí o iniciar algo sin nada de material.

De algo estoy segura y es que ahora no se encuentra cómodo.

─Oye, tranquilo ─le digo para calmar un poco su tención ─, confía en mí cuando te digo que no es necesario que tengas algún material para la asesoría de hoy. Si lo necesitaras yo te lo hubiese pedido.

No me dice nada, pero parece que no tiene otra opción más que aceptar mis palabras y cuando ve que no va a poder escapar de esto y aceptar que él también tiene la tarde libre.

Decido que es momento de pagar mi cuenta y no postergar más esto antes de que cambie de opinión. Hago las cuentas correspondientes en mi cabeza y aunque sé que no será mucho pero igual no debí comer tanto, es solo entonces que cuando me encuentro segura de lo que debo pagar pido mi cuenta y mientras espero a que lleguen con ella guardo todo en mi bolso y saco un billete que me permita pagar por lo que consumí.

 ─Son $20 dólares ─dice el mesero, le entrego el billete y le doy una sonrisa ─, en un momento te doy tu cambio.

─Gracias ─respondo viéndolo y cuando por fin se marcha le doy toda mi atención al joven Tobías ─, mira espero que no odies la playa porque ahora mismo vamos a ir para haya.

─Pensé que empezaríamos con las asesorías ─responde y yo niego al escuchar sus palabras causando que le sonría.

─Y lo haremos, pero antes hay algo que debemos hacer ─aclaro ─dime, ¿Vienes en coche?

Sé que no lo hace.

─No, me han traído.

Lo sabía, pero de todas maneras le sonrío sin mostrar los dientes.

─Perfecto ─digo notando que regresa el lindo mesero ─. Gracias, has sido un gran mesero espero que tengas buena tarde de propinas.

─Ehh… gracias.

─Lamento no dejarte propina, pero hoy no he traído tanto como dar una propina ─expreso con pesar, sin embargo, sonrío y lo miro de nuevo ─. Supongo que te deberé la propina para la próxima vez que vuelva.

─No te preocupes.

Ya no respondo y me levanto de mi lugar comenzando a caminar hacia la salida del local, veo que no me sigue este chico y yo ruedo los ojos. Me detengo y me giro a verlo.

─ ¿Vendrás? ─pregunto.

─Sí, lo lamento.

─La vida se trata de más cosas que solo lamentarse, ¿sabes? ─respondo ─Vamos, la tarde es joven, pero será larga, así que no hay que perder ni un solo segundo de ella.

─¿Cómo nos iremos? ─lo escucho preguntar y solo sonrío mientras me pongo mis lentes de sol una vez estoy fuera del local.

─En mi escarabajo.

 

La carretera está tranquila y es un alivio que lo esté, así que solo me dedico a conducir con un acompañante que parece no existir, no habla, no mira su celular o hace algún gesto. Solo existe ahí, sentado en el asiento del copiloto de mi escarabajo mientras sonrío.




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