¡me gustas! #1

6 Nocturnas

 

Pasamos una tarde tranquila en donde tomamos el sol y donde los silencios fueron largos y acogedores por primera vez en mucho tiempo.

Él evitó hacer demasiadas preguntar y yo me contuve para no llenarlo de demasiadas preguntas sobre él y su repentino cambio. Era un hecho de que perdería un año antes de entrar a la universidad, así que por lo menos tendría más tiempo para saber de él tanto como quisiera.

Tuvimos varias charlas que inesperadamente y también extrañamente resultaron muy agradables y me hizo pasar un buen rato.

Preguntó en varias ocasiones sobre sí así serían todas nuestras tardes o días de asesorías, a lo que claramente respondí con un no y poco después le pedía que se relajara porque más tarde tendríamos tiempo para charlar sobre ese asunto.

Era más que obvio que mi la primer asesoría sería destinada a relajarlo para que no comenzara con estrés sobre si realmente entraría o no. Sabía que no era tarea fácil, pero también sabía que yo soy lo suficientemente capaz para hacer que entre a esta simple escuela.

Aunque de simple no tenga nada y sea algo selecta con sus alumnos.

Las horas pasaron y luego de yo entrar al agua en repetidas ocasiones y otras tantas al regresar a la manta mirar de reojo el torso de un Tobías sin camisa que aún no conocía, nos encontramos en la carretera con el sol ocultándose y yo manejando directo a casa. Él no parece preocupado de que la noche nos haya alcanzado y termine corriendo al sol una vez más, de hecho, él no parece nada de lo que yo supongo.

Frustrante, porque mi curiosidad aumenta.

Me encuentro ante una persona muy complicada, y eso, aunque no me disgusta puede suponer muchas cosas. No quiero envolverme mucho en este vicio que tengo por saber todo acerca de él y de las personas nuevas que me rodean de alguna u otra forma en más de una ocasión.

Su rostro está algo rojo por el sol, pero no dice nada o se queja sobre eso.

─ ¿Seguro que no te meterás en problemas por desaparecer todo el día de la faz de la ciudad? ─pregunto de repente porque, aunque conmigo no hay problema, no sé cómo es que se maneja él. No parece preocupado ─No pareces preocupado.

─Es porque no lo estoy, deja de preocuparte y presta más atención a la carretera, quieres ─responde.

Bueno tal vez sea una de esas personas pesimistas que no le agrada nada me digo. Todo esto que me he cuestionado en unas horas, es más de lo que me he cuestionado en toda mi vida estudiantil dentro del Crhistie Moore High, y eso es decir bastante.

No vuelvo a decir nada y solo me concentro en conducir y mirar atentamente a la carretera, veo la hora en el pequeño reloj que permanece en el tablero de mi escarabajo antes de volver la vista hacia el frente. Me encuentro cansada, pero eso no es raro, yo siempre estoy cansada al final del día por todo lo que hago. Así que no es escusa.

Los minutos pasan y sigo conduciendo sin decir una sola palabra. Unos cuantos metros más adelante exactamente como unos 500 metros, notamos que hay tráfico y que parece avanzar muy lento, reduzco la velocidad y bajo a segunda hasta que llego a la gran fila de coches y pronto nos encontramos formando parte de este embotellamiento y yo frenando por completo.

─Bueno por lo que veo parece que pasaremos más tiempo juntos ─ digo después de un rato ─, así que te aconsejo que llames a tus padres o quien sea que vivas y avises que hay una gran posibilidad de que demores más en llegar.

Cuando termino de aconsejarle eso, tomo mi celular y unos segundos después miro hacia el tablero del escarabajo para ver cuanto combustible queda en el tanque. Me alegra ver que me queda más de medio tanque lleno, así que llamo a mi casa esperando que no me regañen por seguir fuera de casa todavía.

Llamada saliente (Casa)

─Bueno…

─Mamá, es bueno saber que contestas tú y no Clarifea

─Romina te he dicho que no llames así a tu hermana.

─ ¿Acaso le has preguntado cómo me llama a mí? ─pregunto pensando en el ceño arrugado que siempre pone cada vez que la hago cabrear ─Te aseguro que el mío es más inocente.

Ella realmente suspira por lo que suelto una pequeña risilla que sé la hace molestar.

─ ¿Por qué no has llegado, Romina? ─la escucho preguntar.

─Porque hay un embotellamiento en la carretera ─digo y me fijo que están avanzando, pero realmente es muy poco ─. Al parecer hubo un accidente más adelante y no estoy segura de poder llegar para la cena.

Eso ultimo lo digo con delicadeza porque sé que no llegar para la cena la pone un poco neurótica. E inmediatamente sé que se está controlando cuando suspira.

─Solo ten cuidado, ¿está bien?

─Sabes que siempre tengo mis precauciones mamá.

─Bien, te veo en un rato.

─Igual mamá ─digo después de un rato ─, ¿Sabes? Guárdame un poco de cena quieres.

─Sabes que lo haré.

 




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