¡me gustas! #1

7 Las llaves de mi escarabajo

 

 

El momento de la verdad llega luego de dos horas de avanzar y frenar cuando vemos como varias unidades de seguridad y de servicios médicos mantienen las farolas prendidas y se movilizan con rapidez para no perder a ningún afectado. Me toca mirar todo el accidente y parece que todo ese pequeño trayecto de unos tres metros lo hago en cámara lenta; mirar cómo los oficiales ondean banderines y gritan indicaciones de que avancemos y no nos detengamos solo hace me fije de manera rápida lo cansado que lucen.

Son las nueve de la noche menos 15 minutos cuando el flujo del tráfico comienza a disiparse y la velocidad de cada uno de los automóviles comienza a aumentar a más de 10 km/ hr miro el medidor de que me indica cuanto combustible tengo y veo que ha bajado considerablemente, es una lástima que ahora solo quede poquito menos de la mitad de mi tanque.

Sigo manejando y siento que los ojos me pesan cada vez más entonces unos segundos después no puedo evitar bostezar cosa que llama la atención de chico Brown, no le prestó atención y subo un poco más el volumen de la radio con la esperanza de así poder despejar el sueño de mi cuerpo. Al menos hasta que lo deje en su casa y yo esté en la mía.

─Se nota que estas cansada ─lo escucho hablar luego de que empiece una canción pop de los 90’s ─, vamos deja de hacerte la fuerte solo ocasionaras que suceda algo como el accidente que acabamos de pasar.

Sigo manejando, tratando de ignorar lo que me dice, es verdad su punto, pero quiero llegar a casa a cenar con mi mamá. Quiero en verdad hacerlo, así que cuando menos me lo espero vuelvo a bostezar causando que me distraiga y de un giro no tan pronunciado al volante haciendo que nos sacudamos y que nos ganemos que los otros conductores suenen sus bocinas, molestos por esa estupidez.

─¿Lo ves? ─vuelve a hablar esta vez regañándome ─Mejor metete a ese paradero y descansemos un poco, quieres.

Sé que tiene razón, pero en verdad me gustaría llegar a casa con mamá para cenar, pero también está el hecho de que pasamos todo el día gastando la mucha de la poca energía que hayamos tenido, así que solo me queda decirle un vago “está bien” y continuar manejando hasta la próxima estación de combustible.

 

─¿Sabes conducir? ─pregunto cuando me encuentro esperando mi turno para cargar combustible.

─Sí.

─Genial, tu conducirás lo que resta del camino, mientras yo duermo y así puedes ir directo a tu casa para luego yo irme a la mía y poder cenar con mamá ─respondo fascinada con el plan exprés que acabo de idear.

─Detente ─dice de repente ─. No traigo conmigo mi carné de conducir.

─ ¿Cómo que no lo traes contigo? ─pregunto de una manera muy alterada, eso no es posible.

─Bueno no pensé que conduciría hoy, ¿Sabes?

─Pero el carné es ese tipo de cosas que nunca se debe de dejar porque es tu identificación ─digo algo bastante alterada mientras presiono el acelerador para acomodarme a la par de la bomba de combustible y llenar el tanque ─, es inconcebible que no lo traigas, ¿en qué mundo vives?

─En el mismo que tú te lo aseguro ─parece querer bromear, pero eso no es ni de chiste un poco gracioso. ─, bueno parece que eso no te agradó.

─Claro que no me agradó ─respondo algo molesta, no con él sino con la situación ─, nunca más olvides tu carnet cuando viajes conmigo ¿entiendes?

» Mejor jamás dejes de nuevo tu carnet ─ es lo último que digo antes de bajarme del escarabajo y comenzar a llenar el tanque.

Cinco minutos y 20 dólares después me encuentro moviendo mi auto a la tienda de auto servicio para comprar un café cargado y unas galletas, de esa forma podré espantar el sueño y seguir conduciendo. Después de todo nos encontramos como a media hora máximo de mi casa, claro que estoy tomando en cuenta el tiempo en que podría tardar en llevar al chico Brown.

─ ¿Para qué las galletas y ese café cargado? ─pregunta.

─Para espantar el sueño y poder seguir conduciendo ─respondo mientras le pago a la señorita que atiende la caja ─¿Quieres algo?

─No, pero no conducirás ─responde y me mira.

Noto como es que ella mira a mi acompañante y aunque normalmente presto atención a todos los detalles que me rodean, hoy solo quiero llegar a casa; me despido de la señorita con un simple adiós y una vaga sonrisa para así salir del establecimiento y dejar lo que compre dentro del escarabajo.

─¿Escuchaste lo que te dije, Romina? ─pregunta, pero no le respondo. Solo dejo lo que compré dentro y cierro de nuevo la puerta─ ¿Ahora a dónde vas? ─lo escucho volver a preguntar.

─Iré a lavarme el rostro con agua fría.

No escucho que dice y eso es mejor, porque así solo me concentro en llegar al servicio, mojarme la cara, comer y beber lo que compré para solo seguir conduciendo una vez adentro de mi escarabajo.

Cuando llego a mi escarabajo noto como chico Brown ni siquiera está en el puesto de copiloto, sino que encuentra en el asiento del conductor. Abro la puerta y subo esperando una explicación.

─Yo conduciré ─dice luego de un rato ─, te lo dije y no me prestaste atención. No quiero morir antes de pasar el examen del Crhistie Moore High.




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