Mi mente es un desastre, pero no solo mi mente porque también lo son mis pensamientos. Luego de la última palabra que dijo Cecilie me di cuenta de que pasamos al menos diez minutos mirando hacia la casa de Tonny donde las personas bailaban en el pasto y otras tantas eran alcanzadas por el efecto del alcohol e incluso puede que de alguna droga que haya consumido.
─¿Me pregunto se fuimos víctima de alguna droga? ─le pregunto de un momento a otro a Cecilie que ríe de ver un par de chicos caerse a causa de su mal estado. Ellos ríen por lo que creo que se encuentran bien.
─No lo creo ─dice limpiándose debajo de los ojos ─, en todo caso sí estuviéramos bajo efecto de alguna droga estaríamos en mal estado o tu estarías mucho más hiperactiva de lo normal, Ro.
Medito sus palabras y rio de lo que pregunte hace un minuto.
─Tienes razón ─digo mientras me froto los labios ─, oye tengo frio ¿tú no tienes?
─De hecho sí tengo frio ─ responde.
Me hago hacia adelante dejando de estar recargada en mi escarabajo para sacar las llaves de mi bolsillo y abrir la puerta de la cajuela, saco dos suéteres para abrigarnos de la noche fría bajo la que estamos.
─Gracias, Romi.
Sonrío y cierro la cajuela; tiene mucho que no me dice de esa manera.
─¿Estas recordando el pasado? ─le pregunto mientras me pongo mi suéter ─Son bonitos los suéteres, ¿verdad?
─Lo son, además son muy a la moda ─acaricia la parte delantera para alisarla y dejarla de manera perfecta y pulcra ─. Aunque respondiendo a tu pregunta, supongo que sí, solo se me ha venido a la mente como te decía antes.
─Ya…bueno en ese caso solo no hagas mal uso de un excelente recuerdo amiga, deberíamos irnos ya.
Ella asiente y se aleja del escarabajo para ponerse en frente de la puerta. Bajo de la acera para caminar hacia mi asiento y abrir la puerta.
─Oye ¿te quedas a dormir en mi casa? ─pregunto viendo la hora mi celular me detengo viendo mi celular y me doy cuenta de una cosa ─Me acabo de dar cuenta de que no nos hemos tomado la foto del recuerdo de la fiesta de Tonny.
─¿Qué pasa si no lo hacemos por una vez? ─pregunta.
─Bueno no tendríamos una foto para nuestra pared ─respondo pareciendo obvia ─, además ¿qué subiremos a Instagram?
─Bueno en eso tienes razón.
Cierro la puerta de nuevo y abro la puerta de la cajuela nuevamente para prender la luz inalámbrica que traigo dentro de ella, tomo el espejo que siempre traigo conmigo de respaldo y verifico que mi maquillaje se encuentre en buen estado y retoco lo que se encuentre fuera de lugar. Le hago una seña a Cecilie para que se acerté y haga lo mismo.
La luz ilumina lo suficiente como para darnos la oportunidad de una buena fotografía. Tomamos varias de nosotras juntas, así como separadas, pero lo más importante nos tomamos varias fotografías a la oscuridad y la poca luz que tenemos. Salen asombrosas y eso me agrada; nos quitamos lo suéteres y los guardamos en la cajuela.
Caminamos de nuevo para la casa y en el momento en el que entramos a la casa nos dirigimos hacia pista comenzamos a bailar un poco antes de sacar mi celular y abrir la cámara para tomarnos unas cuantas fotos aprovechando lo hermoso y lo que parece una típica fiesta adolescente estadunidense.
Sonreímos hasta que tenemos a varios polizones en el momento y nos aprovechamos de la situación para seguir tomando más fotografías o al menos eso hacemos hasta que uno de los polizones me da un beso en la mejilla.
Eso hace que voltee de manera rápida y al hacerlo noto que no es más que el chico que hace casi dos días me regaló una excelente tarde. Él me ve y sonríe al ver mi cara de lo que supongo es de confusión o asombro, por lo que luego de unos segundos le devuelvo la sonrisa.
─Hola ─dice tomando mi celular ─, permíteme ahora yo tomare una foto.
─Ya veo que te has adueñado de mi cámara, chico Brown ─le digo, me hace una seña para que voltee lo cual hago y me veo en la necesidad de sonreír para que tome la foto ─. Pensaba que no vendrías.
─¿Así qué querías que viniera? ─ pregunto y le sonrío tomando mi celular ─No lo admitirás.
─No, en realidad esperaba que vinieras.
Me regala otra sonrisa y se pone frente a mí tomando una de mis manos.
─Ven vayamos a bailar ─dice Tobías.
─Sería un honor ─le regalo una sonrisa, de esas que muestra tu dentadura.