Uno esperaría que luego de poner un anuncio de “Se necesita mesero” en el cristal de tu negocio la respuesta de la gente tardaría en llegar, pero ya veo que existe gente que realmente necesita el empleo razón por la que ahora luego de llegar a trabajar en mi turno de la tarde (uno de los pocos que tengo en la semana) Spencer me designo junto con él a entrevistar a las personas y a recibir las solicitudes de empleo.
Han pasado dos horas luego de entrevistas y en verdad me siento agotada mentalmente; miro a Spencer suplicándole con la mirada que nos detengamos. Pobre de Carolina ella ha tenido que atender a la clientela.
─Es momento de un descanso y de que comamos algo ─me dice, mira de nuevo a la joven de 16 años que se encuentra frente a nosotros se mira molesta ─. Lo siento, pero debemos interrumpir tu entrevista para comer algo.
─No hay problema ─responde comprendiendo lo que le dice Spencer ─, solo prométanme que me tomaran en cuanta a la hora de decidir.
─Así será ─hablo esta vez yo ─, ten un buen día Celeste.
─Gracias, Romina ─se pone de pie y extiende su mano para saludarnos ─. Hasta luego que tengan un buen día.
Luego de que se marcha me levanto de la silla y camino hacia la cocina para pedirles unos panqueques a Mary y a Henrry.
─¿Pueden alimentarme por favor? ─pido a Mary y a Henrry
─Al fin de ha dejado en libertad Spencer ─pregunta Henrry metiendo los panqueques en la tostadora.
─Sí, al fin ─digo con pesar.
─No seas dramática Romina ─dice Spencer detrás de mí, causando que me sobresalte.
─No hagas eso de nuevo Spencer ─le pido sentándome en la mesa que hay dentro de la cocina.
“”
─¡Adiós Carolina!
Le grito saliendo de Piccolo, no sé si ella me dice adiós pero supongo que me parece mejor imaginar que es de esa forma a que solo pensar que me insultó o algo parecido por salir mucho antes que ella.
Comienzo a hurgar en mi bolso buscando las llaves de mi escarabajo mientras camino hasta el estacionamiento de la cafetería, bueno el caso es que voy tan distraída con eso de buscar mis llaves que sé que al menos he chocado con varías personas, aunque de manera distraída les pido perdón por el golpe o lo que sea que halla hecho con su persona.
Creo que pienso que todo irá bien hasta pasado unos metros que realmente choco con alguien causando que caigamos al suelo y que solo de esa forma deje mi bolso en paz.
─Vaya forma de decir hola, Ro ─como puedo quito mi bolso y mi cabeza y con mis manos en el pecho de quien sea con quien haya chocado y me levando un poco para verlo ─, dime algo Ro.
─¿Algo? ─pregunto con timidez y eso parece hacerle reír.
─Graciosita ─ríe, veo como lentamente como sus manos pasan de estar tomando mis brazos los lleva detrás de su cabeza. ─, pero eso no es lo que quiero que me digas.
─Pareces ponerte muy cómodo, eh ─le indico. Termino de levantarme y me siento en su regazo ─. Pero dime entonces que quieres que te diga.
─Tú pareces ponerte muy cómoda ─me sonríe y vaya que es una sonrisa muy bella ─, pero lo que quiero que me digas es si tienes tiempo libre, aunque creo que es de esa forma ya que vas camino a tu escarabajo.
─Así que vienes a ver si tengo tiempo libre ─le digo, en vista de que no tenemos planes de levantarnos dejo mi bolso a un lado nuestro.
─Claro, porque no vendría a visitarte si eres buena compañía ─me dice y su sonrisa hace más grande. Llevo mi mano hasta su rostro y acaricio esa linda sonrisa que se ha formado ─, eres muy hermosa.
Lo miro a los ojos y detengo mi mano.
─Gracias, chico Brown.
─Entonces, ¿estás libre?
─Sí, acabo de salir de trabajar.
─¡Estupendo! ─dice, quita una de sus manos de sus cabeza y la lleva a mi pierna y le da un apretón ─, vamos debo enseñarte algo.
─Veo que ya has estado conociendo la ciudad ─le digo, me agacho hasta quedar cerca de su rostro, el asiente y sonriendo va levantando su rostro hasta que deja un pico en mi boca ─, vamos enséñame ese algo.
Dejo otro beso en su boca y me bajo de su cuerpo para después pararme y sacudirme el polvo y la suciedad que haya logrado tomar luego de cayéramos. Tobías hace lo mismo y me sonríe por lo que yo le regreso la sonrisa.
Extiende su mano y yo gustosa y sin saber que hace con mi mente y curiosidad la tomo y caminamos hasta su camioneta.
─Jorge se encargará de llevar tu auto a mi casa ─me dice una vez que estoy dentro de su camioneta en el puesto de copiloto ─, así que dame tus llaves que cuando volvamos te llevaré a mi casa para recojas tu amado escarabajo.
─Bien, pero espero que no le haga ningún daño ─sentencio cuando le entrego las llaves.
─Trato hecho ─se gira hacia quien supongo es Jorge y le entrega mis llaves ─. Es el escarabajo azul, cuídalo como si se tratase de tu vida Jorge no queremos que se enoje la dama.
─Entendido, señor Brown ─ le asegura, yo solo soy capaz de sonreír satisfecha.