Segunda semana, tercer día, miércoles.
Estaba nerviosa, con los pelos de punta, mis ojos amenazaban con que las lágrimas escaparían sin permiso, recuerdo bien esa mañana, las simples palabras de mi mamá o mejor dicho el grito que dio fue suficiente para cambiarme, creo que una parte de mí ese día se rompió, ahora sí que hablo en serio, nada de bromas, inserte cara de risa nerviosa para no soltar lágrimas.
Quiero separarme de tí, ya no aguanto estar a tu lado.
Esas fueron sus palabras, frase de película, fue una pasada, fue simplemente la peor mañana de la historia. Esas peleas sobre el divorcio eran recurrentes, eran como anotar tu periodo, pero estas duraban un día, podía ser a principios de mes, entre mes o al final del mes, pero ese día supe que esas palabras no eran el periodo del mes, eran de verdad, las sentí hasta el fondo y no de una forma placentera, fue doloroso, no quiero adelantar hechos, así que les diré que me fui corriendo de la casa a la escuela, no fue algo dramático de película como que iba llorando o algo así, porque correr con mochila es difícil y sumarle al jeans que tenía puesto, si que fue difícil.
Y bueno llegué, me encontré con Almendra, se sentó a mi lado y aun cuando me preguntó:
-¿Estas bien?
-Sí, es que me llegó el periodo - respondí.
-Compraremos chocolate y pasará.
Asentí.
En cierta forma no le mentí a Almendra, y tampoco tenía la suficiente confianza de decirle lo que sentía, lo que me pasaba, lo que había pasado. Era una principiante en el tema de la confianza, no sabía qué hacer primero, debería haber en google alguna lista de cosas que hacer para entrar en confianza y no morir en el intento (o perder a tus amigos como Valeria), pero no las había y sigue sin haber.
La primera clase la pasamos bien, pero luego venía el recreo, el infierno, porque no sabía si me quemaba sola o con Almendra.
Me había dicho a mi misma que no debía rogarle su amistad, bueno, eso fue el día anterior cuando no estaba a punto de una crisis de nerviosismo por la pelea de mis padres, inserte suspiro, la cosa fue que Almendra me dijo que debía hablar con su manada para decirles sobre mí, a mi mente se me vino una reunión satánica en un círculo viendo mi pasado para ver si me aceptaban, sí, nada fuera de lo normal, así que ella se fue con su manada y yo al baño, el lugar que para mí los últimos dias había sido mi aliado en la soledad, o sea ya no estaba solo con la sole, tambien se unio el baño.
¿Captan?
¿Sí?
¿Se rieron del chiste?
¿No? o ¿Nel?
Mejor continuemos, me encerré en el cubículo del baño, estuve esperando que sonara el timbre, pero unas inmensas ganas de hacer del uno me dijieron, no nena, suelta todo el liquido y luego tendrás que salir a lavarte las manos, a no ser que seas cochina ¿¡eres cochina?!
¡No mija!
Y por eso tuve que salir de mi cubículo alias mi habitación en la escuela, porque por dimensiones eran casi del mismo tamaño. Entonces ocurrió lo ocurrido.
Imaginense la cara de una chica inocente, pasada de peso, con acné y cara de horror al levantar sus manos del lavamanos y ver a la persona que le dio su primer beso, solo para hacer algo, que no entendía, con su ex, ¡yes! Así mismo fue.
Clara se encontraba de brazos cruzados y una sonrisa de lado mirándome apoyada en la puerta del baño.
Ahora si me golpeará.
Fue lo primero que pensé.
Cerré la llave del agua para secar mis manos como si nada estuviera pasando, de verdad que quería creer que todo era fruto de mi imaginación, pero no.
-Ya da la cara, no seas cobarde.
Temblé, todo mi engrasado cuerpo tembló, hasta mis granos temblaban, y tuve bastantes ganas de llorar. Me di vuelta totalmente tiesa hacia Clara, ya no estaba de brazos cruzados y camina, directo, a mí.
Apreté mis manos en puño y todavía me pregunto por qué lo hice, pero miré su cuerpo, la calza que llevaba era como una doble piel y hacía que sus piernas se marcaran, eran preciosas, perfectas piernas, y arriba llevaba un suéter de su talla, que hacía ver sus pechos más grandes, por eso me sonrojé, creo, le había mirado los pechos.
-¿Me estas mirando las tetas?
Mi respiración se cortó porque Clara estaba totalmente pegada a mí, sentía todo de ella en mí, mi cuerpo reaccionó enderezandose.
-Que linda - susurró.
No sé si lo dijo de verdad o no, en ese momento me di el lujo de admirar su cara, éramos del mismo porte, así que sus labios quedaron a centímetros de los mios y sus ojos… ¡Dios mio! Han escuchado decir que los lugares más peligrosos son los más bellos, eso era Clara para mí, era peligrosa, pero preciosa, su cabello de color café intenso combinaba con sus preciosos ojos claros, eran de color avellanas con pequeños puntitos verdes entremedio, y sus encrespadas pestañas causaban que tragara saliva, mis labios se secaran y mis manos picaban por tocarla…
-Creo que la otra vez no terminamos lo que habíamos empezado - susurró, rozando sus labios con los míos.
¿Esto está pasando de verdad? Pensé.
-Alex no entrará por esa puerta - sus manos subieron por mis manos hasta mis hombros, las yemas de sus dedos en un acto de suma delicadeza se pasearon por mi cuello hasta mi barbilla y cuando intentó tocar mi cara se las tomé fuertemente apartándola de mí.
Recordé haberme visto segundos antes en el espejo y ver el inmenso grano justo en mi mejilla derecha, estaba roja y no había tenido tiempo en la mañana para ponerme la base, así que la vergüenza llegó a mi como un balde de agua fría y corrí mi cara hacia un lado para que ella no la siguiera viendo, pero el calor que desprendía de sus manos me causó cerrar los ojos y preguntarme bien.
¿Acaso te gustan las mujeres?
Suspiré volviendo mi vista a Clara, ella soltó el agarre que tenía en sus manos y las llevó a mi cintura tirándome a un cubículo y cerrandolo detrás de ella, inserte cara de trauma y una mano en su cabeza sin poder creerlo.