15 de noviembre de 2013.
17:00.
—¡Qué lo cumpla feliz! —cantan.
Sí, es mi cumpleaños. Cumplo 15 años.
Solo es una reunión familiar con unos amigos, mi fiesta será en diciembre porque ya habrán terminado las clases y podré festejar sin preocupaciones.
Soplo las velas y les sonrío a mi familia y mis amigos. Todos empiezan a gritar de alegría y a gritar que muerda la torta.
Tengo toda la cara con crema chantilly, me río porque Mateo y Miel me sacan fotos para guardarlos de recuerdo. No me quejo, si ellos también tuviesen la cara llena con crema chantilly, les sacaría una foto.
—Marcos, no me olvidaré de esto. Cuando llegue tu cumpleaños, embarraré tu cara en la torta —digo, mientras me río.
Marcos es mi primo y novio de Miel. Él es muy importante para mí porque somos como hermanos, crecimos como hermanos y moriremos como tal.
—No lo vas a hacer, no sos tan valiente para hacerlo.
Tiene razón, no me gusta hacer esas cosas y tampoco me gusta que me lo hagan, pero este día estoy muy feliz porque Mateo está a mi lado y también porque me le voy a declarar.
—¡Ya verás! —grito y río.
Mamá empieza a cortar la torta y a repartirla a los invitados.
Siento que alguien me agarra mi mano izquierda y me jala. Es Mateo. Me lleva al patio y me abraza.
—Feliz cumpleaños, Lena. —Sonríe.
Veo que mete su mano izquierda en su bolsillo de su Jean y saca un dije. Es hermoso...
—Para mi mejor amiga —Se dirige hacia atrás para ponérmelo en el cuello—. Espero que todos tus deseos se cumplan, Lena y que todo lo bueno te pase en esta vida.
—Lo que quiero en esta vida, es la oportunidad de estar en la tuya. —Pienso.
—Mateo, tengo algo que decirte.
—Yo, primero. Se me hace mucha ilusión decírtelo.
Asiento, mientras sonrió.
—Tal vez, yo también le guste.
—Tengo novia.
Esas palabra... Esas dos palabras son como un balde de agua fría que es lanzada hacia mí. Por suerte mi sonrisa no se va, soy buena actriz para ocultar mi dolor.
—¡Felicidades, Teo!
Lo abrazo, pero siento mi mejilla mojada, sin que se dé cuenta, la seco rápidamente.
—Te lo digo porque no pude contenerme. Necesitaba decírselo a alguien, pero no sabía quién.
En eso escucho unos pasos de tacón. Es Miel, siento un gran alivio al verla.
—¿Qué hacen acá? —pregunta.
—Secreteando —digo con los ojos muy brillosos.
Miel se da cuenta que quiero llorar, abre los ojos de sorpresa y entiende lo que me pasa.
—¿Ella lo sabía y no me lo dijo?
—Le dije a Helena que tengo novia. —Sonríe.
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—Lo sabías, ¿verdad? —pregunto. Estoy sentada en mi cama en forma de duende.
Miel está parada en la puerta, mientras me mira con pena. No sabe qué decirme y yo tampoco sé qué decirle.
—Me lo dijo hace una semana... —Se acerca hacia mi cama, para luego, sentarse— No tenía el valor de decírtelo, tenía miedo de que salgas lastimada.
Levanto mi mirada, seguramente se puede notar el enojo que tengo. Siento celos, no puedo creer que tenga celos.
—Nunca he sentido ese sentimiento en mi vida. —Pienso.
—¿Lastimarme? ¡Me lastimaste al no decirme! —Mi voz se quebró— Le iba a decir hoy que estoy enamorada de él desde el año pasado, Miel —susurro.
Miel abre la boca con sorpresa.
—¿Qué? ¿En serio te ibas a confesar? Te juro que no tenía idea, Lena.
—Ya no importan mis sentimientos... —susurro— Mateo ya tiene novia y tengo que dejarlo ir.
—Ay, Lena...
Se acerca y me da un abrazo muy fuerte... Lo que necesito en estos momentos. Desde que Miel es mi amiga, no me hacen falta los abrazos especiales que ella da, por primera vez en mi vida, sé qué significa lealtad absoluta a una amiga.
-No se lo digas, por favor. No quiero que nuestra amistad se arruine por culpa de mis celos tontos. Tengo que entender que Mateo no es para mí, que solo me ve como su amiga y me quiere como tal.
En mi hombro, asiente con su cabeza, mientras acaricia mi espalda para consolarme.
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20:40.
Miel y yo estamos sentadas en la orilla de la piscina con los pies adentro de ella. Estamos cansadas, ella por consolarme y yo de tanto llorar.
—¿Por qué amar a alguien es tan difícil? ¿Por qué siento un fuego tan grande en pecho que no puedo apagar? —Me pregunto en mi cabeza.
—¿Chicas?
Es Mateo...
—¿Qué les pasó? Estuvieron desaparecidas como por tres horas? —Se pone detrás de nosotras y se arrodilla— Lena, ¿por qué tenés los ojos hinchados? ¿Lloraste?
—¡No! ¡Claro que no! —Pienso.
—Sí, lloré por un hombre —digo y se me sale un hipo.
—Lena, no tenés que llorar por una persona que no te valora.
—¿En serio no tengo que llorar por tu amor, Teo? —Pienso.
—Lo sé, no te preocupes, ya se me va a pasar. —Le sonrío.
Su mirada se calma cuando me ve sonreír, ese gesto provoca que sienta muchas cosquillas es mi estómago. Ya conozco este sentimiento gracias a Teo, él es un chico cariñoso, bueno, sensible, detallista, amoroso y podría seguir llevándolo de adjetivos positivos sobre él, pero seguramente lo alargaría por una hora. Su novia tiene mucha suerte de tenerlo.
—Las invito a ir a la plaza a comer lomito, chicas.
—¡De una! —exclama Miel.
Yo asiento, no tengo el valor de tan solo mirarle la cara porque sé que me largaré a llorar.
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22:30.
—¡Qué vivan los lomitos! -exclaman Miel y Teo.
Me río por lo bajo, es algo muy tierno de parte de ellos, más de Teo.
—¡A comer! —grita Mateo, mientras agarra su lomito y le da un gran mordiscon.
Veo a Miel de reojo, está chateando con Marcos, lo sé porque ella siempre sonríe con cara de enamorada cuando se trata de mi primo.
—¡Coman o se les va a enfriar el lomito! —Nos llama la atención nuestro amigo.