"Muchas veces, amar es dejar ir a la persona o cosa que tanto adoras"
1 de enero de 2014.
00:00.
Ya es año nuevo...
2013 va a pasar en el olvido, o eso supongo y el 2014 entra con mucha alegría en todo mi vecindario.
Los gritos de alegría, lo cohetes artificiales, la música puesta acompañada por Rodrigo "El potro" y lo infaltable en una mesa Argentina; los sandwichitos de miga, lo mejor de todo en la mesa.
—¿Por qué no invitas a tus amigos? Deciles que después de pasar con sus familiares, pueden venir —dice mi abuela mientras me sirve más sandwichitos en mi plato.
Yo asiento y saco mi celular del bolsillo de mi pantalón corto, lo desbloqueo y entro a WhatsApp para mandarles mensajes de que vengan.
Entro a Facebook y me encuentro con una nueva publicación de Mateo. Una foto de él con Valentina, besándose y él pone "Gracias por ser mi novia y por estar en mi año nuevo"
Teo ❤
Dale, Lena. Allá estamos.
¿Allá estamos? ¿Se refiere a Miel y él o él y Valentina? Prefiero la primera opción, obviamente.
Ver a Valentina significa arruinarme el año nuevo. No quiero verla, desde que la conozco, tengo mucha inseguridad conmigo misma. No me siento muy bonita o atractiva como ella, muchas veces quiero ser Valentina para llamarle la atención a Mateo, pero sé que eso no podría pasar.
—¿Qué dijeron tus amigos, Helena? —pregunta mi abuela.
—Ya van a venir, abuelita. Van a venir después de comer con sus familias.
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00:50.
Estoy sentada en mi silla con mi celular, miro la hora y son las 00:50 de la noche, y mis amigos todavía no llegan.
—Perdón por la tardanza, Lena, es que Valentina se quería arreglar más para venir.
La voz de Mateo...
—Tranquilo, lo entiendo —digo, forzando una sonrisa— ¡Feliz año nuevo a los tres! —exclamo, para luego acercarme y darles un beso y un abrazo a mis amigos y a Valentina.
Huele a rosas... Mateo huele a rosas como Valentina.
—Lena, ¿está Marcos? —pregunta Miel, parece que está enojada.
Por lo que sé, Marcos y Miel no se hablan desde hace una semana por culpa de mi primo.
—Sí, está en el comedor...
—Muchas gracias y permiso, Lena. Voy a entrar.
Miel entra a la casa después de darme otro abrazo de forma de disculpa por estar enojada.
—Bueno... Pasemos, ¿no? —dice Mateo.
Asiento, regalándole una sonrisa, luego miro a Valentina que me mira con una cara de odio, lo sé porque desde que nos conocemos, me mira mal, hace gestos de disgusto o me blanquea los ojos.
Entramos a mi casa y vemos a mi familia completa. Están mis tíos, mis padres, mis primos, mis abuelos de mi parte materna y mis abuelos de parte paterna.
Todos están riéndose, mis tíos y mis padres hablando de la política, mis primas las mayores hablando sobre los chicos que les gustan, mis primos hablando de quién es mejor; Cristiano vs Messi y mis abuelos charlando de lo lindo que es bailar tango.
—Siéntense, por favor —digo para luego sentarme—. Sirvanse lo que quieran, chicos.
Me hacen caso y empezamos a comer, trato de buscar a Miel y a Marcos, pero no los encuentro.
—Seguramente, estarán discutiendo sobre su relación.
—¿Cómo estás, Helena? Hoy te vi en el kiosko de don Sergio, estabas muy... normal —dice Valentina.
—¿Normal? —pregunto.
—Valentina, ya hemos hablado sobre esto, deja a mi amiga en paz —susurra Mateo.
—Mira —Saca su celular y me lo muestra—, estabas en pijama y por lo que veo has subido un poco peso.
Le blanqueo los ojos.
Valentina no tiene vergüenza en molestarme, en realidad, ella sabe muy bien que me gusta Mateo y no la juzgo, yo también estaría celosa si una amiga de mi novio siente atracción por él, pero su odio hacia mí, rebasa los límites, ya que intenta molestarme a cada rato. Un ejemplo de eso, es que yo tengo los mensajes de Facebook, advirtiéndome que me aleje de Mateo y me dijo que él nunca podría fijarse en mí porque yo no soy ella.
Tiene razón... Nunca podré ser como Valentina, nunca podré ser bonita, atractiva, extrovertida y carismática, pero en algo me alegro de no ser como ella; de no burlarme del cuerpo ajeno.
—Ni siquiera haces el mínimo esfuerzo de parecerte a mí, ya que tanto te gusta mi novio, o ¿no? —dice con una sonrisa ladina.
—Basta, Valentina, ¿qué mentiras estás diciendo? Ya te dije que Lena y yo solo somos amigos, y que te respeto porque sos mi novia.
—No es una mentira, Teo.
—Amor, ella se muere por vos, solo que sos tan inocente que no te das cuenta.
—Mentís, no me gusta Mateo, es como un hermano para mí. Los celos que tenés te están dejando ciega, Valentina.
—Yo soy la que miento... Valentina tiene razón, me estoy muriendo por Teo.
—Valentina, basta —susurra mi amigo para no llamar la atención—. Solo quise que los cuatro tuviéramos una noche importante, juntos. Por favor, no la arruines con tus celos sin sentido hacia Helena —Está enojado—. Si Helena dice y yo también digo que no tenemos nada, ¡Es porque no tenemos nada! Yo te amo, Vale. Vamos a hablar de esto cuando nos vayamos.
—Ese "te amo" me mata... Tengo que resignarme a que nunca podré ocupar el lugar de Valentina.
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4:15.
Estoy cansada, me duelen los pies y el cuerpo entero.
Me quito mis tacones para sentirme más cómoda. Cuando me los saco, siento, de verdad, un gran huevo en mis pies.
Voy un momento al comedor y me quiero reír por la imagen que tengo enfrente.
Mis padres y mis tíos borrachos, tres de mis tíos están dormidos con sus cabezas sobre la mesa y mis papás siguen bailando, mis otros tíos siguen tomando mientras están sentados, no sé de qué hablan y mis abuelos, seguramente, están dormidos. Lo de todos los años y navidad.
Me voy a mi habitación para recostarme en mi cama, pero antes de eso, me veo a mi espejo. Yo no soy como Valentina. Mi piel es mestiza, soy rellenita, mi cabello es negro y lacio, Mido 1,60. Mis ojos son de color negro y mis labios son finos.