13 de febrero de 2015.
10:30.
Estoy en un una tienda con Valentina, ayudándole a elegir un regalo para Miel, así ella se le puede declarar su amor.
—¿No crees que es demasiado pronto para declararte? Solo pasó un mes desde que terminó con Marcos —digo mientras veo cosas y más cosas.
—Lo sé, sé que es muy pronto para que tenga otra pareja —dice, mirándome—. Y no, no le voy a pedir ser mi novia, Lena, solo quiero confesarle mis sentimientos porque ya no tengo miedo a su rechazo.
—O sea, solo le dirás lo que sentís por ella y ya, ¿no le vas a pedir si podés ser su novia?
—No, Lena —Da un suspiro—. Solo quiero decirle la verdad porque siento que se lo merece... Siento que le estoy mintiendo y quiero ser sincera.
—Entonces, ¿por qué le compras un regalo si no le vas a pedir ser su novia?
—Porque es mi amiga y quiero que esta confesión no sea un golpe tan duro para ella.
Asiento y me acerco a uno de los estantes de la tienda, y veo un patito. A Miel le encantan los patitos.
—Cómprale un patito. —Le muestro el patito.
Valentina me mira con confusión, pero sonríe.
—A Miel le encantan los patitos —dice.
12:00.
—¿Le vas a dar este regalo mañana por San Valentín?
—Exacto, es un día especial.
Miro a Valentina, dudando un poco si esto es lo correcto porque no solamente tengo miedo de que esto pueda lastimar a Miel, sino a ella misma.
—Lena —Me agarra las manos—, sé que Miel me va a rechazar porque todavía no dejó de amar a Marcos y te juro que eso no me molesta —Suspira—. Sé que ella necesita tiempo para sanar completamente y yo la voy a esperar.
—Entonces, ¿no te vas a involucrar con otras personas?
—No me voy a involucrar con otras personas, no tengo ganas de hacerlo y no quiero. Solo quiero a Miel.
—Pero... ¿si ella no te quiere nunca, Vale? ¿Si solo entiende tus sentimientos, pero no te acepta? ¿Vas a seguir esperándola?
Suelta mis manos y se dirige a su cama, se sienta en ella para reflexionar en lo que le dije.
—No me importa... Supongo que...
—Nada, si ella te rechaza, no te estanques solo en ella. Sana y luego te volverás a enamorar... Lo normal de la vida.
—Lo dice la chica que sigue enamorada del mismo chico desde hace casi cuatro años. —Se ríe de mí.
Por la vergüenza que estoy sintiendo, agacho mi cabeza para que no mire mis cachetes que seguramente ya están rojos como un tomate.
—Pienso que es diferente... —Soy interrumpida.
—No, no es diferente, Helena. Es lo mismo... —Se levanta de la cama y camina hacía mí, y estar enfrente mío— Decime, Lena, ¿cuándo va a ser el día que de verdad estés con un chico por amor y que ese chico no sea Mateo como tanto lo deseas? ¿Cuándo te vas a enamorar de otra persona?
—¡Valentina, ya! —Me quejo.
Se ríe de mí nuevamente, algunas veces, me olvido que mi amiga es muy bromista y le encanta hacerme bullying.
—Tenés razón, nuestra situación no es diferente. Nunca pude estar con un chico por amor y siempre deseé que ese chico fuese Mateo... —Me quedo callada unos segundos y vuelvo a hablar— Cuando terminé con Lucas, pensé que de verdad estaba enamorada de él, pero no... Solo me hice creer que lo estaba... Nunca dejé de amar a Mateo y hasta el día de hoy lo hago, solo que ahora me sé controlar y respondiendo a tu pregunta... No sé, no sé cuándo me vaya a enamorar de otra persona que no sea de Mateo.
Vale abre sus brazos para darme un abrazo y luego volver a reírse.
—Eu, deja de reírte de mí, Valentina —digo. Fingiendo mi enojo.
—Ya parecemos gemelas así, Helena.
Correspondo su abrazo y pongo mi barbilla en su hombro.
—¿Sí? ¿Por qué? —susurro.
—Estuvimos enamoradas de Mateo; bueno, vos seguís enamorada de Mateo, luego fuimos novias del pelotudo de Lucas y la lista sigue.
—Decime más. —Le pido.
—Solo te metiste con Lucas porque querías saber qué se sentía tener un novio y porque querías olvidar a Mateo, y yo me quise meter con Lauti porque me quería olvidar de Miel, así que somos iguales —Rompe el abrazo para luego volver a sentarse en su cama—. No importa, en cualquier momento volveré a mi momento de diva.
Me río por su comentario y asiento con mi cabeza, dándole la razón porque es verdad, en cualquier momento ella volvería a su momento de diva inquebrantable... Porque así es Valentina, inquebrantable.
14 de febrero de 2015.
17:45.
Me encuentro en la casa de Miel, esperando a que Valentina dé señales de vida, supuestamente, ella estaría en esa casa a las 17:30 y ya son las 17:45, ¿por qué se tarda tanto?
—Le voy a romper su maquillaje, el más caro que tenga. —Pienso.
Agarro mi celular para desbloquearlo y entrar a WhatsApp, entrar al chat de Valentina y escribirle.
Helena
¿Dónde estás, Valentina?
Ya pasaron 15 minutos y todavía no llegas.
Pasan dos minutos y mi celular empieza a sonar, es Valentina.
Vale
Perdón, tuve unos problemas con mis padres, pero ya los resolví.
Ya estoy llegando, mi papá me está llevando a la casa de Miel.
Te juro por Dios que estoy muy nerviosa por lo de hoy, Lena.
Por favor, sé mi hombro, ¿sí?
Sonrío al leer el último mensaje de mi amiga y guardo mi celular en mi bolso.
—Dice Vale que ya está por llegar —digo.
—Perfecto, voy a sacar las galletas dulces que tengo y a calentar la pava para tomar el té. —Se levanta de su asiento para hacer todo lo que dijo.
Pasan unos seis minutos y tocan el timbre de la casa de Miel. Me levanto de mi asiento para salir de la casa y ver a Vale en el portón de la casa, le saludo con mi mano derecha y me acerco al portón para abrirlo.
—Pensaba que no ibas a venir, te has tardado mucho, Vale.