08 de agosto de 2015.
03:15.
Estoy en mi escritorio mientras navego por Internet; publico cosas tontas en mi Facebook y Twitter. Me río por las cosas tontas que mis amigos también publican y postean, me detengo hasta que veo que tengo un mensaje en Facebook.
Veo quién es y no lo conozco, no sé quién es, pero supuestamente es de mi misma ciudad y pueblito.
"Diego Solís"
¿Como Marcos Antonio Solís? Me río por lo que acabo de pensar y decido responderle.
Diego Solís:
Hola :)
Helena Vanetto
Hola, ¿cómo estás?
11 de agosto de 2015.
20:15.
Paso horas y horas mandándome mensajes con ese tal Diego desde hace tres días. Bueno, otra vez, se llama Diego, tiene dieciocho años, recién cumplidos hace un mes, vive en mi pueblito, pero va a un colegio diferente al mío. Lo poco que sé es que va a estudiar la carrera de Economía en Buenos Aires el año que viene, que tiene el privilegio de dónde dormir porque tiene una tía que lo adora allá. Está soltero desde hace cuatro meses, tiene dos hermanas menores de ocho y doce años, y viven con su madre que es una mujer separada. Dice no tener una mala relación, pero no es muy cercano a él.
Y sí, sé todo eso en solo tres días. Conversar con él es lo mejor, me puedo reír toda la noche con mi celular en mano, mientras estoy tapada hasta la cabeza.
29 de agosto de 2015.
15:00.
Tengo a mi hermanito en brazos, mientras mamá está preparando su leche. Enzo ya tiene cuatro meses de nacido, algunas veces lo miro y veo lo hermoso que es. Otras veces me pongo a pensar que cuando él crezca, medio mundo va a pensar que es mi hijo y eso me provoca reír.
—Mamá, ¿crees que en el futuro piensen que Enzo sea mi hijo?
Mamá deja de hacer lo que está haciendo y se queda pensando por unos segundo para luego soltar una risa escandalosa.
—Es probable —Ríe—. No me sorprendería si eso llegase a pasar, ya quiero verles la cara cuando les explique que es tu hermano y él es mi hijo.
Vuelvo a reírme y sigo arrullando a mi hermanito, le doy un beso en su cachete izquierdo.
—Te amo, Gabi —susurro en su oído.
23:55.
Acostada en mi cama, con las sábanas tapándome hasta la cabeza y celular en mano es igual a paraíso en la tierra.
Diego
Oye, gallina, ¿qué haces?
Sí, ya nos tenemos apodos medios agresivos, pero nos los decimos con cariño.
Helena
Estoy acostada, obviamente, cerdo.
Me río por el nuevo apodo que le puse. Ayer le dije que es un oso y él dice que soy una sanguijuela.
Diego
Estaba pensando, y ¿si nos conocemos?
Me quedo mirando la pantalla de mi celular por un momento, pensando si es una buena idea, o sea, solo hace tres semanas que lo conozco y me agrada, pero ¿conocernos en persona? ¿no es mucho?
Helena
¿No es demasiado pronto para conocernos?
O sea, lo digo porque hace apenas tres semanas que nos conocemos por Facebook y ahora estamos en WhatsApp.
No pasan ni treinta segundos que él empieza a responder.
Diego
Yo digo que no, si tenés miedo podés llevar a alguien de confianza que te acompañe.
Me destapo la cabeza para mirar el techo y pensar...
"Tal vez, no es una mala idea"
Helena
El sábado que viene puedo, ¿qué te parece?
Diego
Me parece perfecto, gallina.
01 de septiembre de 2015.
10:03.
Es martes, así que ahora tenemos Química, estoy sentada al lado de mi amigo que se encuentra nervioso y no sé por qué, así que para calmar sus nervios y los mío, decido bromear un poco con él.
—Bueno, ¿cómo se llama la novia? —pregunto, bromeando.
—Se llama Débora —dice de manera rápida.
No pude entender lo que dijo, así que decido preguntarle otra vez.
—¿Cómo? No te entendí, habla más despacio, Mateo —digo—. Habla, antes de que llegue el profesor de Química.
—Ella se llama Débora, tiene dieciocho años y está estudiando Arte.
Bueno, eso duele mucho...
—Con qué universitaria, ¿no?
Él solo asiente y luego agacha la cabeza.
—¿No pudiste decidir en tener una novia del colegio y no una universitaria? —pregunto, me acerco a él un poco.
—Solo es un año mayor, este año cumplo diecisiete y el año que viene cumplo los dieciocho, no hay mucha diferencia de edad, Lena.
Una nueva novia, ¿qué más puedo esperar? Y no me tengo que enojar porque solo somos amigos y yo no soy tan valiente para confesarle mis sentimientos por él. Qué ironía.
—¿El sábado que viene me acompañas a conocer a alguien? Es un chico y quiero ver qué onda.
Mateo me mira confundido y no lo juzgo, la última vez que me vio con un hombre, fue con Lucas, mi ex novio.
—Entonces, ¿no lo conoces?
—Lo conocí por Facebook hace tres semanas y bueno, propuso que nos conozcamos en persona, dijo que si no me siento segura que vaya con alguien a quién le tenga confianza y al único que le tengo confianza, más sé que se pelearía por mí si me quieren golpeas; es a vos.
Gira la cabeza para mirar a otro lado, suelta un suspiro largo y pesado, y vuelve a mirarme.
—Está bien, te voy a acompañar para que veas a tu noviecito.
—No es mi novio, solo es un amigo, Teo. —Sonrío— ¿Quién sabe? Podría formar parte de nuestro grupo como lo hizo Vale.
Hace un gesto de desagrado, lo cuál me provoca reír. Mateo siempre dijo que no soportaría no ser el único chico del grupo.
—No lo veas tan negativo, hombre.
Dejamos de hablar cuando escuchamos la voz del profesor de Química, diciendo que estemos listos porque la prueba va a ser muy difícil.
22:45.
Estoy acomodando mi cuarto hasta que escucho mi celular sonar, dejo lo que estoy haciendo y me acerco a la mesita de luz para agarrar mi celular y contestar la llamada de Mateo.