24 de diciembre de 2015.
22:00.
—Por lo menos no apareciste con una novia en esta Navidad —digo.
Escucho que se ríe a mis espaldas y me abraza con más fuerza de la cintura, próximo para darme un beso en el cuello.
—En la Navidad del 2016, va a aparecer mi novia.
Frunzo el ceño con una sonrisa y me giro sin romper el abrazo, para verlo.
—Ah, ¿sí? Y, ¿se puede saber quién será tu novia? —digo mientras rodeo su cuello con mis manos.
—Bueno, es una chica muy hermosa, ¿sabes? Tiene unos ojos negros hermosos, un pelo tan lacio y castaño que me encantan, y unos labios que me encanta —dice y me da un pequeño beso—. ¡Ah! Y mide 1.60, es una enana. —Se ríe de mí y me abraza más fuerte.
—No es mi culpa que seas una jirafa, ¿quién te manda a medir 1.80? —digo y me separo para mirarlo a los ojos.
—Te quiero, Lena. —Me da un beso en la frente.
25 de diciembre de 2015.
00:30.
Ya es Navidad, Mateo y yo estamos entrando a mi cuarto y en eso, veo a Miel y a Valentina en mi cama, besándose.
Se separan rápidamente y nos miran con vergüenza. Miel evita mi mirada y la de Mateo, mientras tanto, Valentina la abraza con mucha fuerza.
—Chicas... ¿Hay algo que no sabemos? —pregunto.
Miel decide levantarse de mi cama y acercarse a mí con la cabeza agachada.
—Vale y yo somos novias desde hace un mes —susurra.
Frunzo el ceño, confundida, pero luego sonrío y le abrazo muy fuerte.
—¡Felicidades! Ya se estaban tardando, esas miraditas que se daban eran muy obvias, chicas —digo, mientras acaricio su espalda.
—¿No estás enojada porque no te dijimos nada? —Esta vez habla Valentina.
—No, claro que no. No me enoja, sé que necesitaban tiempo para saber qué es lo que querían —digo y me separo de Miel.
—Mateo... ¿estás enojado?
—Claro que no, Miel. Sos como mi hermanita, no me puedo enojar con vos por algo que querés y no te juzgo por eso.
Los dos se dan un abrazo, mientras tanto yo me acerco a Valentina para abrazarla y susurrarle algo.
—Por fin lo lograste, loca. —Río en lo bajo para que los otros dos no me escuchen.
Vale me sonríe y me abraza un poco más fuerte.
05:30.
Estoy abrazando a Mateo y en eso mi celular empieza a sonar.
—¿Quién envía mensajes a esta hora? —me pregunto y me levanto para agarrar mi celular.
Prendo mi celular y entro a WhatsApp, para ver qué pasa y veo un número que conozco. Suspiro y decido leer su mensaje.
+54 xxx-xxx-xxx
¿En serio, Helena? ¿Con Mateo?
¿Con tu supuesto mejor amigo?
Me quedo pasmada, veo la foto de perfil y es Lucas... ¿Después de tanto tiempo, me busca?
Me tapo la boca para no dar un grito de odio que aún le tengo a ese tipejo, no quiero despertar a Teo... Si le llego a contar sobre esto, va a buscar a Lucas para darle una paliza y no quiero eso, quiero que estemos tranquilos y ya... Que pasen estos tres meses para por fin ser novios
Lo dejo en visto, dejo mi celular en la mesita de luz para volver a mi posición con Mateo, abrazándolo. De la nada, él me abraza con un poco más de fuerza, pero él sigue dormido.
09:30.
Estoy preparando el té para que todos tomemos. Mamá le está dando leche a Enzo, papá está viendo la tele y Mateo sigue dormido.
Yo sigo un poco enojada por lo de esta madrugada, mi mañana está mal por un pelotudo que se llama Lucas y me dan ganas de meterle una piña a su estúpida cara de rata.
—Hija, ¿por qué estás enojada? —pregunta mi madre.
Mi padre deja de prestarle atención a la tele para prestarle atención a la conversación futura que habría. Miro enojada a las tazas llenas de tés y solo asiento.
Nunca en la vida les mentí a mis padres, siempre les conté mis problemas y este no sería la excepción.
—Lucas me mandó varios mensajes en la madrugada, exactamente a las cinco y media —Suspiro—. Me preguntaba si era cierto que estoy intentando algo con Mateo... Parece que me quería reclamar por eso, pero juro que no voy a permitir eso.
Mi padre se levanta de su asiento para acercarse a mí y abrazarme, me da un beso y me regala una sonrisa.
—Tranquila, si se acerca, le rompo una costilla con esta escoba. —Muestra la escoba que tenemos para barrer la cocina.
Me río de la ocurrencia de mi padre hasta que me acuerdo de algo muy importante.
—Papás, no le digan a Mateo que Lucas me buscó, no quiero que vaya a buscarlo para golpearlo, quiero que estemos tranquilos.
Ellos solo asiente y papá vuelve hacia su silla, no sin antes agarrar a Enzo y jugar con él.
09:50.
Mateo ya está tomando el té al lado mío, tiene mi mano agarrada sobre la mesa y puedo ver la cara de enojo.
—Y díganme, muchacho... ¿ya oficializaron? —pregunta, mientras se come un cuernito con mucho enojo— Pienso que sí porque durmieron juntos... en la misma cama.
Me pongo nerviosa y noto que Mateo traga saliva, casi me río de eso, pero me pongo seria en estos momentos.
—Papi, dijimos que sería en febrero... No tenemos prisa con oficializar —digo y empiezo a jugar con mi cuchara dentro de la taza de té.
—Se me hace mucho hasta febrero, quiero que sea ahora o no volverán a dormir juntos hasta ese mes.
Lo miro mal, pero suavizo mi mirada para que no me regañe.
—No tiene nada de malo dormir juntos, pá. No hacemos nada malo, solo dormir.
—No me importa, no van a dormir hasta febrero cuando por fin sean novios, Helena Sofía Vanetto Montiel.
Nunca voy a entender por qué mis padres cuando están enojados conmigo, me llaman por mi nombre completo... Me hacen sentir mal, pero nunca lo demuestro.
11:15.
Estamos en mi cuarto, pero hay un detalle muy importante, tenemos la puerta abierta. Mis padres no me dejan estar en el cuarto con Mate con la puerta cerrada, así que me prohibieron cerrarla.
—No importa febrero, Lena. Yo ya quiero ser tu novio —dice y se arrodilla ante mí.