04 de enero de 2016.
17:20.
—Entonces... ¿definitivamente ya son novios? —pregunta mi padre.
Asentimos contentos, mi madre por poca y quiere saltar, mientras que mi padre tiene cara de pocos amigos.
—Vanetto, dame la plata, yo gané la apuesta —dice y extiende su mano en señal de que le dé dinero.
Los miro de forma extraña, veo que mi padre saca su billetera de su pantalón para sacar dinero y dárselo a mi madre.
—Amo ganarte siempre, Vanetto —dice, mientras cuenta los billetes—. Te amo, mi vida. —Se acerca para darme un abrazo y un beso.
—¿Apostaron? —pregunta Mateo.
—Sí —dice enojado mi padre—. Apostaba que mi hija sí iba a aceptarte en febrero.
—Y yo apostaba que ella te iba a aceptar antes de febrero y mira, tenía razón y ahora me gané unos quinientos pesos bien merecidos —dice mi madre con un bailecito raro.
—Hija, yo pensaba que eras más fuerte y que podías resistir hasta febrero. —Se agarra los pelos de la cabeza y los estira suavemente.
—Bueno, pá, es que ya me preocupaba las rodillas de Mateo porque se la pasa arrodillado, suplicando que sea su novia.
—Chico, no te querés ni un poquito —dice mi padre, mirando a mi novio.
Mi mamá y yo nos reímos de la cara de indignación de Mateo y luego habla.
—A mí su esposa me contó una vez, que usted le estaba agarrando y besando las piernas de su padre mientras lloraba porque no lo quería cerca de su hija.
Mi padre mira a mi madre y esta solamente levanta sus hombros, restándole importancia. Mi papá vuelve a mirar a Mateo para acercarse.
—Eran otros tiempos, los padres de antes eran más estrictos y no quería un cualquiera para sus hijas, ahora es diferente —dice, tratando de ocultar su vergüenza— ¿Por qué le contas mis cosas, amor? —pregunta, mientras abraza a mi madre y le da un beso en su cachete.
19:00.
—Tenemos que decirles a las chicas que ya somos novios —comenta Mateo, mientras juega con mi mano.
—Les podemos decir mañana, mañana van a venir a pasar tiempo.
Estamos acostados en mi cama, me abraza con más fuerza y me da un beso sonoro en mi cachete.
—Me siento muy feliz por tenerte conmigo, la verdad hace mucho que no me he sentido tan feliz como ahora, Lena. —Acaricia mi cabello.
—¿Me vas a acompañar mañana a ver si puedo comprarme ese pantalón que te dije el otro día? —pregunto. Agarro su mano y le doy un beso en el dorso.
—Sí, amor.
"Amor"
Una palabra que nunca pensé escuchar de su boca, pero ahora la estoy escuchando, y provoca que mi corazón lata muy rápido como si hubiese corrido una maratón.
—Hay que decirle a tu madre... —Suelto un suspiro pesado— Que somos novios.
Hasta el día de hoy, la madre de Mateo no me cae muy bien, hasta ahora se ha portado muy bien con él y parece estar muy arrepentida por lo que hizo, pero yo sigo con cierto resentimiento que nada ni nadie me lo va a quitar.
—Sé que no te cae muy bien mi madre, Lena... Pero quiero que entiendas que es mi mamá, además que ya está arrepentida, ¿por qué no la perdonas, amor? —dice y me da un beso en mi cachete otra vez.
Niego con mi cabeza y hablo.
—No, no puedo olvidar esa vez que te fui a recoger y te encontré llorando por esa señora. Me lastimó cuando ella te lastimó y no puedo perdonarle —Me levanto de la cama y me acerco al escritorio—. Vos podés hacerlo porque sos demasiado bueno, pero yo no soy así, Teo. —Me vuelvo otra vez hacia la cama, pero no me acuesto—. Dame tiempo, ¿sí?
—Entiendo. —Me sonríe.
05 de enero de 2016.
10:25.
Valentina y Miel están en mi casa, al igual que Mateo.
Esta vez Mateo no durmió en mi casa porque no queríamos que su mamá se preocupase por él, pero bien la hora fue 8:00, él estaba en el portón de mi casa con una sonrisa y mis galletas favoritas.
—Yo digo que salgamos a la plaza a hacer cualquier boludez, o no sé, vamos a comer un lomito o un pancho, chicos. Quiero pasar mucho tiempo con ustedes —dice Valentina.
Miel sonríe y se acerca para plantarle un beso en su cachete.
—Sos muy tierna, mi vida.
Podemos notar como Valentina se va poniendo roja con el paso de algunos segundos y los tres soltamos una fuerte carcajada al mismo tiempo.
—Oigan, no se burlen, chicos —dice y se pone más roja, lo cuál nos reímos más—. Miel, amor, no se vale... Dijimos que enfrente de nuestros amigos no, mi vida.
—Bueno —dice Mateo, pero el pobre no puede dejar de reír—, tenemos que decirles algo importante, chicas... Helena por fin aceptó ser mi novia, después de hacerme sufrir como por dos meses.
—Yo no te hice sufrir, Teo. —Le regalo una sonrisa y un beso.
—¡Por fin! —grita Miel— ¡Dios! ¡Marcos me debe dinero!
Frunzo el ceño, mientras miro a mi mejor amiga, ¿desde cuándo hacen apuestas y no me dicen nada?
—¿Hiciste una apuesta con mi primo? Y, ¿desde cuándo hablas con Marcos?
Ella se queda callada por unos segundos y Valentina habla.
—Miel y Marcos ahora están en buenos términos, se volvieron amigos y hace un mes que ellos hicieron una apuesta sobre ustedes. Miel apostó que no te ibas a resistir y le dirías que sí a Mateo antes de febrero, y Marcos te tenía más fe y apostó con que sí resistías.
Tapo mi cara con mis dos manos y doy un grito.
—Dios, me estoy arrepintiendo de haber aceptado, mi padre y mi primo me tenían mucha más fe que yo misma —digo entre risas.
—No importa, ya se estaban tardando —Vale mira a Mateo—. Ya estabas matando a Mateo, pensábamos que en cualquier momento lo íbamos a encontrar muerto afuera de tu casa, Lena.
14 de febrero de 2016.
09:45.
Esto del día de San Valentín me tiene un poco agobiada y no porque no tenga un regalo para mi novio, me tiene agobiada porque no sé si le va a gustar. Sé que Mateo no es un chico ambicioso, él es el chico más humilde que uno o una va a conocer. Es una luz que te guía en un camino que se encuentra en la oscuridad.