Me gustas, tonto.

Capítulo 26: Por algo pasan las cosas.

18 de abril de 2016.

10:10.

—¡No! ¡La campera tiene que ser rosa con amarillo neón! —grita una de mis compañeras.

—¡No seas boluda! ¡Ese color nos va a quedar horrible, Fernanda! —grita otra compañera.

—¡Entonces, propón otras ideas, Maite! —grita Fernanda.

Tengo mi cabeza recostada sobre mi banco, mientras Mateo me acaricia la espalda. Estoy cansada de escuchar los gritos de mis compañeros, es hartante. Parecen todos unos simios, no, no parecen unos simios, son unos simios.

—Tengo mucho sueño, Teo —susurro.

—Claro que vas a tener sueño, amor. Te la pasaste ayudando a tu madre en la cocina. —Bosteza.

Es verdad y lo sabe porque él también ayudaba en la cocina. El pobre estuvo hasta las tres de la mañana ayudándonos, me dio pena porque entre las tres y media se fue a su casa.

—Vos también te la pasaste ayudando en la cocina.

—Sí, pero vos te quedaste más tiempo —Recuesta su cabeza sobre mi espalda—. La verdad, no sé por qué viniste al colegio, si tenés sueño y además, hoy es el cumpleaños de tu hermanito, tenés que descansar.

—Voy a descansar cuando llegue la noche. Lo prometo.

Siento que me da un beso en mi espalda y se sienta bien en su asiento. Levanto mi mirada y me giro para verlo bien.

—¿Estoy fea? —pregunto. Siento que en cualquier momento mis ojos se van a cerrar, me duele la cabeza y estoy de malhumor.

—No, no lo estás. Te ves hermosa como siempre.

—Lo decís porque estás enamorado de mí y porque me querés —Acuesto otra vez mi cabeza sobre la mesa—. Por suerte, tenemos hora libre. Gracias a Dios, la profesora de Inglés no vino.

14:00

Estoy arreglando las cosas porque en una hora es la fiesta de cumpleaños de mi hermanito.

Me duele la cabeza, mis ojos y mi cuerpo. Siento mucho calor, pero hace frío. Siento que mi cuerpo cae, pero soy agarrada por Mateo.

—Lena, creo que lo mejor es que vayas a dormir, no quiero que te desmayes aquí, linda —dice y agarra las cosas que tengo en mano—. Por favor, amor, casi te desmayas... Te vas a enfermar así. —Acerca su frente con mi frente.

Asiento y le hago caso, entro a mi casa directamente a mi cuarto y me tiro sobre mi cama a dormir.

19:40.

Dios... Sigo con dolor de cabeza, me siento en mi cama y puedo notar a través de mis cortinas que es de noche.

Me levanto de mi cama con mucho cuidado y salgo de mi cuarto, todo está en silencio.

Me dirijo a la cocina y no hay nadie, me voy al patio y tampoco nada. Me vuelvo a mi cuarto para buscar mi celular.

Helena

Teo

¿Dónde están?

¿No están en casa?

Pasan unos minutos y recibo respuesta de su parte.

Teo <3

Amor, cuando yo me fui, había aún personas.

¿Estás sola?

Helena

Estoy sola...

Voy a llamar a mis padres.

Llamo a mis padres, esperando que me contesten, pero nadie lo hace.

Esto me está desesperando mucho, hago mi pelo hacia atrás y muerdo mis labios, mientras me muevo de acá y allá, aún con el celular cerca de mi oreja.

—¿Papá? ¿Dónde están? —Casi grito de la emoción— ¡¿Qué?! —Esta vez grito con preocupación.

Empiezo a cambiarme de ropa y agarro mi bolso con todo lo necesario dentro.

20:45.

Otra vez ese nudo en mi garganta, ese maldito sentimiento de preocupación extrema, ese dolor corporal que siempre lo siento cuando hay una mala noticia. Corro y corro aunque me duelan las piernas... Mi hermanito es más importante.

Por fin entro al hospital, empiezo a mandar mensajes sin parar a mi padre, preguntando en qué parte están. Ya con dirección, me voy a la guardia infantil.

—Papá, mamá, ¿qué le pasó a Enzo?

—Empezó a tener fiebre de la nada y no podía respirar cuando se terminó la fiesta. Lo trajimos y son problemas de bronquios, pero va a estar bien, mi vida.

Yo asiento.

Me siento en un banco y me quedo esperando a que un doctor les informe a mis papás que también se puede notar que están muy preocupado, y ¿cómo no? Mi hermanito de un año está muy enfermo.

Saco mi celular, lo prendo y empiezo teclear lo más rápido posible para contactarme con mi novio, y contarle sobre esto.

Helena

Teo

Estoy en el hospital.

Mi hermanito está internado y obviamente enfermo.

Si no te respondo hasta mañana, perdóname.

22:10.

Estamos volviendo a nuestra casa, un poco cansados, pero más aliviados que en poco tiempo le van a dar de alta a mi hermano.

—En unos días, nos podremos traer a Enzo y todo va a estar. No se preocupen —dice mi madre y me da un beso en el dorso de mi mano.

Llegamos a la esquina de mi cuadra cuando veo que alguien está enfrente del portón de mi casa, tocando el timbre. Adelanto más mi paso, para ver quién es y cuando lo veo bien, aparece una sonrisa en mis labios.

Mi novio.

—Mateo, amor —Corro hacia él para abrazarlo—, me siento mejor que hayas venido, pero es muy tarde para que estés aquí, ¿tu mamá sabe que estás acá?

—Sí, no te preocupes. Lo sabe, no se enojó.

—Muchacho, ¿qué haces aquí y de noche? Es muy peligroso. Pueden robarte o golpearte, ¿viniste solo? —pregunta mi padre, preocupado.

—Vine solo, pero no se preocupen por mí, ¿cómo está Encito?

—Tuvo fiebre después de la fiesta y le faltaba el aire, es por la bronquitis que tiene, pero va a estar bien, en unos días le van a dar el alta —dice mi madre.

—Bueno, chicos, vamos a dejarlos solos para que hablen un poco. Ya sabes que bien se vaya Mateo, tenés que entrar sí o sí —dice mi padre.

—Lo entiendo, pá. No te preocupes.

Mis padres se meten dentro de la casa, dejándome a solas con mi novio. Me acerco un poco a él para darle un pequeño beso en sus labios para luego abrazarlo.



#5114 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, amistad

Editado: 20.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.