Me niego a ser la protagonista

Capitulo 11

—Tranquila, regresaré esta noche sano y salvo, no te preocupes. —Dijo Cion acercándose a Lidia y besando su frente con ternura antes de marcharse al trabajo.

Durante las siguientes horas Lidia estuvo impaciente porque regresará Cion a la posada sintiendo así que cada minuto de la mañana se le hiciera más largo de lo habitual, fue entonces que la puerta de la posada se abrió y apareció el príncipe Ryan frente a Lidia.

—Al fin logré encontrarte. —Dijo el príncipe mirando con una sonrisa a Lidia.

Lidia, confundida por lo que estaba sucediendo, miro al príncipe al otro lado del mostrador, sintiéndose intimidada por él.

—Usted, ¿Qué hace aquí? ¿Viene por alguna habitación? —Pregunto Lidia sabiendo claramente la respuesta.

—No, claro que no, he venido únicamente por ti, señorita Lidia. —Respondió el príncipe Ryan mientras se acercaba aún más al mostrador.

La dueña de la posada, quien le tenía un gran cariño a Lidia por los meses que esta llevaba allí trabajando, vio la incomodidad de la joven e intento intervenir, pero el príncipe hizo una señal con la mano, haciendo que entraran dos guardias dentro de la posada y alejaran a la dueña para que no se acercara a Lidia “Él… Él ha venido por mí, según la novela, él y la protagonista se enamoraban a primera vista, pero, pero debía suceder en una semana y media más, entonces ¿Por qué? ¿Por qué la historia se está adelantando tanto?” Se preguntó Lidia recordando que ya habían pasado días desde que había visto al príncipe por primera vez, parecía ser que él ya se había interesado en ella porque llevaba días investigándola y rondando por las calles cercanas en caso de encontrarla nuevamente.

—Yo… Lo siento, pero si no está buscando una habitación no puedo ayudarle, esta es mi hora de trabajo y yo… —Lidia quería seguir hablando, pero un guardia paso por detrás de ella y la miro con frialdad.

—Señorita Lidia, usted vendrá conmigo ahora mismo, no tiene autoridad para negarse. —Dijo el príncipe con una sonrisa satisfecha en su rostro.

Lidia miró a la dueña, quien parecía querer forcejear con los guardias para acercarse y defender a Lidia, pero Lidia negó con la cabeza mientras miraba a la anciana.

—Señora Marta, no se preocupe, yo estaré bien, por favor encárguese del quinto cuarto, tengo en mi habitación sobre la mesa de noche algunas cosas que tenía que entregar allí. —Dijo Lidia mirando a la anciana, quien entendió de inmediato que Lidia no quería ponerla en una situación complicada.

—Está bien Lidia, yo me encargaré, no te preocupes y vuelve pronto que te estaré esperando mi niña. —Dijo la anciana mirando con cariño a Lidia.

Al salir de la posada, Lidia fue obligada a subir al carruaje junto al príncipe y ambos fueron llevados al palacio donde el príncipe ordeno organizar una habitación especialmente para Lidia, “¿Qué está haciendo? Yo no he sido reconocida como la santa, él no puede traerme aquí solo por un capricho, ¿verdad?”, se preguntó Lidia a sí misma, ya que parecía ser que la historia original estaba tomando otro rumbo.

—Bueno, Lidia, esta será tu habitación desde el día de hoy, ya no necesitaras volver a aquel lugar humilde, ni necesitaras trabajar, yo me encargaré de que no tengas que sufrir necesidades nuevamente, eres hermosa y puedo notar que eres buena y gentil así que me encargaré de protegerte desde el día de hoy. —Dijo el príncipe con una mirada orgullosa en su rostro.

Lidia miró desconcertada al príncipe Ryan sin saber que responderle ante las palabras que él le decía “¿Está loco? ¿De qué está hablando? Ni siquiera lo conozco, solo nos hemos visto dos veces ¿Por qué querría que yo viva aquí? Y protegerme, ¿protegerme de qué?” Se preguntaba Lidia sin entender absolutamente nada.

—Loco… —Dijo Lidia sin darse cuenta mientras miraba el rostro del príncipe frente a ella.

El príncipe, al escuchar las palabras de Lidia, frunció el ceño porque jamás había escuchado un insulto hacia él antes, pero el que no quería asustar a Lidia relajo su rostro y sonrió tratando de mantener la compostura “Su sonrisa me aterra más que su mirada molesta” pensó Lidia al recordar la descripción del príncipe en la novela.

—No soy un loco, soy el príncipe Ryan y creo que tendrás que tener un poco más de cuidado en lo que dices desde ahora, claro yo no tengo problema con tus palabras, pero si te escuchan los sirvientes o alguno de mis caballeros puede que intenten hacerte la vida difícil. —Dijo el príncipe mirando a Lidia fijamente.

—Entonces, entonces sería mejor que yo regrese a la posada, así no incomodaré a los sirvientes o a sus caballeros alteza. —Respondió Lidia mirando fríamente al príncipe.

—Me temo que eso no será posible, ya decidí que vivirías en el palacio desde hoy, así que no puedes negarte, ahora será mejor que comiences a acostumbrarte a tu nueva habitación, yo tendré que salir por ahora, volveré en durante la noche así que espero verte mañana para el desayuno. —Dijo el príncipe saliendo del cuarto.

Lidia miró la espalda del príncipe abandonar la habitación, luego camino hacia el sofá de la habitación y se sentó en este mientras se llevaba las manos a la cabeza sin saber qué hacer “¿Qué se supone que debo hacer ahora? Ese maldito príncipe ha arruinado todo” se dijo a sí mismo Lidia mientras recordaba el rostro de Marta, Javier y Cion en la posada.

—Quiero volver con ellos… ¿Qué se supone que haga? —Se preguntaba Lidia angustiada.

La habitación parecía perfectamente decorada como si hubiera sido preparada precisamente para ella “Ese príncipe es un completo demente, solo nos hemos visto dos veces ¿Cómo se le ocurre traerme hasta aquí? Bueno, que puedo esperar de un arrogante y obsesivo príncipe, hah… Parece que la novela se empeña en obligarme a seguir el destino de la protagonista…” Lidia se levantó del sofá y camino hacia una de las ventanas de la habitación dándose cuenta de que se encontraba en un tercer piso, era muy difícil imaginar en escapar de allí al ver como fuera de la puerta de la habitación se encontraban los guardias y las sirvientas y que el lugar era bien vigilado.




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