¿me oyes? Soy tu amigo.

Capítulo 1

(7 años después...)

 

La noche es demasiado profunda, había pasado el resto del día en el muelle al final del vecindario. Algo que regularmente adopté hacer después del instituto.

 

Me encontraba ya de regreso a casa, mamá había llamado con preocupación aunque sabía dónde estába. Aunque era muy tarde pero es que me clavé con la tranquilidad que habita en esa zona.

 

Aún me pregunto porqué nadie más lo visita. Pero de igual forma lo agradezco, así puedo estar sola y en paz cada vez que llegue.

 

El sonido de mis pisadas sobre el pavimento era lo único que me acompañaba hasta que mi mejor amigo apareció en una sombra a mi izquierda, fue en segundos que adoptó su forma humana caminando a mi lado. Desde la primera vez que lo vi, no me lo creía. Pero así es, puedo verlo como si fuera un fantasma.

 

Desde entonces puedo ver las sombras y reconocer sus almas, a quién le pertenecía en vida, definitivamente soy un fenómeno mental.

 

 

—¿Tan tarde?. —pregunta.

 

Revoleo los ojos.

 

—Necesitaba tiempo.

 

—¿Para?.

 

—Para mí sola, Cael. —lo miro mal.

 

—No puedes quejarte, me tienes a mí.

 

—Pero nadie más puede verte, eso me hace ser la loca de la sociedad que habla sola. Además sólo apareces cuando se te da la gana o cuando estoy completamente sola. —bajo la mirada a mis pies.

 

—Entonces te aconsejo que no andes en la calle a altas horas de la noche, darán las 12 y podría pasarte algo, y sabes que no puedo protegerte, no hasta que aceptes lo que puedes hacer con nosotros. —me observa con una ceja arqueada.

 

—Puedo teletransportarme. —dejo caer los hombros.

 

—No lo has hecho tan seguido desde que morí, has perdido la práctica y hacerlo ahora, hace que gastes energía. —me mira preocupado.

 

Tiene razón, pensé.

 

—Puedo ayudarte con eso. -sugiere.

 

—Sabes, siempre me he preguntado, si puedo ver las sombras, ¿por qué sólo te siento y te veo a ti?. —lo miro con el ceño unido.

 

—Bueno, con el tiempo he aprendido que nosotros somos visíbles con quien queramos. Pero quien posee esa rara habilidad de vernos a la perfección, puede perfeccionarse.

 

—Gracias por llamarme rara. —revoleo los ojos.

 

—No eres rara, eres especial. Puedes manejar las sombras de la manera que quieras, donde quieras y cuando quieras, Rita. Sé que lo sabes, pero ni siquiera lo intentas, incluso de esa forma puedes defenderte. —me da un golpe divertido con su hombro.

 

—Como sea, me gustaría que la gente no me tachara de rara. No sé cómo lo tomes pero, tal vez por tu culpa sucede esto. —hago una mueca incómoda.

 

—¿Entonces debería desaparecer para siempre?. —detiene el paso y me mira herido. Suspiro.

 

No sé cómo responderle, él rompió la promesa y desde entonces han pasado cosas extrañas.

 

—No, olvida lo que dije, —continúo mi camino con él a mi lado— simplemente quiero que me traten como una chica normal.

 

—No eres rara, ya lo he dicho.

 

—"Soy especial". —hago las comillas con mis dedos— lo que daría por conocer a alguien como yo, sin importar que esté al otro lado del mundo. —golpeo una piedra con la punta de mi pie.

 

—Vamos, al siguiente callejón.

 

Lo miro confusa.

 

—¿Por qué?.

 

Me toma del brazo y siento sus manos muy frías. Aún no me acostumbro y ya ha pasado mucho.

 

—Bien. —gruño.

 

—Desde la entrada hacia el final, quiero que lo hagas. —ordena.

 

—Esto gasta mi energía, ¿recuerdas?. Podría desmayarme.

 

—No lo harás, just do it.

 

Revoleo los ojos.

 

—De acuerdo.

 

 

Dejo mi mochila sobre la acera no muy segura y me paro en medio de la entrada por el callejón. No estába tan cómoda haciendo esto, miré a mi alrededor para asegurarme de no ser vista por nadie. Posé la vista al frente y respiré profundo y aligeré mi cuerpo cuanto pude.

Suspiré, y me concentré. Cael me mirába desde su posición a mi espalda.

Cerré los ojos, y comencé a sentir esa corriente fría desde mi interior, esos famimiares pequeños rayos de luz de color azúl y negro bailaban por mi cuerpo y la negrura me acorraló, llevandome al lugar donde centré mi mente y de un segundo a otro llacía de rodillas al final del callejón. La acción se llevó cierta cantidad de mi energía corporal, dejandome tan agitada como si hubiera corrido un matatón de 100 metros en 5 segundos y un dolor apareció en mi cabeza.

Cael apareció frente a mí y me ayudó a incorporarme recuperando el aliento.

 

 

—Eso estuvo genial. —califica.

 

—¿Genial?. Siento que mi cabeza va a estallar. —masajeo las sienes con mis manos.

 

—Creo que esto no ocurriría si yo siguiera vivo. —baja la mirada.

 

—Querrás decir, si no hubieras roto la promesa. —alimento su culpa.

 

Tal vez suene muy duro para él pero se lo ganó.

 

Touché. —bufea con una media sonrisa y lo imito.

 

—Pero, que bella niña... —escucho a distancia de nosotros.

 

Miro en dirección a la voz y veo a dos hombres acercarse a mí. Miro a Cael que también los miro con pánico y pasa su vista de ellos hacia mí.

 

—¿Por qué tan sola, muñeca?. —pregunta uno de ellos, gordo y castaño.

 

Empezaba a preocuparme, ya que éste maldito callejón no tiene otra salida. Maldije mentalmente a Cael y el me regala una mirada de disculpa.

 

—¿A caso hablas sola, niña?. —pregunta el primero. Niego con la cabeza.

 

Mi respitación se volvió un poco agitada y restrocedí unos pasos.

 

—Rita, haslo. —susurra Cael. Niego con la cabeza.

 

No lo hagas, Rita. Es una regla, pensé.




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