—¡Mi niña!. —exclama mamá al oírme entran y enseguida estoy envuelta en sus brazos.— ¿te encuentras bien? ¿Qué te pasó?.
—Estoy bien mamá, tranquila. —sonrío.
—Tu amigo me llamó anoche.
Recuerdo que Daryl lo mencionó, antes de intentar escapar. Por supuesto me quedé con la duda sobre lo que había dicho de lo sucedido.
—Madre, ¿exactamente qué te dijo?. —entrecierro los ojos.
—Primero mencionó su nombre, algo así como..., David o Dany.
—Daryl, mamá. —corrijo con una risa.
—Como sea, luego dijo lo del muelle, te mareaste y te desmayaste y como estában cerca de su departamento, él te puso a salvo. —me dedica una cálida sonrisa.
Al parecer ya se había adelantado con no decirle a nadie, mucho antes de que lo amenzara y le agradezco en silencio. Sonrío ante el recuerdo de su cara al hacerme la promesa. Pero, ¿cómo sabía que estába en el muelle?.
—Y me doy cuenta, —continúa mamá— que pasaste la noche con un chico. —me codea juguetona y me encamino a mi habitación por el pasillo.
—Oh no, ni lo pienses mamá. —espeto con amargura.
—Dime, ¿es apuesto?. —pregunta curiosa.
Está tan ansiosa por saber de un chico en mi vida. Jamás había mencionado a uno desde que murió Cael, no es que no haya tenido novio nunca pero, lo cierto es que jamás le he presentado otro hombre ni como amigo o como pareja.
Verla tan contenta inlcuso me pone felíz, y no quería quitarle esa bella sonrisa. Así que le concedí el hecho de saber sobre Daryl, aunque no lo romantizaré.
—Es..., lindo, mamá. —digo con una sonrisa incómoda— tiene unos ojos brillosos.
—Vaya... —frunce el ceño— ¿de dónde lo conoces?.
Me pongo un poco nerviosa. A veces soy muy mala mintiendo, especialmente si se trataba de mentirle a ella.
—Lo conocí hace un mes fuera del institudo, —río como tonta— ya sabes, el choque de hombros y que luego se caigan los libros. Desde entonces estámos hablando, mamá.
Ella sonríe. Parece que se lo tragó.
Eso es un avance.
—¿Qué hicieron?. —sonríe mostrando su perfecta dentadura.
—Realmente pasé toda la noche dormida pero, ésta mañana vimos películas. —le devuelvo la sonrisa.
—De acuerdo... —canturrea y se aleja de mi habitación.
En eso Cael reaparece sentado al borde de mi cama mirandome con una sonrisa.
—Está emocionada.
—Lo sé, no quiero quitarle la ilusión pero, ni siquiera sé si volveré a ver a "David". —hago las comillas con los dedos y ambos reímos por cómo mamá llamó al chico de anoche.
—¿A ti te interesa?. —pregunta levantando una ceja.
Lo miro mal y respondo.
—Para nada. Cael, lo acabo de conocer. Tú y mamá están obsesionados con el hecho de que haya un chico en mi vida, y nunca sucederá, ¿ok?. —culmino con un suspiro y Cael asiente.
Niego con la cabeza y me voy a mi armario. Necesito un buen baño para relajarme.
Anoche sucedieron cosas que jamás me esperaba. Realmente tenía miedo de esos tipos, e incluso maldigo el hecho de haber usado mi habilidad para escapar de ellos, me pregunto qué habrán hecho después de verme huír de esa forma.
Me extraña que Daryl actuara como si fuera lo más normal del mundo. Era muy impertinente con saber y ahora que esta enterado de ello, no sé si algo más cambiará en mi vida.
Desde el incidente, he guargado mi secreto. Más de la mitad de mi vida, sólo Cael ha sabido de ello y cada que me lo recuerdo, con él vienen las imágenes de él en mis brazos. Empapado, sangriento y sin vida, con costras en su cuerpo y la sangre de su cabeza siendo llevado por la lluvia a las alcantarillas. Realmente fue algo perturvador que nunca olvidaré.
Lo veo ahora acostado sobre mi cama con el antebrazo tapando su rostro, su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración. Verlo crecer como sombra es algo que jamás creí vivír. Pero admito que ha tomado buen cuerpo. Sus ojos marrón se han aclarado un poco, casi como los de Daryl; su cabello castaño le llega hasta sus cejas pobladas y esas pestañas largas que tanto envidio.
Sonrío y me vuelvo a mi armario con cajones, sacando de ellos mi ropa interior y un conjunto cómo para estar en mi casa éste sábado: una blusa de algodón negra con tirantes y pantalones cortos de mesclilla que muestran mis piernas.
—¿Puedes irte?. —digo a Cael.
Éste sonríe pícaramente pero desaparece. Suspiro de cansansio y me meto al baño.
(...)
Salgo al pasillo cepillando mi cabello con los dedos y veo a mamá sentada en nuestro sofá con un sobre en manos.
—¿Qué es eso?. —pregunto dejando toda mi cabellera sobre un hombro.
Ella se sobresalta del susto y sonríe nerviosa.
—Nada cariño, sólo el resivo de luz.
Frunzo el ceño y Cael aparece frente a ella tratando de ver "el resivo" pero lo tiene envuelto con ambas manos pegado a su regaso. Cael niega con la cabeza y yo sonrío comprensíble.
—¿De acuerdo...?. ¿Qué preparaste de desayuno, mamá?. —paso de la sala a la cocina.
—Tus hot-cakes, mi vida. —se acerca a mí y deja un beso en mi coronilla— la mermelada está en la nevera y dejo hecha la sopa de fideos que tanto te gusta.
Me río por lo bajo.
—Mamá, ya no soy una niña, puedes encargarme la comida cuando quieras. Por nada me enseñaste a cocinar, ¿cierto?.
Sonríe avergonzada.
—Lo sé mi niña. Te veo en la noche, cielo. —besa mi frente, toma su abrigo, su bolso y se marcha por la puerta de entrada.
Cael aparece a mi lado haciendome dar un brinco del susto.
—Deberías antes avisar, siempre haces lo mismo. —quejo llevando mi plato a la mesa. Regreso a la cocina por un vaso con jugo de uva, la mermelada y me vuelvo a la mesa.