La penumbra de la habitación apenas era rota por la luz de la luna que se filtraba a través de una ventana. Erick seguía inconsciente, tumbado en aquella cama sin poder hacer nada para salvar a Sandra. Kiara aún permanecía a su lado, observándolo.
Su cuerpo permanecía inmóvil, pero en su mente, era una tormenta imágenes la que lo perturban. Estaba atrapado en aquellas visiones, aquel abismo de sufrimiento por el que Sandra estaba atravesando.
Su respiración se comenzó a volver agitada, y su corazón comenzó a latir más rápido, Kiara al percatarse de eso, procedió a observarlo detenidamente, y de repente, sus puños se apretaron con fuerza, como si intentara aferrarse a algo que se le escapaba.
Kiara, al notar el movimiento de Erick y sin pensarlo dos veces, se levantó rápidamente, decidida a ir en busca de ayuda.
Corría por el pasillo, su voz resonando en las paredes de la mansión mientras gritaba el nombre de Marizol. La desesperación en su tono era palpable.
Mientras Kiara buscaba a Marizol, un oscuro y antiguo poder se movía entre las sombras de la habitación. Boris, observaba a Erick sintiendo y contemplando todo lo que el veía y percibía. Sabía que Erick estaba atrapado en un hechizó y Baltasar no era lo suficientemente poderoso para revertirlo. Sabia su magia era la única esperanza en ese momento.
Boris se acercó a la cama y susurros que no lograban comprenderse llenaron la habitación.
-Despierta, joven -murmuró Boris, su voz resonando como un eco en el aire. -Sandra es fuerte pero no lo suficiente. Ella necesita tu ayuda -Le dijo. Al sentir que alguien se acercaba a la habitación Boris decidió retirarse.
Kiara, con Marizol a su lado, regresó a la habitación. Cuando entraron, Kiara se dio cuenta de que la atmósfera había cambiado. La habitación estaba impregnada de una energía desconocida.
-¿Estás segura que notaste un movimiento? -preguntó Marizol, su mirada fija en Erick, que parecía igual de tranquilo que el prime día.
-Si, Erick estaba como delirando, el apretó sus puños como si estuviera molesto y tuviera mucha impotencia -Kiara, explicó rápidamente la situación.
-Kiara, Erick parece igual que cuando lo encontramos -dijo Marizol, inclinándose sobre él para examinarlo más de cerca.
De repente, los ojos de Erick se abrieron de golpe, llenos de confusión y terror. En un instante, la calma se desvaneció.
-¡Sandra!, ¡Tienen a Sandra! -gritó brincando de la cama repentinamente, sus ojos desorbitados, llenos de pánico.
Ambas chicas gritaron al unísono, sorprendidas por el repentino cambio en la situación. Erick jadeaba como si acabara de salir de un sueño profundo y aterrador. Su respiración era irregular, y sus manos temblaban mientras intentaba sentarse.
El grito atrajo la atención inmediata de Eloy y Alonzo, quienes estaban en la oficina de Eloy. Ambos corrieron hacia la habitación, alertados por el sonido agudo de las voces femeninas.
Al entrar, se encontraron con una escena desconcertante: Erick estaba alterado, con el rostro pálido y sus manos temblando, mientras intentaba salir de la habitación pero Marizol se lo impedía. Kiara se mantenían en silencio observando lo que sucedía a su alrededor.
Alonzo se acercó rápidamente, tratando de que Erick se calmara y le permitiera a Marizol examinarlo.
-Erick, estás bien, estás a salvo. Respira un poco -le dijo Alonzo. La habitación estaba cargada de emociones.
-Erick, cálmate un momento y permite que Marizol te revise -hablo Eloy al acercarse a su hijo.
Erick, aunque aún alterado, comenzó a enfocar su atención en la voz de su padre que buscaba calmarlo.
Eloy comenzó a hacer que Erick lo mirará los ojos hasta que finalmente comenzó a calmarse. Erick se quebró y se abalanzo hacia su padre para abrazar, Eloy lo recibió sin objeción alguna. El todavía temía lo que había visto en su delirio.