Las cosas a su lado desde un principio fueron sumamente difíciles, las cosas se complicaban cada vez más y mi mente siempre se sentía confundida estando a su lado, sin embargo no podía hacer nada al respecto, no podía huir, no podía escapar porque ahora… Yo le pertenecía.
Comienzo a mirar por doquier completamente curiosa de la casa, parecería que es una de esas casas de muestra en las que todo es de plástico y está completamente arreglada como para venderla fingiendo que es una casa habitada.
Creo que he fisgoneado lo suficiente y creo que debería irme antes de que alguien me descubra, cuando alguien me toma por el brazo fuertemente y me hace soltar un grito de dolor y sorpresa al instante.
Sus ojos azules me evalúan con fijeza, provocando en mi cuerpo un estremecimiento cuando un especie de sentimiento muy parecido al vértigo se apodera de mi cuerpo.
-¿Qué haces aquí?- pregunta una voz amenazante.
Un chico alto, pelo negro y ojos azules me mira desafiante apretando mi brazo con fuerza y amenaza, un chico que jamás en la vida había visto y sin embargo siento que lo conozco de toda la vida.
-Yo... Suéltame...- pido con miedo tratando de empujarlo pero me toma del otro brazo para evitar que yo me mueva un solo centímetro de mi lugar.
-Este fue el peor error que pudiste haber cometido en tu vida- dice con una sonrisa que me hela la sangre.
-¿De qué hablas…? Yo… Lo lamento, no sabía que este lugar estaba habitado- miento con descaro- Suéltame, déjame ir- digo sintiendo miedo al ver su sonrisa socarrona.
-Nunca más te iras, ahora me perteneces- asegura con suficiencia.
Comprender su mundo, comprender su mente y adaptarme a sus órdenes era lo más difícil, el llanto y el miedo latente en mi cuerpo eran sumamente enormes, sin embargo aquí y ahora bajo esa mirada llena de furia, temiendo por esa boca sonriente de medio lado que me hace saber que mi destino esta sellado, me hace querer volver a aquel tiempo, aquel momento en que sus órdenes era lo único que podían preocuparme, cuando sus risas, sus labios o sus colmillos eran lo único en mi mundo.
-Ya basta…- suplico negando con la cabeza- Por favor detente… Aún puedes huir, aún puedes escapar…- su risa no me deja terminar.
-¿No lo entiendes verdad? Él ya no puede hacer nada por ayudarte, él ya no podrá encontrarnos, porque ahora, me perteneces a mí- asegura con suficiencia antes de que el grito de horror proveniente de mi boca resuene por doquier.
Me perteneces