Me Robaste El CorazÓn

CAPITULO 3: DEJANDONOS QUERER

CAPITULO 3: DEJANDONOS QUERER.

 

Entraban en la zona norte de la ciudad, era fácil de reconocerla, la diferencia era del cielo a la tierra decida su mamá, amplias avenidas arborizadas, las casas como hermosos palacios blancos de todo tipo de arquitectura, con grandes ventanales, balcones y piscinas, vivir bien es sabroso, pero como cuesta, les había dicho su profesor de matemáticas un día y era la pura verdad.

  • Ya vamos a llegar. -dijo el señor Jaime.
  • ¿Cuál es su casa?
  • La de la esquina.

Julián quedo impresionado era una belleza de casa, de color blanco con techos rojos como todas las demás, se diferenciaban porque su modelo era diferente.

  • ¿Impresionado?
  • Me preguntaba ¿cómo hacen ustedes tres para ensuciar una casa tan grande?
  • No te preocupes ahora que están ustedes será más fácil. –dijo acompañada de una carcajada a la que Julián se unió.
  • ¿No vamos para el hospital hoy?
  • No, esperaremos a que Laura llame y me confirme si a Daniela la van a dar de hoy o no.
  • Muy bien.

El portón eléctrico se abría para dar paso al auto del señor Jaime, el amplio estacionamiento cubierto de lozas de terracota roja venían a formar parte de la entrada principal de la casa, delineada con   áreas verdes, a un costado varios manojos de altas palmas que servían de sustentos a una variedad de orquídeas que alardeaban de su hermosura. La casa era de estilo colonial, su amplio y sombreado porche sostenido por columnas tipo chaguaramas y su de techo tejas rojas daban la bienvenida, a un lado un cómodo juego de muebles con cojines estampados invitaba al descanso.

  • Vaya, -se le escapaban las palabras a Julián al abrirse la puerta principal de la casa.
  • Cierra la boca se te van a meter las moscas, -dijo en tono jocoso el señor Jaime a Julián.
  • Su casa es muy bonita, no tiene un monto de cosas, pero es grande y bonita.
  • Si la construyeron mis suegros, querían una familia numerosa pero solo llego Laura.
  • Si y quedaron igual que ustedes con una sola hija. –comprendió la imprudencia de sus palabras y se apresuró a decir- disculpe por favor.
  • No te preocupes, es una realidad ¿y para que crees que los traje?
  • ¿Para que hagamos más bulto?
  • ¡Si tú lo dices!, - rieron mientras el señor Jaime soltaba la maleta cerca de la cocina.

Julián con camilo en sus brazos, continuaba recorriendo la amplia sala, centradas al fondo de esta, se ubicaban las escaleras que llevaban a las habitaciones, los amplios ventanales y la puerta de madera cuadriculados permitían observar todo el jardín trasero y el área de la piscina, a un lado del área de la cocina se ubicaban la biblioteca, la habitación del servicio y las habitaciones de huéspedes.

  • Julián acompáñame, -decía mientras caminaba y Canela le seguía-  te vamos a ubicar en la habitación de servicio porque tienes que dormir con camilo, para nosotros será más fácil estar pendiente de ustedes que si te ubicamos en la de huéspedes que están más alejadas.
  • No se preocupe para nosotros está súper bien.

Claro que estaba súper bien, -pensaba Julián- la habitación era del tamaño de su la construcción de su casa, estaba amueblada con una biblioteca, una amplia cama doble, un escritorio y un closet, ahora era que quedaba espacio, tenía una puerta que daba a acceso al jardín lateral de la casa, lo que facilitaba la entrada y salida de su perra Canela.

  • Aprovecha y organiza tus cosas y descansas un rato, te vengo a buscar cuando Laura llame ¿te parece?
  • Sí señor, aprovecho para revisarle el pañal de Camilo.

Ahora solos en la habitación, Canela con un lento caminar movía con alegría su amarilla cola, oliendo todo a su paso, Julián la observaba al verla interesa en la esquina del escritorio le dijo:

  • ¡Canela! ¡ni se te ocurra orinarte!  Porque te mato.

De inmediato Canela le miró, agachando sus orejas bajó la cabeza y poniendo la cola entre sus patas, se dio por enterada de lo que le pasaría, así que era el momento de quedarse quieta y busco un rincón donde echarse, Julián la seguía con su mirada, concluían sus pensamientos que era perra era muy inteligente no recordaba cuando llego a casa, pero tenía muchos años con ellos, al lado de la cama había un tapete, lo tomó y se lo acerco a Canela.

  • Toma niña este será para ti, -sonreía mientras Canela se acomodaba entusiasmada en su nueva cama.




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