CAPITULO 3: DEJANDONOS QUERER.
Entraban en la zona norte de la ciudad, era fácil de reconocerla, la diferencia era del cielo a la tierra decida su mamá, amplias avenidas arborizadas, las casas como hermosos palacios blancos de todo tipo de arquitectura, con grandes ventanales, balcones y piscinas, vivir bien es sabroso, pero como cuesta, les había dicho su profesor de matemáticas un día y era la pura verdad.
Julián quedo impresionado era una belleza de casa, de color blanco con techos rojos como todas las demás, se diferenciaban porque su modelo era diferente.
El portón eléctrico se abría para dar paso al auto del señor Jaime, el amplio estacionamiento cubierto de lozas de terracota roja venían a formar parte de la entrada principal de la casa, delineada con áreas verdes, a un costado varios manojos de altas palmas que servían de sustentos a una variedad de orquídeas que alardeaban de su hermosura. La casa era de estilo colonial, su amplio y sombreado porche sostenido por columnas tipo chaguaramas y su de techo tejas rojas daban la bienvenida, a un lado un cómodo juego de muebles con cojines estampados invitaba al descanso.
Julián con camilo en sus brazos, continuaba recorriendo la amplia sala, centradas al fondo de esta, se ubicaban las escaleras que llevaban a las habitaciones, los amplios ventanales y la puerta de madera cuadriculados permitían observar todo el jardín trasero y el área de la piscina, a un lado del área de la cocina se ubicaban la biblioteca, la habitación del servicio y las habitaciones de huéspedes.
Claro que estaba súper bien, -pensaba Julián- la habitación era del tamaño de su la construcción de su casa, estaba amueblada con una biblioteca, una amplia cama doble, un escritorio y un closet, ahora era que quedaba espacio, tenía una puerta que daba a acceso al jardín lateral de la casa, lo que facilitaba la entrada y salida de su perra Canela.
Ahora solos en la habitación, Canela con un lento caminar movía con alegría su amarilla cola, oliendo todo a su paso, Julián la observaba al verla interesa en la esquina del escritorio le dijo:
De inmediato Canela le miró, agachando sus orejas bajó la cabeza y poniendo la cola entre sus patas, se dio por enterada de lo que le pasaría, así que era el momento de quedarse quieta y busco un rincón donde echarse, Julián la seguía con su mirada, concluían sus pensamientos que era perra era muy inteligente no recordaba cuando llego a casa, pero tenía muchos años con ellos, al lado de la cama había un tapete, lo tomó y se lo acerco a Canela.
Editado: 15.05.2019