Me Robaste El CorazÓn

CAPITULO 6: EL CORAZÓN DE UNA MADRE QUE AUN LATE

CAPITULO 6: EL CORAZON DE UNA MADRE

QUE AUN LATE

 

 

Julián se apresuró a recoger el móvil antes de que se cortara la llamada, estaba sobre el escritorio del señor Jaime en la misma biblioteca, cuando sin culpa rodaron unos papeles al piso, lo cual Julián se apresuró a juntar y recoger, pudo leer en uno de ellos el membrete del hospital ¿papá está enfermo? Fueron sus primeros pensamientos y se apresuró a leerlo un poco más, era in informe de operación de un trasplante y más abajo decía el nombre de María Helena Torrealba F. ese era el nombre de su madre, junto al móvil llevo los papeles y sentándose a la mesa dirigió sus palabras al señor Jaime.

  • ¿Papá acláreme de que son estos papeles?
  • ¿Por qué los tomaste Julián?
  • Se me cayeron del escritorio cuando tomé el móvil, al recogerlos vi que eran del hospital y pensé que tal vez estas enfermo.
  •  No lo estoy, pero lo estuve.
  • Aquí aparece el nombre de mi mamá.
  • ¿Cómo? No puede ser.
  • Si, el nombre completo de mi madre es María Helena, pero ella nunca utilizo el Torrealba porque cuando huyo con mi padre, mi abuelo le prohibió usar este apellido, así que solo usó el de mi abuela Ferrer.
  • Estos documentos llegaron a mis manos hace pocos días, le pedí el favor a un viejo amigo, desde hace un poco más de cuatro años por problemas cardiacos fui sometido a un trasplante de corazón y se supone que esta señora fue la donante.
  • Pero ¿Cómo si mi mama estaba enferma?

 

  • Si tu mama estaba enferma y sin tratamiento se debilito más. Si para ese momento solo contabas con doce años más o menos y sin un adulto que viera por ustedes, lo más seguro fue que te ocultaron mucha información hijo, si realmente este donante es tu mama, a ella le declararon muerte cerebral, imagino que, al no contar con recursos, ni nadie que viera por ella, la desconectaron de las máquinas y procedieron a la donación de sus órganos.
  • Pero ¿y cómo a usted? –pregunto Julián con cierta inquietud y desesperación.
  • Julián cálmate, si quieres tratamos el tema después. –dijo el señor Jaime levantándose de la mesa.

 

El señor Jaime intentaba decirle a Julián lo corrido sin causarle una herida más en su corazón y en sus sentimientos, ¿pero por qué a mí? –pensaba el señor Jaime mientras se dirigía a la biblioteca cabizbajo.

 

  • Creo que será mejor que terminemos de hablar papá. -insistía Julián siguiéndole a distancia a la biblioteca.

Ahora los pensamientos de Julián le hacían dudar, ¿sería que a mi mama la dejaron morir para que donara sus órganos? ¿de verdad nunca supieron quién era ella? mi mama fue al hospital, pero nunca volvió entonces ¿Qué le paso?

 

Desde su escritorio el señor Jaime le hacia una ademan a Julián para que tomara asiento frente a él, mientras se servía un trago doble y seco, con sus dedos tocaba el escritorio como intentando organizar sus pensamientos, suspiro con la esperanza que esto no dañara la relación con su hijo.

 

  • En los hospitales cuando se realiza un  trasplante de órganos, no permiten conocer  nada sobre los donantes  ni sobre los receptores, son sus políticas y en parte tienen mucha razón, me costó cuatro años conocer el nombre del donador ¿Qué irónico verdad? –fijaba su mirada sobre  la de Julián y continuaba-  me decía que cuando supiera quien era, la buscaría y le tendería mi mano a su familia, no  creas que como un pago, sino como  un regalo, porque ese donante me regalo muchos años más de vida, o sea la oportunidad que ella no tuvo.
  • Y ¿la ironía cuál es? No lo entiendo.
  • La ironía es que seas tú su hijo, y que te haya abierto las puertas de mi casa y mi corazón mucho antes de salir a buscarte, como si ella te llamara y te protegiera.

Las palabras del señor Jaime fueron cortadas por sus lágrimas, con su mano intentaba cubrir su rostro, hasta que solo se dejó llevar, sus sollozos lastimaron el corazón de Julián, pero sus ojos no fueron capaces de retener sus lágrimas, desde su sillón intentaba decidirse si correr a los brazos de su padre o dejarle desahogarse, habían pasado unos pocos minutos, se sintió sin fuerzas para verlo llorar con tanto lamento, separando a su padre del escritorio lo abrazo.

  • Perdón, perdón papá, -decía Julián llorando mientras continuaba abrazado al señor Jaime- no quise lastimarte, lo siento.
  • No te preocupes, no me lastima el que quieras saber, sé que debes tener muchas dudas en la cabeza, solo te puedo pedir que creas en mi palabra, juntos podemos averiguar el resto que falte ¿sí?
  • Si, papá, - dijo Julián a medida que su llanto y el de su padre menguaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.