Caminaba por su departamento. Olivia había salido por esa puerta hacia 30 minutos y aún no sabía si llamarla para saber si llego a su apartamento.
Ojalá lo hubiera dejado llevarla.
Al ver que ya habían transcurrido 50 minutos desde que había partido, se decidió a llamarla. Al menos para saber si estaba a salvo en su casa. Pulso su fotografía y el teléfono comenzó a llamar.
Antes del cuarto tono, la voz de Olivia contesto.
—Se por qué llamas. Ya estoy en mi departamento, llegue bien, no pasó nada en el camino. Ahora ya puedes dormir.
Y dicho eso colgó.
Nick se quedó unos segundos viendo el teléfono antes de volver a llamar.
— ¿Qué quieres Nick?
— ¿Qué, que quiero? Lo que quiero es hablar con mi prometida sin que está me cuelgue el teléfono...
—Tienes suerte de que no te tenga enfrente para tirarte una lámpara — y con eso corto nuevamente la llamada
Nick respiró profundamente y recordó los números hasta el 10 para calmarse y volver a marcar.
— ¡Quiero dormir!— contesto Olivia por tercera vez.
— ¿Estás en tu cama?
—No. Estoy acostada en el suelo de la cocina... ¡Claro que estoy acostada en mi cama!— Olivia sabía que estaba siendo muy pesada. Pero estaba enojada, con el síndrome pre menstrual por las nubes y las hormonas alterándola, era una bomba de relojería.
"Que hermoso ser mujer"— pensó.
—No podrás dormir— dijo Nick interrumpiendo sus pensamientos.
— ¿Que?
—No podrás dormir. Te conozco y pasarás toda la noche quebrando te la cabeza sobre lo que ocurrió hoy, la boda, tus padres y tus cólicos. — Ella rodo los ojos irritada por qué la conociera tan bien.
—Entonces... ¿Qué propones?— dijo de mala forma.
—Propongo que me dejes decirte que te amo.
—Nick...—Trato de detenerlo Olivia.
—Te amo pequeña. Sé que estás molesta e irritada pero no quiero que te estés comiéndote la cabeza sin poder descansar. No importa lo que pase, quiero que recuerdes que soy un simple mortal que comete errores. Posiblemente nunca deje de cometerlos, ni aun cuando nos casemos y tengamos 70 años. Pero sin importar cuántas veces me pueda equivocar. En lo único que no me equivoque fue en amarte. —Olivia cerró los ojos mientras una lágrima resbalaba por su rostro. "Estúpida sensibilidad" — Ve a la cama y sin importar todo lo que ha pasado este día...recuerda que te amo y pondré todo de mi parte para que nuestro matrimonio funcione.
Silencio era lo que reinaba en la línea.
—Sé que lo harás— dijo con voz suave— Pero las cosas no pueden continuar así. Si algunos miembros de tu familia solo me odiarán lo entendería. Es algo normal no agradarle a todo el mundo pero Isis ha cruzado la línea. No puede seguir así, si no algún día podría lograr hacernos discutir de forma fuerte y hasta terminar con nuestra relación...y yo...— detuvo un sollozo a pesar de que las lágrimas acariciaban sus mejillas— No te quiero perder Nick. Me niego a hacerlo.
Nick cerró los ojos comprendiendo mejor. El miedo de Olivia era el mismo que el sentía de perderla.
—No te quiero perder— repitió— pero lo que hoy hizo fue sobrepasar todos los límites. Si hubiera cuidado más los detalles como no interceptarme y que simplemente hubiera sido yo la que te encontrarás... ¿Puedes imaginar lo que habría pensado al verte con una mujer sobre ti?
—No quiero ni pensarlo. Pero esto se detendrá pequeña. Yo me encargaré de eso. Ella entenderá que ya no somos niños y no puede continuar con estos juegos. —Olivia asintió sin decir nada.
Por unos segundos los dos se quedaron ahí, sin decir nada, escuchando la respiración del otro.
—Quisiera poder abrazarte— susurro Nick.
—Yo también.
Nick pensó seriamente si tomar las llaves para...
—Ni se te ocurra Nicholas.
— ¿Que sucede cariño?
—Se lo que estás pensando. Y ni se te ocurra. Es muy tarde y mañana debemos trabajar.
—Sabes que puedo faltar...
—Pero yo no.
—Vamos, amor. ¿No te gustaría que llegara de sorpresa?— Se colocó en pie y observó la puerta de su departamento antes de ver de forma alterna la de su habitación. Conocía lo suficiente a Olivia como para reconocer las batallas perdidas. Camino hacia su recámara.
—Nick. Si lo dices ya no es sorpresa. Y como ya no es sorpresa te puedo de decir que no. No quiero que pierdas tu tiempo manejando hasta aquí.
—Para mí no sería perder el tiempo— Dijo con tono seductor haciéndola reír. Disfruto de escucharla mientras se cambiaba de ropa.
—Ahora estoy acostado, solo en mi cama deseando que estuvieras aquí.
—Yo también lo desearía.
—Si viviéramos juntos, estarías aquí — reclamo como niño pequeño.