Con emoción, Olivia miraba la torre Eiffel desde la terraza del hotel en parís. En lo alto, podía observar como la luna surcaba los cielos viéndose un poco opacada por las nubes. Era una imagen hermosa que sabía que recordaría para siempre.
Su luna de miel había sido hermosa. Más de lo que nunca soñó y jamás espero. No quería ni imaginar la montaña de trabajo que la esperaba al regresar. Pero eso era lo de menos.
Estaba viviendo en una burbuja. Unas noches atrás, un sueño la lleno aún más de ilusión. Soñó con el momento cuando se enteraran que estaban esperando un hijo. Vio la alegría en el rostro de Nick y logro imaginar a una pequeña bebe de cabello castaño y ojos alegres.
Estaba tan concentrada viendo la belleza y divagando en su mente que no noto como su esposo había salido de la recamara y ahora la rodeaba con sus brazos.
—La noche es hermosa en parís. — dijo resguardándose aún más entre el ovalo de sus brazos.
Nick la sostuvo con delicadeza. Durante el tour que están realizando como la de miel. Le ha fascinado ver como su esposa descubre el mundo, y ser el quien se lo está mostrando era perfecto.
—Has dicho lo mismo de las noches en España, Roma y…— la risa de ella lo detuvo.
—Para mí todas son hermosas.
—Menos la de Londres. Todo el día estuvo lloviendo.
—Tienes razón. Odie Londres por eso— dijo Olivia con una mueca sin perder el humor— Pero…— se giró hacia el— Recuerda que por la lluvia, estuvimos todo el día en la habitación. Haciendo un par de cositas muy entretenidas.
Nick sonrió al recordarlo.
—Desde ese punto de vista, creo que mi ciudad favorita ha sido Londres.
Bajo su rostro hacia el de ella para besarla.
Muy pronto terminarían las vacaciones y volverían de su luna de miel. Pero ese viaje había sido inolvidable. Estaban disfrutando de su matrimonio sin ningún reparo. Habían hablado sobre sus metas como pareja, sobre cuando tendrían hijos, cuantos querrían, sus horarios de empleo, entre otras cosas.
Olivia había telefoneado a sus padres un par de veces y en una de esas ocasiones, su madre le comunico con sus hermanastros los cuales la felicitaron y le demostraron lo ansiosos que estaban por conocerla. Ella también quería conocerlos.
No podía pedir más a la vida. Su relación con Walter era complicada pero ambos lo intentaban. Para el día de su boda, hubo un instante donde sopeso la idea de pedirle a su padre que la entregara pero en el momento que la idea le llego, la desechó.
En su vida, su tío y su abuelo fueron su única figura paterna y son los únicos con el derecho a entregarla. A Pesar de que ahora alter estaba tratando de componer muchos de sus errores, existen otros imposibles de arreglar.
Con su madre era aún más complicado. Ella trataba de fingir que todo estaba bien y a ella le incomodaba tener que aclararle que las cosas no eran así en las pocas llamadas que habían realizado. Lo único bueno de todo eso, era que Caroline había visitado la tumba de Ezra y de sus abuelos. Había sido un paso muy importante para ella y Olivia se alegraba de eso.
—Nuca me canso de besarte— susurro Nick separándose un poco pero dejando sus labios en constante roce.
—En ese caso. ¿Qué le parece si hacemos algo más que besarnos Señor Dolce?
—Mmmh. Me parece una gran idea.
La alzó en brazos con un movimiento delicado, luego deslizo la puerta de cristal pero Olivia volvió a cerrarla.
—Tengo una idea mejor— aseguro llevándolo hasta la tumbona a un lado de la terraza. Lo coloco en ella y se subió a horcajadas sobre él.
—Cariño. Está un poco frio aquí afuera…
—Tú me puedes calentar— susurro Olivia. Estaban en una terraza en el último nivel, con un voladizo sobre sus cabezas y las luces apagadas. Nadie podía verlos. No tenían vecinos y no hay otro edificio con esa altura.
— ¿Estas segura?— Pregunto desde abajo, observándola iluminada únicamente por el resplandor de la torre a un par de kilómetros.
—Menos charla, cariño. – se inclinó para callarlo con un beso.
Y por si necesitara más confirmación, esa era la muestra de que esa mujer lo tenía loco…loco por ella.
Fin.