EPISODIO 8 - Ya no te odio.
Despertar al siguiente día es difícil, estoy sumamente cansado. Pero hoy es el primer día de Lulu en su guardería y me encuentro bastante emocionado y a la vez asustado por su reacción.
¿Llorara? Es lo más seguro, mi nena está muy acostumbrada a estar solo con persona de su confianza.
Cepillo mis dientes con los ojos cerrados mientras trato de pensar en la comida que llevara hoy.
Al salir del baño estiro mi cuerpo mientras jadeos constreñidos salen de mi, además de uno que otro hueso sonando por allí… la vejez y sus cosas
Salchichas con puré, ensalada de frutas y como merienda un panque de chocolate y vainilla. Preparo su lonchera colorida y dejo el jugo y el agua en los laterales de su bolso.
No quiero pensar en lo de ayer, así que no quiero darme tanto tiempo libre. Rápidamente me preparo algo de café y voy en busca de Lucille para bañarla y alistarla.
Entro al cuarto iluminado por lamparitas de colores y el aroma a bebe llena mi sistema. La veo envuelta en sus sabanas y no puedo evitar reír.
Ella tiene una manera bastante particular de dormir, se enrolla en la sabana en su totalidad y queda como un pequeño tamal. Se ve adorable, la primera vez que lo hizo me asusté mucho, pensé que dicha posición podía causarle daño… hasta que su pediatra me dijo que me relajara y le bajara dos mil a las preocupaciones.
Yo solo sé que cuando se tiene hijos es cuando uno conoce las verdades preocupaciones, el real significado de cuidar a alguien más que tu propia vida incluso.
Sin detenerme a pensar más y para evitar que se nos haga tarde voy a su encuentro en su cama.
Me acuesto a su lado y empiezo a llamarla suavemente.
—Lucille… amor, despierta que es tu primer día en la guardería y no podemos llegar tarde —le digo dejando besitos en su frente, ella se remueve entre sueños.
—Cinco minutitos más papi, pol favol —habla adormilada y se pega a mi hundiendo su carita en el espacio entre la cama y mi pecho.
—No cielo, no hay tiempo para cinco minutitos ¡vamos arriba! —la desenrollo de la sabana y ella coloca su puchero de enojo.
—Pelo papi, tengo sueño —solloza aún más dormida que despierta.
—Nada, ¡vamos arriba! ¡Es tu primer día, harás muchos amiguitos! —la cargo entre mis brazos y preparo la bañera con agua caliente y sus jabones hipo alergénicos.
—No te quielo —habla molesta, ya con los efectos del sueño casi fuera de su cuerpo.
—Yo te amo, a la bañera ¡Ahora! —ella obediente aunque molesta, después de despejarse de su ropa se mete a la bañera.
—¿Hoy no hay canción en la bañera? —pregunto para picarla.
—No —inquiere firmemente molesta.
—Bueno, cantare yo solito pues —digo restregando jabón por su cuerpo y con un puchero fingido en el rostro.
Con una sonrisa en mis labios empiezo a cantar la famosa melodia de Selena Quintanilla "como la flor". Su mirada se dirije a mi, pero al ver que la mio fijamente la desvia en un santiamen.
Ella quiere reírse, lo sé. Ella ama las canciones de Selena y las canta con verdadera pasión cada vez que se acuerda de ello.
Vuelvo a cantar con animo y ella no se aguanta más; empieza a cantar esa parte que tanto ama con pasion y mucho arte.
Me alejo de ella para tomar el bote de jabón y usarlo como micrófono. Mientras movemos nuestros cuerpos graciosamente como si bailáramos salsa.
Y así seguimos, cantando y danzando felices hasta que ya es tiempo de salir de la ducha. Siempre es así..., Cada ducha amerita una canción con baile y todo.
La obsesión de mi hija con Selena viene por mi madre… las dos son unas locas fanáticas de aquella mujer.
Puedo decir que se sabe más canciones de las que yo mismo puedo recordar, esas y las canciones cristianas son sus favoritas para la ducha.
#26058 en Novela romántica
#5363 en Joven Adulto
amor dudas y conflicto, romance y superacion, padre soltero y bebe
Editado: 10.10.2021