❝ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ɴᴇᴠᴀᴅᴀ❞
Minutos después el joven se encontraba trabajando ¿Y Dulce? Además de estar bebiendo su chocolatito estaba observando al pelinegro trabajar, ella estaba en total silencio prestando toda su atención a lo que sea que él estuviera haciendo.
—Oye… ¿Realmente eres tan callada? tienes pinta de ser muy parlanchina— murmuró el chico.
—Lo soy, pero tengo mis momentos de silencio y… yo dije que estaría silenciosa, no haría ningún ruido… Ya que hablaste ¿Cuál es tu nombre?— Ladeó la cabeza.
—Yoongi, Min Yoongi— sonrió —¿Y el tuyo?
—Me llamo Dulce— sonrió —Sé que es un poco extraño pero me gusta, puedes reírte si quieres— aclaró la chica mientras notaba que él estaba intentando no hacerlo.
Acto seguido Yoongi estalló a carcajadas haciendo que Dulce también lo hiciera.
—Tu risa es muy linda y contagiosa— susurró Dulce mientras las mejillas del chico se tornaban rosadas.
Así pasaron los siguientes minutos, Yoongi se centraba en su trabajo, luego observaba a Dulce que estaba inmersa en sus pensamientos y al haber hecho cualquier comentario estallaban a carcajadas, ellos eran como el chocolate en el invierno, como un helado en el verano, aunque separados estaban bien, juntos eran mucho mejor.
—Creo que he terminado esta parte— sonrió satisfecho, al volver su mirada sobre Dulce pudo notar que la chica estaba dormida tranquilamente con su cabeza recostada en sus bracitos, esta escena le causó bastante ternura al mayor, él se recostó sobre sus manos mientras la observaba dormir, cada uno de sus gestos eran como un mundo fascinante para él, instantes después se sorprendió a sí mismo con un sonrisa en su rostro, aquella chica al parecer tenía la capacidad de enternecerlo.
Yoongi se percató de que faltaban un par de minutos para que llegara la medianoche, puede que él no tuviera problema en llegar a casa a esa hora, pero enviar a la tierna Dulce a casa a esa hora no le parecía lo adecuado, la movió con delicadeza, como si ella fuese tan frágil que con solo mirarla corriera el riesgo de desmoronarse como el algodón de azúcar bajo la lluvia o un helado bajo el sol, Dulce abrió sus ojitos y los frotó con una sonrisa dedicada al mayor.
—¿Has terminado?— preguntó mientras bostezaba.
—Sí, ya he organizado el estribillo de la canción— sonrió algo aliviado —Disculpa por haber hecho que no pudieras ir a casa, pero realmente necesitaba avanzar con esto.
—No te preocupes, estoy bien— sonrió tratando de demostrarle que lo estaba.
Ambos se pusieron de pie y cerraron el lugar, el frío de la noche estaba más que presente haciendo que los chicos tiritaran del frío.
—Déjame acompañarte a casa, es lo menos que debería hacer por el favor que me hiciste— dijo Yoongi con cierta timidez.
—No es necesario, puedo llegar a casa sola— respondió Dulce con una leve sonrisa.
—Insisto, es peligroso que una chica ande sola a estas horas, además parece que te hicieron de bolsillo, sería muy sencillo llevarte— añadió pensativo a la vez que examinaba el diminuto tamaño de Dulce.
—No es necesario, vivo allí— Señaló al departamento que estaba al otro lado de la cafetería. Dulce había elegido ese lugar para no tener que viajar tanto pues a ella no le gustaba viajar sola.
La linda risita de Yoongi enterneció a Dulce, la cual calculando mentalmente la hora dedujo que sería difícil para el pelinegro llegar a casa.
—¿Vives muy lejos?— preguntó mientras se detenía al frente de Yoongi, él negando expuso que tenía una motocicleta para llegar a casa —En ese caso, deberías apurarte no quiero que te pase nada por estar tan entrada la noche.
—Esperaré hasta que entres, Puede que decidas irte a otro lugar y te metas en problemas— bromeó el chico.
Dulce asintió con una bella sonrisa, caminó en dirección de su casa, antes de cruzar por la puerta tuvo una muy conocida sensación, se dio la vuelta y pudo observar cómo el negro cabello de Yoongi se tornaba blanco por la nieve. El pelinegro sacudía de manera cómica su mano despidiéndose de ella, Dulce se despidió con una tímida sonrisa mientras entraba a su casa.
A la mañana siguiente Dulce abrió sus ventanas para observar qué tanta nieve había caído.
—Que mal— susurró, había nevado tanto que sería difícil para los clientes llegar a la cafetería, hoy era el día en que no abriría, una silueta cerca del lugar fue reconocida de inmediato por la chica —¿Yoongi?— preguntó sorprendida la chica antes de recordar que el lugar de trabajo del pelinegro era demasiado ruidoso.
Por unos instantes dudó en si debería salir y recibirlo o simplemente ignorarlo, pero no podría dejarlo ir así nada más, ella había disfrutado tanto su compañía que le gustaría pasar más tiempo con él.
—¡Yoongi!— Lo llamó al estar fuera eso casa —¿Venías a trabajar?— cuestionó con una sonrisa, después de recibir una respuesta afirmativa del chico y decirle que hoy no abriría la cafetería, lo invitó a trabajar en su casa.